Javier Tebas, pese a lo «facha» que siempre ha sido —no hay que olvidar sus vínculos con Fuerza Nueva—, ha provocado la sovietización de La Liga. En un mundo capitalista, donde si lo haces mal deberías pagar las consecuencias, se ha entregado al absoluto control de las finanzas de los equipos de fútbol y la moral de sus gradas. No hay espacio para la libertad en La Liga de Tebas. Ese invento del límite de gasto, con fórmulas que nadie comprende, con restricciones tan estúpidas que como que los límites salariales sean, como ha pasado con el Sevilla de Del Nido Jr., menores que los salarios reales y mínimos, se van de madre y no son sino un impedimento al crecimiento del propio producto que dice querer vender.

Todo esto, por si no lo saben, cuenta con el respaldo del Maligno, el cual no quiere que ningún otro equipo le pueda competir salvo el supuesto archienemigo —que luego no es verdad porque le necesita para mantener el chollo que ha montado—. Dieciocho equipos que se peleen por las migajas y el resto para los dos de siempre, no tanto en dinero en sí, que también, como protagonismo que es lo que permite mover la rueda de la publicidad y los ingresos publicitarios. No puede haber un tercero en disputa seria. No puede haber un cuarto que se asome. No puede haber un quinto que fiche estrellas en ciernes que luego tendrán que pagar a precio de oro los dos grandes. Quiere equipos donde colocar a sus canteranos a buen precio porque están asfixiados económicamente y si hay suerte a futuro, rascar más dinero. Por algo llaman a su cantera la Fábrica.

Cierto que UEFA y FIFA comenzaron a tomarse en serio el límite de gasto por aquellos de las potentes inversiones de países con dinero por castigo gracias a las materias primas. Pero no han llegado tan lejos, ni son tan restrictivos como el soviético Tebas. En la Premier también intentan que el producto no degenere y controlan los ingresos cuando parecen extraños y penalizan los gastos estúpidos, pero las restricciones son más laxas. De ahí que un equipo de mitad de tabla pueda fichar con menos problemas que el Atlético de Madrid o el Villarreal. No digamos los equipos de por abajo que les dan sopas con onda al ochenta por ciento de los equipos españoles. También es cierto que tienen más ingresos porque su producto es mejor, pero esto sucede porque no están con el comisario político todo el día encima como sucede en España.

Si se tomase como registro de gastos lo que pide UEFA a sus equipos federados, y utilizando los datos de los presupuestos de la pasada campaña —se supone que cerca de esos números estarán los ingresos reales de los equipos—, el límite sería el siguiente: El Mal unos 650 millones entre salarios y amortizaciones; FC Barcelona 548 mill.; Atlético de Madrid 321,3 mill.; Betis 126 mill.; Ath. Bilbao 109 mill.; Real Sociedad 103,6 mill.; Villarreal 100,1 mill.; Girona 79,1 mill.; Celta 74,9 mill.; Valencia 69,3 mill.; Osasuna 56 mill.; Sevilla 84,7 mill.; Alavés 53,9 mill.; Espanyol 49 mill.; Mallorca 44,8 mill.; Getafe 39,9 mill.; Rayo 35 mill. Enormes diferencias desde luego, y no se tienen en cuenta los ingresos actuales por ventas, pero parece que hay margen para algo más que las penurias a las que se ven arrastrados los equipos.

Me dirán que los jugadores de todos esos equipos están ganando cuatro millones de salario bruto, excepto cuatro la realidad de La Liga son muchos salarios muy poco por encima del millón o, en algunos, casos dos millones. Si el Atlético es capaz de doblarle el sueldo a un jugador de un equipo medio, por ejemplo, que era de los mejor pagados en el suyo y no es de los que más ganan, calculen ustedes los salarios que se pagan. Luego La Liga saca un listado de límite salarial pero a la hora de la verdad no permite que se cubra todo ese monto. Si el Alavés ficha a un jugador por cinco años por cinco millones y le paga 2, son tres en el cálculo, como no todos fichan por esas cantidades, ni tienen ese salario… me dirán si no les sobra algo para fichar con cierto riesgo. Y quien dice Alavés dice equipos más asentados como Betis —sufriendo para fichar—, Valencia o Real Sociedad. Todos están esperando pegar un pelotazo en ventas para fichar algo y que les quede.

Sin buenos fichajes no hay mejor producto. Y con restricciones exageradas no hay fichajes que permitan crecer la competición. ¿Que desaparece un equipo por los errores de sus accionistas? ¡Qué se le va a hacer! Igual eso es lo que hace falta. Los que lo hacen bien, dentro de unos límites normales, que salgan premiados; los que lo hacen mal, al rinchi. Sean el Sevilla o el FC Barcelona. ¡Ah pero amigos! Luego están los matices políticos, los poderes ocultos, la mano negra. No se puede dejar a tal o cual provincia o ciudad sin equipo porque claro son del PP, o son del PSOE, o son importantes empresarios que utilizan el equipo como publicidad gratuita. Al final del soviet se pasa al capitalismo de amiguetes y se tiene la liga que se tiene.

Un duopolio que cada vez es menos atractivo, donde el arbitraje está claramente orientado a beneficiar a los dos de siempre más aquellos equipos de lugares donde interese al poder político del momento. Peores jugadores generan peor fútbol. Miedo a caer en un segunda irrelevante y con pocos ingresos, lleva a partidos menos vistosos. Y todo bajo una oscuridad que no deja ver por qué existen ciertas restricciones de gasto, algunas que no cuadran con los presupuestos de los propios equipos. Hay límites salariales que son casi el 95% de los ingresos previstos y otros que son el 65% ¿por qué? Nadie lo sabe. Ese fair play financiero es completamente opaco porque no deja de ser un instrumento de poder de Tebas y el Maligno.

Y luego está lo de perseguir aficionados por todos los estadios menos uno. La policía de la moral, la cual utiliza los micrófonos de las televisiones para buscar el más nimio insulto y sancionar. Buenismo liberalote.

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