En la casa blanca, que no la casa de Blanca, cuidado vayan a pensar que esto pasa en casa de su vecina, andan bastante fastidiados. Han gastado todas las balas respecto al control del arbitraje que les quedaba y rezan porque el equipo no se les caiga con la suma de partidos. El banquillo, a decir de los propios aficionados que no usan zapatillas con velcro, no es el mejor para disputar todas las competiciones. A decir de los que sí usan ese tipo de zapatillas, vivan en casa de sus padres o en una choza, no existe equipo que tenga como titulares a tales jugadores —el resto de equipos, de hecho, se alegran de no tenerlos—. Todo depende de lo que puedan generar los chicos de Xabi Alonso para la salvación del club como institución. Si esos ingresos la vida económica comenzaría a tambalearse más.
El despilfarro en el nuevo estadio, más de 1300 millones de euros —hubiese salido más barato tirarlo y construir uno nuevo—, es una losa que mina la capacidad de endeudamiento, de flujo de caja y de inversiones al club. Sí, la pasada campaña el equipo de fútbol masculino —se excluyen los pozos sin fondo que son el femenino y el baloncesto— tuvo un superávit de 24 millones lo que deja una deuda neta de 12 millones… sin incluir el estadio. Una contabilidad que puede servir para Javier Tebas pero que en términos empresariales es radicalmente distinto. Además el Maligno decidió pignorar ciertos derechos económicos, las palancas blancas, a cambio de un dinero que le dio un respiro pero que sin los ingresos extras imaginados hace que la billetera se apriete y mucho.
El fracaso de los conciertos, en general del «eventódromo» que creían poder crear, lastra al club. De ahí que el Maligno haya movido todas sus fichas, las políticas evidentemente, para que Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida le recalifiquen unos terrenos, que le fueron regalados antes por las mismas instituciones, para poder sacar el dinero que le permita solventar la deuda. ¿Cuál es el problema? Que el club sufrirá una pérdida patrimonial importante, la cual le dejará sin nada, salvo la ciudad deportiva y el estadio, a lo que agarrarse en un futuro. Una ciudad tecnológica acabará pagando el estadio porque ni conciertos, ni NFL, ni nada por el estilo. Y de ese dinero obtenido por la venta del patrimonio, el colchón de la abuela, parte irá a cubrir las penalizaciones con aquellos que pignoraron ciertos derechos que no se han cumplido.
Ahora se dedican a la BBC, que ya no es Bale, Benzema y Cristiano sino Bodas, Bautizos y Comuniones. La visión megalomaníaca del Maligno ha chocado con la realidad. Por muchos chanchullos políticos que hagan, el derecho y la economía caminan por su propio sendero y no es el sendero blanco. De ahí que cada día sea más insistente la transformación del club en Sociedad Anónima Deportiva. Como club es imposible sostener la megalomanía del mal. Seguro buscarán algún camino, vía fundación —controlada por seis o siete y sin los socios capacidad de voto o decisión— y cambiar deuda por acciones con los fondos buitres con los que se ha asociado. Están tiesos, lo saben en la directiva y por ello apremian a conseguir dinero.
La otra vía, que los medios de comunicación se han negado a investigar, es la indemnización por la no puesta en funcionamiento de la Superliga. Un invento del Maligno para desviar la atención porque no hay sustancia jurídica en ello. La resolución judicial no dice nada sobre posibles indemnizaciones, dice lo que todo el mundo sostenía desde el principio, que se puede poner en marcha la Superliga y que nadie lo puede impedir. Lo que no dice es que si no quieres jugar con la UEFA, ésta te no pueda excluirte de sus competiciones, lo que incluiría La Liga. Esto lo calla el Maligno y es conocedor de ello. Aún así, si hubiese denuncia y le diesen la razón, el dinero no sería para el club de la Castellana sino para la Superliga —cuya empresa ha quebrado, por cierto— y ¿quiénes están en la Superliga? Oficiosamente el mal y el Barça, realmente el resto de equipos que no han abonado las penalizaciones ¿no? Cuatro mil millones a repartir entre tantos da para poco. Pero vamos, esto es la típica cortina de humo calabresa.
A Joan Laporta no le han funcionado todas las palancas, ni eligió bien la constructora de la reforma del Camp Nou —comentan por Barcelona que ahí huele mal— y de ello se regodea toda la prensa cavernaria. La realidad es que al otro, al señor oscuro de España, tampoco pero se callan todos. ¿Por qué? Porque dejaron de hacer periodismo para hacer genuflexiones enormes, megalodónticas, de besarse el velcro de las zapatillas, al Maligno. Lo que no saben es que la misericordia no existe en ese lado del mundo. Su destino es pudrirse en el purgatorio de las ánimas blancas. Eso sí, tienen 15 champions —léase como si le cayese baba por la comisura de los labios—.
















