La Audiencia Nacional ha condenado por un delito de integración en organización terrorista a los diez miembros de una célula yihadista de Terrasa desarticulada en la denominada ‘Operación Caronte’ que fotografiaron lugares emblemáticos de Barcelona contra los que pensaban atentar. También tenían previsto secuestrar a una persona, vestirla con un mono naranja y ejecutarla mientras lo grababan.
La Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha condenado a sus tres dirigentes a 12 años de cárcel y a los siete restantes a ocho años de prisión en calidad de participantes.
La Sala señala que los acusados, tras pasar la etapa de formación en los principios de la yihad violenta, constituyeron una célula o grupo terrorista “con la única finalidad y motivo de cumplir ataques contra instituciones como la policía, entidades bancarias o intereses judíos asentados en España o integrarse en las filas del DAESH”.
Fraternidad islámica
Según relata la sentencia en sus hechos probados, al menos desde el primer trimestre de 2014 empezó a formarse entre los musulmanes que frecuentaban la mezquita de Terrasa un grupo de personas que, con una visión radical del Islam, pretendían que sus miembros, utilizando para sus fines la lucha armada, constituyeran una célula satélite del DAESH capaz de llevar a cabo los postulados de la organización terrorista y a la que denominaron “Fraternidad Islámica, Grupo para la predicación del Yihad”. Para llevar a buen fin los postulados del ISIS, los líderes de la célula iniciaron una campaña de captación y adoctrinamiento de jóvenes en la auténtica yihad, del tal forma que pudieran ejecutar una de las dos finalidades pretendidas por la organización: abandonar España para integrarse como combatientes en Siria o Irak o llevar a cabo atentados en sus lugares de residencia contra estamentos o intereses relevantes. Igualmente se predicaba en dichos encuentros sobre las bondades de la yihad violenta y se afirmaba que se podía practicar donde cada uno vivía “aniquilando infieles y atentando contra todo tipo de instituciones, entidades, organismos y símbolos propios de la cultura occidental asegurando, que de actuar de esta forma, también se actuaba como mártir y se alcanzaba el paraíso”.
Atentados en España
La Sala relata cómo, tras la detención y a fin de evitar riesgos, uno de los líderes del grupo, Antonio Saéz, propuso cometer atentados en suelo español. En este sentido, la sentencia recoge una reunión en febrero de 2015 en la que Antonio comentó la idea de llevar a cabo un atentado contra el Parlament y justificó las decapitaciones al tiempo que hablaba de hacer explosivos caseros para cometer atentados. Con posterioridad, el 14 de marzo cuatro miembros del grupo se reunieron en la estación de Sants para dar un paseo con el objetivo de hacer fotos a sitios emblemáticos para cometer un atentado y “causar el caos y mucha repercusión”. Entre esas fotos figuraban la plaza de España “pensando que era un sitio idóneo al haber una comisaría de los Mossos d´Esquadra, el centro comercial Las Arenas, el hotel Plaza y el Hotel Arts” en el puerto olímpico.
Ejecución grabada
Días después, dice la sentencia, Antonio comentó a dos de los miembros que tenía en mente una idea para ejecutar a un infiel al cual vestirían con un mono naranja, le colocarían en una habitación oscura, grabarían la escena y después la publicarían en YouTube o en redes sociales, después de lo cual se marcharían a Siria.
La citada propuesta motivó que, una vez llegó a Terrasa, uno de los asistentes a la reunión lo pusiera en conocimiento del instructor considerando que existía un peligro real de que se cometiera un atentado. Días después se procedió, según la sentencia, a la detención de la mayor parte de los miembros del grupo.
La Sala considera que la prueba de cargo se sustenta en la abundante testifical aportada, tanto por los Mossos que realizaron los seguimientos y vigilancias como a través de las versiones proporcionadas por el testigo protegido y el agente encubierto que, desde un punto de vista más cercano, narraron detalles de las conversaciones, decisiones y actitudes presenciadas a lo largo de la investigación, sostiene el Tribunal.
Los TEDAX hallaron importante documentación sobre como fabricar bombas caseras o artefactos incendiarios en el domicilio de Antonio, el jefe de la célula, y un saco de azufre oculto bajo una trampilla en el domicilio de otro de los acusados.