Durante toda nuestra vida se nos han puesto ejemplos míticos de resistencia en la batalla tales como Numancia, Massadá o El Álamo. Se nos ha hablado de la valentía de sus combatientes que prefirieron morir a rendirse ante tropas mejor preparadas y con un mayor número de efectivos. Sin embargo, todo fueron derrotas que después no tuvieron un efecto positivo para los bandos vencidos.
Respecto a El Álamo tenemos la referencia cinematográfica de la gran película dirigida por John Wayne e interpretada por él mismo y por Richard Widmark en la que se nos presenta a los defensores de la Misión como unos valientes idealistas que prefieren morir antes de dejar la posición en manos de las tropas mexicanas del general Santa Anna y dejando entrever que esa defensa numantina permitió la posterior independencia del territorio de Texas. Cinematográficamente es un buen ardid esta presentación pero históricamente no se ajusta a la realidad de lo que ocurrió en San Antonio de Béjar en la primavera de 1836.
Para empezar hay que saber que en enero de ese año 1836 el general Houston, jefe militar de la rebelión de Texas contra Santa Anna envió al coronel James Bowie a El Álamo para destruir la posición porque no tenía hombres suficientes para la defensa de San Antonio de Béjar. No pudo llevar a buen puerto dicha orden puesto que no pudo transportar la artillería necesaria para la destrucción dado que no disponía de animales de tiro suficientes. Entonces, en una carta Bowie declaró que la salvación de Texas dependía del mantenimiento de El Álamo fuera de las manos de Santa Anna. En febrero llegó el coronel Travis con 30 hombres para la defensa.
Los combates comenzaron el 23 de febrero. El asedio se realizó siguiendo las tácticas militares de la época, avanzando poco a poco hasta quedar a las puertas de la Misión. Dos ataques fueron rechazados por los defensores, pero el tercero fue el definitivo y Santa Anna tomó el Álamo y San Antonio de Béjar, no dejando ningún superviviente, ya que en este tercer ataque había dado la orden de “a degüello”, lo que impedía que se diera cuartel a prisioneros y heridos.
No hay que negar la valentía de los texanos, pero se ha creado una serie de mitos falsos que van en contra de la realidad histórica de lo que ocurrió allí. Se ha afirmado que esta defensa de El Álamo debilitó las fuerzas de Santa Anna y permitió que Houston reuniera suficientes efectivos para garantizar la victoria final y la independencia de Texas. La realidad fue que Santa Anna nunca tuvo problemas con el número de efectivos e, incluso, las dividió en varias columnas para avanzar con mayor rapidez. También se ha afirmado que gracias a la valentía de Travis y Bowie se sembró el germen patriótico que permitió a las tropas texanas derrotar a las mexicanas en la batalla de San Jacinto, donde se firmó la independencia del territorio. Esto tampoco es totalmente cierto y es más mito que realidad, ya que la derrota de Santa Anna en San Jacinto fue debida a una falta de previsión a la hora de vigilar los movimientos de las tropas de Houston.
También se creó el mito de las muertes de los coroneles Travis y Bowie, uno realizando una acción suicida al inmolarse en el polvorín y otro cosido a bayonetazos cuando las tropas entraron en la Misión. El primero murió de un disparo lejano, mientras que el segundo a causa de una enfermedad contraída en los días del asedio. Respecto al personaje que interpreta John Wayne, David Crockett también hay controversia entre el mito y la realidad, dado que se le tiene por un héroe al morir combatiendo cuerpo a cuerpo con varios soldados mexicanos. Sin embargo fuentes históricas dan fe de que Crockett fue ajusticiado tras el asedio y ejecutado como con el resto de supervivientes.
Mito y realidad, esa es la cuestión. Evidentemente para la historia de los pueblos siempre es beneficioso dar una pátina de heroísmo romántico a la historia oficial para ensalzar el espíritu de los héroes patrios. Lo que no es de recibo es que el mito supere a la realidad.