Mientras esperamos a que nos vuelva enseñar, esta vez con el objetivo del Islam en el punto de mira, este año hemos disfrutado de dos obras distintas pero enlazadas de Ignacio Gómez de Liaño. Si Arcadia nos maravilló (su reedición), el poemario que ahora nos ofrece Ars Poética nos hará discurrir. En su doble sentido. Pensar y transitar. Porque todo en Gómez de Liaño está definido, como los clásicos desde la Hélide hasta Dalí, para no ser sólo transitar por paisajes, figuras e imágenes. Siempre hay un punto de pensamiento, de dejar al lector pensativo, en las obras del polifacético autor madrileño (de nacimiento).
Gnóstico y heterodoxo. Así se podría ver a Ignacio Gómez de Liaño. Gnóstico y heterodoxo en el más noble y culto de los sentidos. Gnóstico y heterodoxo en el actual panorama cultural español. Gnóstico: es decir, buscador incansable de sabidurías no comunes en nuestra tradición tanto filosófica como religiosa. Heterodoxo: es decir, yendo por caminos muy suyos y en una dirección poco o nada transitada en nuestro ámbito editorial y universitario.
Haber sido (haber tenido la fortuna de) alumno suyo te acerca a la obra con otros ojos. En cierto modo esperas que te sorprenda. Sabes lo que te vas a encontrar. Heterodoxia y profundidad. Pero esperas esa sorpresa. Ese nuevo conocimiento. Esa nueva visión a algo que había pensado. Ese nuevo juego en la utilización de lo iconográfico dentro de sus poemas, su narrativa o sus ensayos. Porque en estos poemas que hoy nos presentan hay mucho de impacto visual. No en el sentido gráfico del término en sí, sino en la capacidad del autor para forzar a la imaginación a ver algo que él ha visto, que él ha creado y que va más allá de las palabras.
Una nueva sorpresa, que este año es doble, del profesor (heterodoxo y gnóstico) Ignacio Gómez de Liaño. Un viaje, esta vez mediante el uso del poema como fórmula de comunicación, a un terreno que es el nuestro, que es común, pero que no deja de sorprender, de llevarnos más allá para entender el más acá. No escribe por escribir Gómez de Liaño. No es poeta de fácil rima sin sustancia. Cada uno de sus poemas dice algo que, por qué no, puede significar muchas cosas para cada lector.
Profesor de Estética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, su abundante obra abarca cuatro distintos géneros, todos en una misma orientación de búsqueda y encuentro: poesía, filosofía, ensayo y narrativa. En este libro se recoge su creación poética entera, «toda la poesía que he escrito en mi vida o, al menos, la que he estimado digna de publicación» escribe el autor en el prólogo. La narrativa comprende tres novelas: Arcadia (1981), Musapol (1999) y Extravíos (2007). A la filosofía y el ensayo ha dedicado muchas obras. Destacamos éstas: Los juegos del Sacromonte (1975), El idioma de la imaginación (1982), Athanasius Kircher: Itinerario del éxtasis o las imágenes de un saber universal (1986), El círculo de la sabiduría (1998), El círculo de la sabiduría II: Los mandalas del budismo tántrico (1998), Filósofos griegos, videntes judíos (2000), Iluminaciones filosóficas (2001), Sobre el fundamento (2002), El diagrama del primer evangelio (2003), El camino de Dalí (diario personal 1978-1989) (2004), Breviario de filosofía práctica (2005), Hipatia, Bruno, Villamediana: Tres tragedias del espíritu (2008), Recuperar la democracia (2008), La variedad del mundo (2009), En la red del tiempo 1972 1977. Diario personal (2013), El Reino de las Luces. Carlos III entre el Viejo y el Nuevo Mundo (2015) y Libro de los artistas (2016). El camino que sigue Ignacio Gómez de Liaño en tan intensa labor intelectual lleva un sólido sentido sapiencial, con etapas claras en el yo y el mundo, lo real y lo imaginario, el conocimiento y la emoción, el sentimiento y la inteligencia o la inteligencia que siente, el lenguaje y los símbolos, la religión, las artes, la poesía…