Desconocemos si el gusto de la vicepresidenta del Gobierno para darse un baño puede ser una bañera roja como la de la imagen, no llegamos a tales interioridades. Pero sí que es cierto que Soraya Sáenz de Santamaría debería utilizar una similar en el día de hoy, pues se completa otro de sus fracasos políticos durante, al menos, el último año. Y no es que los cospedales le hayan puesto piedras en el camino, al contrario, al final han dejado hacer porque ella sola se basta y se sobra para fracasar.
Después de provocar que los más cercanos colaboradores de M. Rajoy vayan cayendo de los ministerios (Pastor, García Margallo, etc.), ahora que tiene casi el control monclovita, se le han visto todos los defectos y la incapacidad manifiesta día a día de quien se sueña sucediendo al presidente. Aunque parece no recordar aquello de Augusto Monterroso: “Cuando despertó… el dinosaurio aún estaba allí”. Pues Rajoy como el dinosaurio, no vaya a ser que le imputen por algo. Aquí vamos a tratar de resumir los fracasos de la vicepresidenta del Gobierno que afectan a la ciudadanía española, los que afectan al PP dejamos que los laven en casa.
Primero: Operación Diálogo.
Si ha habido un fracaso sonoro en el debe de Sáenz de Santamaría es la Operación Diálogo que le encargó, y ella aceptó gustosamente, Rajoy. Se puso hasta una oficina en Barcelona para tener más cercanía y hablar con todos los poderes fácticos catalanes a fin de encauzar una situación que estaba esclerotizándose en el último año. Allí pasó días Sáenz de Santamaría departiendo con empresarios, lobbies españolistas, un señor que había comprado un periódico en Las Ramblas y Oriol Junqueras.
Y fue el vicepresidente de la Generalitat el que le metió todos los goles que quiso. Le vendió todas las motos usadas del Poble Nou y un bastón de su abuelo para convencerla de que el diálogo iba por buen camino. Una jugada de despiste mientras iban preparando todo para dar el golpe de efecto el 1 de octubre. Dialogar, dialogaron en muchas ocasiones, salvo que lo que ella decía les entraba por una oreja y les salía por otra a sus interlocutores. Según fuentes empresariales catalanas, la vicepresidenta les daba garantías “todos los días” de que no habría problemas en Cataluña. Que “lo tenía controlado”. Y ya se ha visto que no.
Segundo: el CNI parece la TIA bajo su mando.
Otro aspecto que se ha descubierto de la vicepresidenta del Gobierno es que ha convertido al CNI español en la TIA de Mortadelo y Filemón. En los atentados de Barcelona, de los que recibió copia de la CIA, como recibieron los Mossos d’Esquadra, no supo ejercer la acción de tomar las acciones preventivas necesarias, ante la impericia de la policía catalana. No hay que buscar culpables ante atentados de este tipo, pero sí que es cierto que mientras acusaba a los Mossos, ella tapaba sus propias vergüenzas.
Tampoco es que el CNI estuviese muy fino encontrando las “famosas urnas” del día del referéndum. Si la policía, por no tener suficiente presencia allí, como ocurre con la Guardia Civil, se encuentra limitada, lo lógico es que el CNI, que para eso son espías, hubiese actuado con mayor énfasis en Cataluña. Y no tener que soportar el Gobierno la aparición urbi et orbi de urnas plásticas y papeletas para todos.
Y la fuga de Puigdemont, que evidentemente contaba con la colaboración de los Mossos, fue el punto mayor del hazmerreir del Gobierno. Y tampoco el CNI controlado por Sáenz de Santamaría se enteró. Vamos llegó a Bruselas como el que va a casa de su prima en el metro. Otro fracaso de la vicepresidenta como dirigente política máxima del CNI. A cuyo jefe, por ella colocado, ni ha cesado después de todas estas cuestiones, porque, claro, dejarían sus miserias al descubierto.
Tercero: Referéndum y 155.
Engañó la vicepresidenta del Gobierno a todos los partidos de la oposición, especialmente al PSOE y a Ciudadanos (con el añadido de que éstos son aliados de Gobierno), al afirmar en las diversas reuniones mantenidas que nunca se produciría una votación. Según fuentes que estuvieron allí, Sáenz de Santamaría explicaba pormenores y acciones que resultaron todas ellas un fracaso. Hubo urnas, cuando se pavoneaba incluso en los medios de comunicación afines (tipo El País) que habían intervenido las mismas. Y lo que habían hecho era picar en un cebo como los malos estrategas. Y eso que algo tendría que haber aprendido en casa con un General.
