Los que la conocen bien dicen de ella que es muy trabajadora pero “muy mala”. Si fuese de Granada diríamos que tiene muchísima mala follá. Temible e incapaz a la vez, pero la elegida por el Ibex-35 para suceder a M. Rajoy en la presidencia del PP. Soraya Sáenz de Santamaría supo moverse en la reunión en Torino del Club Bilderberg, aprovechando el tirón de orejas que le dieron a Albert Rivera, la ex-vicepresidenta del Gobierno se ganó la confianza de los que allí estaban y, muy seguramente, dejó ciertas cosas cerradas con la presidenta del Banco de Santander. Otra epiclera como ella. Y con muy buenas relaciones con las cloacas del Estado, pues se sospecha dentro del PP que ha sido de su mano de donde han salido dossiers y vídeos que han acabado con la carrera de candidatables (léase Feijóo y Cifuentes).
No verán grandes críticas a Sáenz de Santamaría en los medios de comunicación pues los grandes dispendios del pasado le han de servir para algo, como le han de servir las publicidades que desde los poderes fácticos alimentan a la prensa del establishment. En ese aspecto la ex-vicepresidenta tiene garantizado cuando menos la neutralidad cuando no el apoyo unánime. Como cuando estaba en su despacho de Moncloa. En el Ibex-35 no quieren que el PP se les desmande o se vaya de la senda marcada durante tantos años, aunque es cierto que les hicieron la pascua al montar el “Podemos de derechas” ante la pasividad de Rajoy. Y ahora tienen dos partidos en la derecha que podrían darles la hegemonía política por años. Ciudadanos muleta del PP renovado, o al contrario. El caso es que con estas dos apuestas (si ganase Sáenz de Santamaría) cubrirían desde la extrema derecha parafascista hasta el centro derecha, todo ello dentro del propio sistema de extracción y acumulación.
Fue en Bilderberg, según cuentan las (malas o buenas) lenguas del PP, donde la “chiquitilla” (como es conocida en los cenáculos madrileños) dejó cerrada su candidatura. Justo horas después de que Rajoy y los pesos pesados del PP la hicieran el vacío tomando unas copas en el famoso restaurante Arahy, y la culpabilizase de lo que estaba pasando. Entre otras cosas por estar a la sucesión y a malmeter contra otros compañeros y compañeras de partido y no a gobernar. Porque sí, la ex-vicepresidenta lleva años sin dar una a derechas (ni a izquierdas). Un fracaso total como gestora política que era tapado por los bien recompensados medios de comunicación, especialmente un que ahora parece que con el cambio de gobierno vuelve a ser de la izquierda caviar.
En estas mismas páginas, casi como si hubiésemos estado clamando en el desierto, ya desmenuzamos las malas artes y los errores de gestión de la “chiquitilla”, y cómo estaba obsesionada con Cospedal y hacerse con el poder en el PP. Un fracaso total en la operación diálogo con Cataluña, donde se dejó tomar el pelo y acudió a Barcelona casi a pasearse y reunirse con los no secesionistas. Justo lo que no demandaba el encargo que le había hecho Rajoy. Es más, comenzó a echar la culpa del atentado de Barcelona en agosto de 2017 a la alcaldesa y acabó descubriéndose que hubo numerosos fallos en el CNI que ella controlaba. Y por si fuera poco engañó a presidentes y presidentas de Comunidades Autónomas con el nuevo modelo de financiación, incluso a los suyos propios.
Hoy martes, a las 13h y en el acceso del @Congreso_Es, he convocado a los medios de comunicación para presentaros mi candidatura a la presidencia del @PPopular
— Soraya Sáenz de Santamaría (@sorayasds) June 19, 2018
Pese a contar con el apoyo de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP andaluz (aunque realmente lo dirija Arenas en la sombra), ni todos los andaluces votarán por ella, ni su poder dentro del PP está controlado. Y ¿sirve eso de algo en unas primarias? Siempre sirve tener el respaldo del poder territorial y más cuando has ido pisando numerosos callos por todo el partido. Como parece que ha sido el caso de Feijóo según cuentan las malas lenguas. Y en Madrid, pese a prometer imparcialidad (estando como están en ejecutiva cautiva no podían hacer otra cosa), no ha dejado muchos amigos después de la cacería a Cifuentes.
Ha expresado que quiere un PP donde quepan todos y todas haciendo uso de la mayor falsedad que pueda haber. García-Margallo ha sido valiente y ha dicho que se presenta para que no gane la “chiquitilla”. Un “proyecto abierto y en positivo” por parte de quien no ha dejado de malmeter contra los compañeros y compañeras de partido y gobierno para asegurarse la elección. “Soy una militante más y me presento a ofrecer unidad, responsabilidad e integridad” ha dicho mintiendo una vez más. Como bien saben dentro del PP no es una militante más sino la representante de ciertos poderes fácticos (los mismos que robaron el Banco Popular), que no quiere unir sino quedarse con el PP para ella y sus amigos, que no ha asumido nunca ningún tipo de responsabilidad (para bien o para mal) y de la que se duda completamente de su integridad por la cantidad de dossiers que presuntamente filtra a “sus medios”. ¡Cómo no será que tiene hasta acongojado a Rafael Hernando!
En la izquierda española están encantados de que Sáenz de Santamaría sea la candidata porque así tendrían asegurada una temporada más en el gobierno. Saben que en cualquier momento volvería a meter la pata y, por mucho apoyo que reciba del establishment mediático, no puede tapar sus miserias de gestión. Porque si hoy Cataluña se quiere separar de España es por culpa suya. Si hoy el PP parece que está más podrido por dentro es culpa suya. Pero todo esto importa poco, es la niña del Ibex-35 y harán todo lo que puedan para que gane. Vayámonos preparando para una constante filtración de porquerías, incluso personales, de unos y otras. La guerra por el control del PP ha comenzado y la “chiquitilla” lo quiere para ella, pase lo que pase, y pase por encima de quien pase.
PD. Hay que tener muy poca cabeza (o muy mala leche) para convocar una rueda de prensa a las 13 horas a pleno sol con treinta y tantos grados dando en la cabeza a los periodistas.