Fuente: El Mal CF

Hay demasiados boceras alrededor del Mal. Demasiados listos que siempre reman a favor de viento cuando las velas están desplegadas y que se esconden cual cobarde chulito de billar de medio pelo en cuanto cambia el aire. No existen manos suficientes para contarlos a todos. Y no, no son esos que utilizan zapatillas con velcro o con automático, sino los que aparecen en todos, sí todos, los medios de comunicación españoles. Que igual también son de la parroquia del velcro y no de la del pater Zorzales, pero no lo descarten.

Mucho antes de que comenzase el Mundial de Clubes ese evento era poco menos que una molestia o un torneo de verano obligatorio. Buena oportunidad de hacer dinero en cantidad pero algo que no tenía valor frente a los verdaderos trofeos conquistados. Estaban, aunque lo nieguen, con la mosca tras la oreja por la nefasta temporada donde todos los buenos equipos les han acabado pintando la cara, con arroz o tamal —¿o era yamal?— se los habían merendado. Y al único que habían vencido hubieron de recurrir a una nueva trampa ideada para la ocasión y el gasto de tres árbitros españoles decididos a no dejar mal al que manda de verdad. Luego salen llorando porque todos los equipos les persiguen, pero que unas lágrimas no le hagan dejar de ver la realidad. Vamos que no hagan un Pedro Sánchez o un Isabel Díaz Ayuso.

Sin embargo, en las oficinas del Maligno la idea era otra. Un torneo similar a la Superliga, esa que la UE permite pero que no tiene equipos participantes porque tendrían que salir de las ligas nacionales, debía ser valorado en su justa medida. Como si les hubiesen dado algún tipo de droga cambiaron el desánimo a apoyo furibundo. Ahora era el trofeo más importante de la historia y debía tener como primer ganador al mayor equipo del mundo, el Mal. El problema es que este año se ha cambiado de residente en el Vaticano y al Maligno le deben haber (m)gafado, por ello se han comido los mocos.

Paliza histórica en las semifinales, vuelta al trofeo de verano, pero por el camino han tenido la soberbia de solicitar que un chaval que acaba de debutar, como aquel que dice, debía acudir ya a la selección y sus jugadores optar al balón de oro. Como alguno quería volver nadando si se le goleaba, será que van a ganar el segundo balón de playa. De hecho se van a llevar todos los balones de playa del mundo mundial después de gastarse más de 150 millones de euros para reforzar al equipo, más los que van a caer en breve porque ese equipo es una banda de vagos y de protegidos por los árbitros y de fútbol va muy justito. Ya no les vale con salir al campo con doce jugadores más otro que tienen en una habitación porque en el campo tienen a tres o cuatro partidarios del rasquin boling.

Un día de quejas y llantos, lo que permite el Maligno para dar un toque de atención, pero desde hoy mismo volverá la prepotencia y el ir de listo por la vida. Hasta que te cruzas con un Luis Padrique que te planta tal hostia de realidad que no sabes ni por dónde ha venido. Por el camino el resto de seres humanos, los que no utilizan velcro mayormente —aunque por el norte también son muy de su uso—, se habrán quitado de encima la cantinela con el imputado por cosas de menores como rey de Camas —y no, no se refieren a don Curro Romero—, al gracioso yihadista y lo bueno que es el marroquí ese que mete goles con fuera de juego y pide a todo el mundo que hable.

Se les han bajado los humos de una vez. Mas no se crean que cejarán en el empeño. Unos días calladitos pero volverán a dar la tabarra, que no la gabarra que es otra cosa de otros cansinos, y a ir de listos. ¿Cuándo les calzarán la siguiente hostia? ¿Lo permitirá el Maligno que ahora también controla el arbitraje con Fernández Borbalán y la pareja de su delegado? ¿Será que las pociones mágicas a no hacen efecto o casi les pillan?

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here