Que el poder económico y el PP están unidos en amor y compañía no extraña a nadie. Que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol ha sido un alto cargo pepero es conocido —seguirá siendo militante—. Que en Galicia algunas empresas y otro tipo de negociantes mandan más que el presidente de Xunta es algo que corre de boca en boca. Que una de esas empresas es la presidida por el Maligno se sabe —como en Castilla-La Mancha no trinca, ni manda por eso tiene a tres o cuatro periodistas dando leches a Emiliano García-Page todos los días intentando convencer que el insulso del PP tiene el apoyo de la ciudadanía (ni le conocen)—. No hace falta saber que uno y uno son dos.
Rafael Louzán, pepero y presidente de la RFEF, se ha cargado a toda la cúpula del Comité Técnico de Árbitros, menos a una persona —ya verán que curiosidades de la vida—. Después de una campaña infame de la prensa deportiva y aquellos periódicos que reciben dinero de las empresas del maligno, o son de su propiedad de forma encubierta, contra el colectivo arbitral, Louzán ha decidido hacer caso a sus jefes y eliminar a todos aquellos que, con sus graves errores, actuaban de forma más o menos imparcial. Ustedes pensarán «¿en todo esto, cosa deportiva, qué pinta el PP?». Habría que ser muy ingenuo para no sospechar, dado el nivel de la cacicada perpetrada, que desde la calle Génova no haya habido una llamada del tipo «Rafael, ponte a buenas con el maligno que siempre ha sido un benefactor del partido y, total, cargarte a los árbitros va a tener el apoyo de la prensa». Así o parecida.
Luis Medina Cantalejo y todo su equipo es cesado con veranosidad y alevosía no tanto porque lo hayan hecho mal, el nivel es el que es, sino por haberse enfrentado al maligno y quejarse de la constante persecución que tiene todo el colectivo por parte de la televisión del Maligno y que es reproducido por los medios de comunicación plegados a su maldad. Dice, uno que no debió pasar mucho tiempo en las aulas de la facultad de periodismo aunque sí en su bar, que el periodismo deportivo es como una carnicería y que ellos venden carne, esto es, el duopolio. Si carne pueden vender, lo que no es deontológicamente aceptable es que se falte a la verdad, que se haga propaganda, que utilicen ese aparato ideológico que tienen en sus manos para crear el clima de exclusión que generan, que aprovechen para cargarse a Medina Cantalejo porque el Maligno lo ha decidido… eso no es periodismo es otra cosa, muy parecido a lo de las sobrinas.
Y ¿a quién no se ha cesado? A Yolanda Parga, responsable del CTA para el fútbol femenino —donde el nivel de entreguismo al Maligno es excesivo—, pareja/esposa del delegado del equipo del Mal, Carlos Megía Dávila. Curioso, muy curioso ¿no? Justo la única persona que está alineada con el Mal permanece en su puesto mientras que los que han defendido la justicia, o lo han intentado, acaben siendo expulsados de la Federación. Lo que se viene la próxima temporada va a ser tremendo. Si ya con el actual CTA les han pitado catorce penaltis a favor —al Barça 8 o al Atleti 7, aunque parezcan cientos por los chillidos del nacionalmadridismo—, la próxima temporada todo lo que sea menos de 35 parecerá poco. Si ya a algunos jugadores no les expulsan ni partiendo piernas, el año que viene saldrán con hachas al campo. Cacicada del Maligno y sus amigos del PP de la que nadie se quejará… en la prensa, claro.
Post Scriptum. Cabe recordar que en el CSD está otro de los empleados de su malignidad, José Manuel Rodríguez Uribes, quien junto a la mininistra de Deportes, Pilar Alegría, se pegando de codazos con quien haga falta por estar en el palco del Mal. Igual no tienen opinión sobre esto porque están estudiando si cerrar o no ese estadio donde se profirieron insultos racistas contra jugadores del Barça y donde se tiraron decenas de mecheros; o valoran sancionar a jugadores yihadistas. Igual… no.