Hubo problemas en los colegios y estuvieron abiertos, al menos los de las grandes ciudades, cuando afirmó sin ruborizarse que no se abrirían. Y salvo en una treintena, se pudo votar hasta en Iglesias y tascas portuarias. Un error estratégico terrible para la vicepresidenta del Gobierno en quien había confiado el inmóvil Rajoy. Y con su amigo Zoido, además, metiendo aún más la pata con el hacinamiento de las gentes de las Fuerzas de Seguridad. Fracaso en grande quedó de aquello.
Y respecto al artículo 155. Soraya era la que quería atrasarlo lo máximo posible, porque ella tenía controlado todo claro, mientras que los cospedales querían aplicarlo antes del referéndum y sin miramientos. Y hubo mucho que negociar con PSOE, principalmente, y Ciudadanos para llegar a un entendimiento jurídico que fuese impecable. En esto puede que acertaran, pero tal y como se aplicó y la respuesta que dio la vicepresidenta, ha servido a Ciudadanos para quitarle el mérito al PP. Porque el arriolismo y el sorayismo son los que gustan del perfil bajo, y como nos contó un dirigente popular: “Han permitido éstos que nos quitasen hasta la bandera española en Cataluña”. Nuevo fracaso de Sáenz de Santamaría.
Cuarto: la Financiación Autonómica.
Muchos lectores pensarán que esta cuestión, la financiación autonómica es culpa solamente de Cristóbal Montoro, y no es así. El ministro de Hacienda se encarga de los números, pero la Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas está presidida por el ministro o ministra del ramo, que es… ¡Exacto! Soraya Sáenz de Santamaría. El impulso político de la renovación de la actividad financiera de las comunidades está en manos de la vicepresidenta del Gobierno, porque así lo quiso.
Con la intención de proyectarse dentro del PP, y controlar a los barones socialistas, pidió a Rajoy que la parte política de las Comunidades fuera para ella. Y ahora las Comunidades Autónomas están que trinan y montando una rebelión contra el Gobierno estatal por este motivo. Y no piensen que sólo son las baronías socialistas. No. Incluso Cristina Cifuentes y Alberto Núñez Feijoo están pidiendo una nueva financiación. El único que nada dice es Juan Manuel Moreno Bonilla, que es un sorayo colocado a dedo para fastidiar a Cospedal, y que tan rotundo fracaso está logrando en Andalucía. Y esto cuando no dice alguna burrada.
Pues quien no quiere convocar, aliada con otro sorayo como Montoro, es Sáenz de Santamaría. Y lo hace para fastidiar e intentar doblegar a las Comunidades y poderse apuntar algún éxito. Chantaje, tras chantaje, pretende que las Comunidades entren por el aro que ella tiene en la mano. Pero ya los dirigentes regionales se han cansado de las pantomimas de la vicepresidenta y han solicitado hablar directamente con el presidente del Gobierno. Ni Soraya, ni Cristóbal, sino Mariano si es que sabe de qué le hablan claro.
Esto es sólo un resumen de quien muchos veían como sucesora y hoy en día, pese a controlar diversos medios de comunicación conservadores y alguno que fue medio-progre ya que es quien tiene el dinero de la publicidad, no está en la rampa de salida de los barones populares, ni de sus bases. Ante el ataque y acoso que reciben de Ciudadanos, todos en el PP entienden que es hora de un poco de batalla y de fastidiar a la formación naranja con acuerdo de amplio espectro. Impedir que se cuelguen las medallas de los éxitos y no de los fracasos. Y Soraya Sáenz de Santamaría ni tiene el perfil, ni el cariño.
Y esto no hace que Cospedal se apunte el tanto, pues huele a que igual se queda sin postre también. Eso sí, al menos no ha hecho como Soraya y se ha vendido como futurible para el Ayuntamiento de Madrid. Algo que en el PP madrileño ha sentado muy mal porque, que se recuerde, la vicepresidenta no es que haya sido la dirigente más cercana al partido madrileño, más bien todo lo contrario.
Un año de fracaso en fracaso hasta la derrota final. Aunque tiene amigos muy poderosos en el establishment y es su sector mediático, y ya se verá porque los electos son los chicos y chicas de la derecha naranja. Algo le darán por los servicios prestados, pero que recuerde todo lo que ha hecho en el interior del PP. Roma no paga traidores.