Fuente: ATM web

Si no ha terminado por arrancárselos, no haga caso a lo que ven sus ojos, pasa a su cerebro y termina por analizar racionalmente. Nada de eso es verdad, es solamente una ficción que usted cree que puede haber sucedido pero no. Debe hacer caso a periodistas, gentes de los espacios y cualquiera que pase por allí. El Atlético de Madrid no juega mal al fútbol, tiene un proyecto claro y bueno, los árbitros no se equivocan y todo lo contrario es no hacer Atleti. Usted será un nazi o un comunista antiatlético, o un nazicomunista de esos que gusta criticar a los liberales —de las prohibiciones y el totalitarismo moral—.

Punto 1. El Atleti solo necesita tiempo para que los jugadores se acoplen.

Cierto que han llegado nuevos jugadores que deben acoplarse a sus otros compañeros, conocer al cuerpo técnico y coger la forma perfecta porque se ha empezado más tarde a entrenar por el Mundial de clubes. Se han ido ocho y han venido siete, dato importante. Esto nadie lo discute porque Baena debe acostumbrarse para ver por dónde y cómo se mueve Julián Álvarez, lo mismo que Almada debe interiorizar hasta dónde llega corriendo Giuliano. Esto es evidente y lo ven los propios ojos.

Lo que también observan es que la disposición táctica, de existir, es cuando menos extraña. Si se quiere que Ruggeri suba la banda, pueda romper líneas y combinar con algún compañero —hacer algún dos por uno en banda, por ejemplo— lo importante, por extraño que parezca, es que debe existir algún compañero en esa zona que cubre. Almada se mete por dentro para intentar crear algo de fútbol y le deja todo el carril al italiano, ergo siempre está en desventaja y se pega unas carreras enormes que pueden provocar que llegue tarde a cerrar en defensa. Luego que si el chaval no es que sea bueno, cuando fue el único que puso dos balones a la olla en la primera parte.

Se saca el balón desde atrás y los dos mediocentros están casi de delanteros obligando a los centrales y a Almada a jugar fuera de posición, aunque así Hancko logró filtrar un balón de ruptura a Sørloth para marcar el único gol y generar otras ocasiones de peligro. Si se hace patadón y que la baje el gigantón noruego ¿por qué no hay nadie a la espera del rechace? Si se prefiere atacar por la derecha, donde si se doblan lateral y centrocampista ¿por qué la devuelven siempre al centro o atrás? ¿Existe algún elemento eléctrico acoplado a los dídimos y si no la devuelven se activa pegándoles un chispazo en sus partes?

Estas y más cosas que se pueden observar en los últimos partidos no son jugadores fallando ocasiones —nadie tiene un 100% de acierto—, sino posicionamientos tácticos extraños. Como esos diez córners sacados a la nada. En este caso podía haber cambiado al lanzador o entrenarlos. Ya se ha dicho en estas páginas que se duda se entrenen todas estas situaciones. ¿Qué hacen Nelson Vivas y Gustavo López? ¿Aplauden o entrenan cuestiones tácticas? Porque no es de esta temporada, la anterior también sucedía.

Punto 2. Se ha fichado muy bien, una plantilla para pelear por todo… aunque haría falta algún fichaje más.

Se han ido ocho jugadores y han venido siete. Es evidente que uno no se ha reemplazado, por ahí mal se va. Ilusión con los fichajes se vendió y hoy alguno está dudando hasta de los que posiblemente sean buenos. Se han cambiado sofás por sofás en defensa Hancko, Ruggeri y Pubill por Azpilicueta, Witsel y Reinildo. En el resto del campo se ha cambiado un sofá por un canapé con Johnny pero el resto son sillas que se han cambiado por taburetes. ¿Sirven para sentarse? Sí, pero no son del gusto del entrenador que prefiere taburetes. De hecho, en los dos post-partidos ha pedido un taburete.

La dirección deportiva se ha liado a fichar ofertas, cosas que entendía que eran aprovechables y que se pudiesen pagar en cómodos plazos. Mientras que ha hecho operación limpieza buena, las ideas respecto a lo que había que fichar se han agotado tras Baena y Almada. Con otro añadido, el cuerpo técnico es muy cerrado en algunas cuestiones tácticas. A cualquier otro entrenador le traes siete fichajes e intenta, con esos jugadores, montar un equipo bien trabajado con respecto a esas características. El Cholo Simeone es fiel a unas ideas, tenga o no tenga los jugadores necesarios para ello. Y esto es lo que se ha visto estos dos partidos. 5-3-2 en fase defensiva y todos por ahí en fase ofensiva. No le sacas del doble pivote ni con hierros candentes. Le traes jugadores para poder utilizar, por ejemplo, un 4-3-3 pero no lo va a intentar porque no le cuadra y le ha ido bien no cuadrándole. Salvo las últimas dos temporadas y el comienzo de esta. Error del área deportiva no fichando lo que quiere el entrenador: taburetes.

Punto 3. Los árbitros no se han equivocado.

Otros equipos salvan encuentros con penaltis a favor por dudosos que sean. Incluso se piden otros inexistentes o se quejan de tarjetas amarillas para amedrentar. En el Atleti nunca se equivocan los árbitros. Ayer hubo un ushiro-nage claro a Raspadori y no pasó nada. Nadie se ha quejado. Pero es que inmediatamente hubo un claro penalti a Gallagher, la pierna derecha del defensor contacta con la izquierda de apoyo del rojiblanco, y nadie dice nada. En televisión los tres que estaban ni lo vieron y ni entrenador, ni cuerpo técnico, ni jugadores protestó salvo el inglés. Termina el partido y nadie habla de robo, aunque sea exagerando, para que, al menos, repitan las jugadas —las cuales han desaparecido de las grabaciones del CTA—.

Lo paradójico es que mientras se dice que hay que tener paciencia con el equipo y que tienen que acoplarse, negar decir que hubo dos penaltis clarísimos supone reconocer que se había jugado tan mal que hubiese sido hasta injusto. El primero el entrenador y luego los demás. Pero esto no trata de justicia sino de meter más goles y conseguir puntos y por un error clarísimo de los colegiados se impidió tirar un penalti que podía haber sido decisivo. El año pasado sucedió lo mismo al comienzo, con exceso de tarjetas amarillas, y así pasó durante todo el año, siendo el hazmerreír de primera división, parte de la segunda y, sin duda, de UEFA y FIFA. Igual va siendo tiempo de señalar estas cosas desde el palco, el vestuario y los medios de comunicación.

De momento hay culpas repartidas entre jugadores, técnicos, directiva y afición. Errores en muchos aspectos —la afición se ha vuelto de lo menos exigente con el fútbol, al menos, en mucho tiempo—, subsanables si no cierran los ojos a la realidad. Vale que intenten que las personas carezcan de criterio, que nieguen lo que ven sus ojos, pero es que es tan evidente lo que pasa que ni el Gran Hermano puede ocuparlo todo.

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