El cese o despido de James B. Comey, director del FBI en el mes de mayo y la sospecha de la interferencia de Rusia en las elecciones de noviembre están provocando que se incremente la dificultad para contratar a personal para la Casa Blanca entre funcionarios o militantes del Partido Republicano.
Miembros del partido afirman que están rechazando las ofertas que se les hace desde la Casa Blanca porque la tendencia de la actual Administración basada en el propio temperamento inestable del presidente Donald Trump podría afectar a sus reputaciones para el futuro. Esto está provocando que puestos de alta dirección estén vacantes desde hace tiempo.
Para cubrirse las espaldas, la Casa Blanca ha afirmado que estas dificultades para cubrir los puestos vienen por la investigación que hay que hacerles por parte del FBI y por la Oficina de Ética Gubernamental. Nuevamente, la Administración Trump echando balones fuera culpando a todo el mundo de sus errores.
Sin embargo, el tiempo medio entre la nominación para el puesto y la aprobación del Senado es de 25 días en la era Trump cuando en la etapa de Obama era de 2 días, en la de George W. Bush de 0 días y en la de Bill Clinton de 1 día.
Trump está culpando a los senadores demócratas de este hecho. No obstante, ya desde que ganara las elecciones en noviembre el ritmo de contratación del personal de alta dirección de la Casa Blanca ha sido muy lento por la resistencia de ciertos miembros del Partido Republicano y de personas del sector privado que no aceptaron el puesto por la imposibilidad de reincorporarse al mercado laboral hasta pasados 5 años.
Otro punto que hace que los posibles candidatos a la alta dirección rechacen las ofertas es el propio comportamiento desleal de Trump con sus trabajadores y sus constantes ataques a través de Twitter, tal y como ocurrió el pasado viernes con el Vicefiscal Rod Rosenstein.