El pasado viernes 4 en el bello paraje de la Villa de Arnaga en un pueblecito del sur oeste de Francia, Kanbo, Cambo-les-Bains, se desarrolló un acto, que a pesar del intento de minimizarlo y descalificarlo desde sectores poderosos del establishmen estatal, resultó histórico.
No sólo para las 89 personas que allí nos encontramos, un abanico más plural de lo que interesadamente se ha reflejado, sino también para toda la sociedad vasco-navarra y aunque se trate de ocultar (con el paso de los años se entenderá con mayor claridad) también para la sociedad española.
Allí esas 89 personas, escribimos el epílogo de una pesadilla de 50 años de duración. El diccionario de la RAE lo define como “Última parte de una obra, en la que se recogen reflexiones relacionadas con su tema central”.
En este caso las reflexiones están en un documento que quedará para la posteridad como “La declaración de Arnaga” escrito y leído en castellano, euskera, francés e inglés. Quizás una de las anécdotas del acto fuera que la primera lengua la utilizó un mexicano Cuauthémoc Cárdenas y no un español. Habría sido difícil encontrar entre los presentes alguno que se sintiera así, aunque al menos dos ya estábamos, ambos socialistas, Raúl Arza secretario general de UGT y yo.
Un documento que sucede a los elaborados en Aiete I y II que sirvieron, el primero para la declaración de ETA en la que anunciaba el final de, utilizando su dialéctica, la lucha armada y la segunda para su desarme total verificable y verificado.
En ambas ocasiones hubo interpretaciones interesadas poniendo en duda que fueran reales, el tiempo les quitó la razón. Este caso no iba a ser diferente y observar la prensa estatal al día siguiente daba para como mínimo un sentimiento de pena, también de enfado e indignación.
Mucha manipulación, demasiada bilis en un momento positivo para nuestro país (ponga aquí cada cual lo que desee) que debería reclamar una mayor altura de miras. Pero si la mayor parte de nuestra clase política no la tiene no vamos a reclamársela a ciertos medios de comunicación.
Si muchos partidos políticos han olvidado una regla básica de apenas hace unos años, enfrentarse a temas así con una posición de estado, cómo lo van a hacer los demás. La pena es que esta forma de analizar lo ocurrido en Kanbo se traslada a la sociedad española, inoculándola un virus de mala leche y venganza cuando lo que deberían sentirse es alivio y generosidad.
En las horas siguientes las redes sociales se convirtieron en un campo de batalla, precisamente en el instante en el que esta acababa definitivamente. Reacciones abruptas impropias del momento histórico que estábamos viviendo. Algunas incluso de más gravedad que las que se daban cuando ETA estaba en plena actividad, en los años de fuego y plomo.
Resulta intolerable que desde ciertos partidos y duele especialmente que alguno sea de izquierdas, desde algunos personajes de triste y lamentable historia, se azuzara el rencor y la confrontación en lugar de la reconciliación y la convivencia. El daño que se está haciendo puede ser irreparable.
Además se está agudizando una grieta entre la sociedad vasca y navarra que en su inmensa mayoría ha sentido satisfacción por la desaparición de ETA y visto con agrado el acto de Kanbo y la española que influenciada por esa bastarda campaña ha adoptado una posición de confrontación.
Los que intentamos ver estos acontecimientos con visión de estado nos preocupa que esta situación se produzca. Que agrande el abismo existente aquí y con la sociedad catalana. La confrontación política debe evitar como sea que afecte a las relaciones sociales y en ambos casos se está produciendo. En política todo es solucionable con relativa facilidad, hasta los peores conflictos entre sociedades la cosa es mucho más compleja y se tarda mucho en restañar las heridas.
Kanbo pasó, queda para la historia y yo estuve allí, como lo hice en Aiete I y II y a pesar de las críticas, algunas pasando la delgada línea roja del respeto que me acusan de tonto útil, canalla o payaso, me siento orgulloso de ello. Como de trabajar durante casi 30 años de manera individual y colectiva, colaborando con Elkarri, Lokarri y ahora Foro Social, en el logro de la paz y la convivencia.
Aún queda trabajo que hacer. Lo mismo que estuve, estaré, con incomprensiones y críticas pero estaré, porque así se escribe la historia.