El hombre comenzó comprando en El corte inglés, luego pasó a los centros comerciales de diversos lugares de la geografía y ahora ya se ha acercado al mercadillo donde el gitano Manuel a por los calzones y las bragas en paquetes de a tres. Carlos Bucero, que hace nada era considerado poco menos que un dios griego, ha dejado a la hinchada rojiblanca como se queda quien después de un calentón discotequero se queda con las ganas.
Baena y Hancko pueden ser considerados fichajes de clase media alta, Ruggeri y Cardoso de clase media con posibilidades y Almada y Pubill son esas ofertas que pueden salir buenas o malas con las que fardas al principio y luego… toca esperar. El problema es que se han marchado ocho o nueve jugadores, se filtra que van a salir dos más y lo que proponen y filtran a los amanuenses habituales son esas bragas baratas que se compran por quintales. Sabes que no te van a servir más que para una puesta con suerte. O como los calzones de esos apretados que te van a calentar los dídimos a los dos minutos de puestos. Son baratos, sí, pero de la calidad se duda bastante.
Tras la ilusión de los seis fichajes, pese a la decepción de un juego insulso y sin sentido del primer partido, viene el estacazo del gilmarinismo inilustrado. Bucero ya deja de sacar conejos de la chistera y vuelve a lo de siempre, a las ofertas que pueda encontrar en cualquier lado del mundo. Abandonada cualquier esperanza sobre el fichaje de una estrella, ya se comentó aquí que no iba a venir nadie de ese perfil, se pasa de la clase media alta —lo que corresponde al Atleti por situación deportiva actual e histórica— al saldo de mercadillo —ya ni Saldos Arias—. Suenan italianos que son delanteros y cuya característica más destacada es no meter goles. Se quiere vender a quien coge salmones con las manos para traer ¿qué? ¿Un tipo que debe asustarse al ver al portero contrario? Porque Sesko no va a venir. Con suerte, igual hasta te hacen buen precio por algún descarte por un rodillas raras del Chelsea.
Y decir esto no es pupismo, ni destrucción sino la exigencia mínima para una directiva que sale en los medios diciendo que hay que ganar todo —¿por qué dejan hablar a Cerezo tras salir del Pétalo’s?— pero ofrece saldos o jugadores de amigos que ni encajan, ni son para el Atleti actual. Los fichajes deben ser mucho mejores, pero bastante mejores, incluso majestuosos. No hay que permitir que la vuelvan a colar como el año pasado dejando una plantilla en cuadro, la cual se cayó en cuanto se apretó el calendario y no se respondió a los robos. ¿Ganar? ¿Con delanteros sin gol? ¿Con japoneses o koreanos que no jugarían ni en el Villarreal aunque vendan camisetas? ¿Con bragas de esparto y calzoncillos de lija? Si han de venir jugadores, que deben y tienen, que sean de mayor calidad a lo que existe, para traerlos peores que juegue cualquiera del filial, que sí que saldrá barato. Pero esos sí, que ni ellos, ni sus amanuenses vendan burras.