La verdad es que nos está quedando un país muy franquista a estas alturas del siglo XXI. Eso sí, los medios de comunicación del establishment se lo toman a guasa. Para una de las dos grandes noticias ayer, la retirada de la medalla y la pensión extra a Juan Antonio González Pacheco, terriblemente conocido como “Billy el niño”, lo destacado es que ha sido una bronca o que Pablo Iglesias ha soltado lágrimas (como millones de españoles). Para la otra noticia, que Felipe de Borbón no quitará el ducado de Franco a los descendientes del dictador, ni una línea. Y es preocupante que el franquismo impere de esa forma en nuestra esfera pública de debate y, aún peor, en el Congreso de los Diputados.
Dejan claro con su actitud de jalear y reír las gracias de Juan Ignacio Zoido, ese personaje al que le importan poco las víctimas de los torturadores franquistas, pero se acerca a ver a la Macarena, cada vez que vuelve a Sevilla, para pedir por los muertos del PP. Claro, que también igual se postra compungido en la tumba del fascista Queipo de Llano en Triana. Le parece risible al ministro de Interior que “Billy el niño” haya torturado a cientos de personas sólo por pensar diferente, como a nuestro colaborador José Luis Úriz, o así ha parecido cuando buscaba la aprobación de su grupo parlamentario. Pero es que la desfachatez del ministro roza lo inconmensurable. Se atrevió a decir que si lo relatado en lo que leyó Iglesias estuviese en una sentencia nadie dudaría en quitarle la medalla… ¡¡¡pero si es el propio PP quien impide que se le juzgue!!!
Fascistas y tahúres con chaleco florido en la bancada popular es lo único que hay. Acusan de no poder hacer cosas que ellos mismos impiden que se hagan. El círculo virtuoso del franquismo enquistado en las instituciones del Estado español. Y en la sangre y las vísceras de los diputados y diputadas del PP. No quieren quitar la medalla por en el fondo de sus entrañas están de acuerdo con las brutales torturas que perpetraba el policía, al fin y al cabo, se lo hacía a los rojos. Y siguen teniendo esa concepción antagónica y dictatorial en sus mentes (lo que les ayudará a dar el salto del PP a Ciudadanos, por cierto).
Felipe de Borbón no retira el ducado de Franco.
El monarca por vía sanguínea que vive de los presupuestos generales del Estado y el esfuerzo y el trabajo de todos los españoles, no quiere quitar el ducado de Franco, ese mismo que su padre creó para dar las gracias por ser rey a la familia del dictador fascista. Es más, incluso se puede decir que se chotea de los diputados de Izquierda Unida, en concreto Ricardo Sixto, que pidieron que retirase ese ducado por ser producto derivado del golpe de Estado de 1936. El jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, ha remitido un escueto y frío acuse de recibo en nombre del jefe del Estado dirigido al diputado de Izquierda Unida tras las dos cartas que este le remitió en abril reclamando directamente que actuara con decisión en este caso.
La respuesta de Alfonsín, de apenas 9 líneas, indica textualmente al diputado que “me refiero a sus escritos de fechas 2 y 27 del pasado mes de abril, en los que respectivamente informa a Su Majestad el Rey de la Proposición no de Ley que desde el Grupo Confederal UP-EC-EM han presentado en el Congreso de los Diputados, instando a la paralización del proceso de sucesión del título de Ducado de Franco, con Grandeza de España, y de las alegaciones que ha formulado ante el Ministerio de Justicia, en relación a la concesión y sucesión del citado título. Su Majestad me ha encargado que, en Su nombre, le agradezca esta información y le envíe un cordial saludo”. Envía un saludo sobre algo que es prerrogativa propia.
Y envía el saludo, por no ser descortés evidentemente, porque el mismo ha surgido de las tripas de la dictadura. Muchos de sus amigos son producto del robo y saqueo de España durante el franquismo. Él mismo ha conocido y tratado a la familia Franco en diversas ocasiones. Es más, son personas de esa familia, las que han ayudado a la familia del actual monarca a conseguir algún que otro favor. Para IU y Sixto, “Felipe de Borbón y su equipo eluden de forma deliberada responder a todas estas cuestiones y, lo que es más importante, actuar y dar una solución. Resulta muy triste que un tema de la importancia del Ducado de Franco, por el que cientos de miles de víctimas del franquismo y sus familiares se sienten claramente insultados/as desde hace décadas, sólo merezca el silencio y la inacción de la única persona a quien la ley faculta para resolverlo de manera democrática y justa”.