Sacar provecho de una desventaja en la guerra suele catalogarse de maniobra fantástica o genial, algo así pretenden Miquel Iceta y el PSC. A pesar de contar, según parece, con menos actas de diputado y diputada, en su horizonte se vislumbra la posibilidad de gobernar por una suerte de azar del destino. La fortuna de la que hablase Maquiavelo es la que parece quieren invocar las huestes socialistas de Cataluña. Ser elegido mediante por ser la segunda opción preferente como President de la Generalitat podría ser. Pero ¿para qué? En el caso catalán ese para qué resulta fundamental por la escisión social y política existente.
Con mucha más fuerza argumentativa que los comunes, como se expresó en estas mismas páginas, Iceta pretende volver a la concordia entre los catalanes y las catalanas. Recuperar no tanto el seny como el diálogo, la convivencia y la cooperación entre las personas. Piensen lo que piensen (salvo que sean racistas, homófobas, machistas, etc.) pero con el objetivo común de construir una sociedad plural, diversa, igualitaria y fraternal. El gobierno no es para Iceta y el PSC un fin, como parece ser para ERC, JpC y Ciudadanos (partidos favorables a la escisión y la confrontación), sino un medio para restañar las heridas y retornar a la convivencia. Concordia, consenso y un gobierno limpio, porque el 3% es una lacra que parece querer tapar Puigdemont y su alegra muchachada.
A ello hay que sumar que, como ya se expuso hace días, un buen resultado de Iceta en base al diálogo y la superación de la fractura social, podría ser un impulso para el PSOE a nivel estatal. “Acuerdo y cambio para evitar la división y la fractura emocional catalana y reconstruir la plena convivencia entre ciudadanos que se respetan y colaboran” se afirma con rotundidad en el programa. Apostar por la paz y no la guerra (aunque sea civil), supone poner los principios del socialismo humanista en primer plano. Un socialismo que construye la transformación social desde la concordia entre las clases populares, no desde una república de chufla y pandereta. Además, este buen resultado (y más si se lograse el gobierno de segunda preferencia) permitiría una legitimación para la inaplazable reforma constitucional.
Programa federal y convivencia.
En la parte programática desde el PSC tienen claro que todo este conflicto es culpa del Govern independentista y del Gobierno conservador (azul y naranja). La sinrazón de ambas partes, la carencia de diálogo (el error Soraya queda más patente que nunca) y saltarse las mínimas reglas democráticas y de convivencia han llevado a la situación de división en Cataluña. La solución que proponen desde el socialismo es establecer el tiempo de acuerdo y diálogo. Regenerar la democracia y apostar por un nuevo modelo político y social para Cataluña.
En este sentido vuelcan todo su fervor en el pacto federal, que no sólo se queda en lo estatal-regional, sino que debe extenderse hasta el municipio. No hacen aportaciones de democracia participativa, pero sí quieren dar más prioridad a lo local. Esa reforma constitucional, que deberá ser votada por toda la ciudadanía de España, deberá llevar a la construcción de un Estado federal (que no desarrollan demasiado en el programa), que permita retomar los consensos rotos, que marque una época de diálogo para la convivencia. Y para ello piden reconocer Cataluña como nación, definir claramente los espacios competenciales, el cambio del Senado para transformarlo en una cámara regional/federal, la territorialización del gobierno del poder judicial. Se podrá realizar esta tarea mediante la lealtad institucional y el cogobierno federal.
Más a nivel interno, piden el cambio de la ley electoral catalana. La propuesta socialista establecería 57 distritos electorales uninominales (más uno para los residentes exteriores) y 7 distritos de lista cerrada pero no bloqueada (esto es, se puede elegir qué candidatos se apoya sin tener en cuenta la posición de la lista). Así se conseguiría una representación más proporcionada y personalizada. Personalizada sin duda, más proporcional no. O al menos no hay indicadores que a priori aporten esa mayor proporcionalidad. Siempre que hay distritos uninominales, la proporcionalidad tiende a perder. Por mucha segunda preferencia que se establezca.
Lo económico y social.
En el plano económico apuestan por la innovación y lo sostenible como marco regulador de las políticas públicas que piensan llevar a cabo. Hay mucho entusiasmo con el emprendimiento, algo que para un partido que se dice socialista resulta paradójico pues se esconde mucha precariedad en ese modelo, pero el resto de políticas sí tienen un marcado carácter social. Destaca la defensa de los trabajadores y trabajadoras para los que piden un Plan contra siniestralidad laboral (lo únicos que lo piden), el refuerzo de la inspección de trabajo, un aumento del salario mínimo interprofesional y apostar por la negociación colectiva en Cataluña, pese a que el gobierno de M. Rajoy la haya pretendido destrozar.
Fiscalmente, lo primero es la lucha contra la corrupción de las derechas (nacionalista y estatal), aumentar el IRPF autonómico a las rentas más altas, aumento de los impuestos de sucesiones y donaciones (dependiendo de la renta) y un nuevo modelo del impuesto de patrimonio para que los que más tengan paguen más. Pero no hay que olvidar la parte sostenible de la economía, por tanto, hay que hacer la transición energética a las energías renovables, apostar por la economía verde y cerrar las centrales nucleares cuanto antes. Y, con lo que sufren las personas, un plan contra la pobreza energética y en favor de unas viviendas dignas (a ser posible desde el Servicio Catalán de Vivienda).
Sin embargo, entienden que en este maremágnum económico que se tiene hoy en día, aún pueden quedar personas fuera del sistema. Para recuperar la dignidad de las mismas y su inclusión social, se propondrá una Renta Garantizada de Ciudadanía. También se ayudará a mejorar la cualificación profesional de las personas desempleadas, especial las de larga duración. Y, cómo no, la igualdad de género marcando cada una de estas políticas que se proponen. Especialmente en lo referente a la lucha contra la brecha salarial y la conciliación laboral (para ellos y ellas siempre). Pero sin dejar de luchar contra la trata y el proxenetismo o aplicar políticas coeducativas contra la violencia machista.
Y, por último, dentro del extensísimo programa electoral, cabe destacar el apoyo a lo público, en especial la Sanidad y la Educación. Una Sanidad que ha sido maltratada por la derecha nacionalista que prefería gastarse el dinero en el procès antes que en curar a las personas que conforman esa su “querida” nación. Por ello la lucha contra las listas de espera, la dignificación de los profesionales sanitarios, el pago del gasto farmacéutico o la construcción de nuevos centros médicos es una de las patas del programa.
La otra pata es la Educación y la Cultura. Una educación inclusiva, laica, de calidad, con recuperación de las humanidades y las distintas asignaturas artísticas. Una educación trilingüe, aunque en favor del catalán, todo hay que decirlo, como lengua vehicular y de inmersión social. Y para que la educación sea fructífera también debe haber una Cultura diversa y fuerte. Parafraseando el programa, un país que lee es culto, y un país culto tiene una mayor conciencia cívica y es más difícil de engañar.
Análisis.
No tanto por los diputados y diputadas que saque, al igual que le ocurre a CeCP pero con mayor responsabilidad, Iceta y el PSC han de jugar un papel importante en el futuro de Cataluña. Al haber sido incluido en el bando “constitucionalista” pero establecer el diálogo y la concordia como fundamento de gobierno, Iceta (saque 20 o 25) eclipsará a muchos y una (Arrimadas). Acabará por demostrar que las políticas de ERC, JpC y Ciudadanos no son más que posiciones de enfrentamiento entre antagonistas que no pueden ni verse y que, paradójicamente, prefieren que cuanto peor mejor. En este sentido Iceta puede ser “calmante” de los ánimos y quien pueda conformar un gobierno, raro pero gobierno de transición.
Y si no hay entendimiento, por parte de unos y otros, nunca podrán decir que él y el PSOE no lo intentaron. Lo que a nivel regional y estatal tendrá mucho valor político a futuro. Han comprendido su papel en esta tragedia los socialistas catalanes y, desde su catalanismo, apuestan por otras formas de hacer política y solucionar los conflictos. Menos emotivas, menos victimistas, pero más racionales y teniendo a las personas, al pueblo en la cabeza. Otros y otras no pueden decir lo mismo.