“Casado es ETA” podría ser uno de los eslóganes que viene utilizando el sorayismo para presionar a los compromisarios del PP. Según cuentan algunos de éstos están recibiendo llamadas “amistosas” para convencerles de que se debe apoyar a Soraya Sáenz de Santamaría. Les cuentan que el candidato va a provocar la división interna, que Andalucía (por lo que respecta a aquella Comunidad Autónoma) va a ir a peor que con Soraya, que si mira lo que tiene con el Master, que no veáis lo que va a salir en prensa del “chaval”… y así una y otra vez. Les falta decir que tiene ideas de Mengele o que, en su fuero interno, es de ETA. El caso es descalificar al contrario porque hay miedo, mucho miedo entre las huestes del sorayismo como ya contamos hace días en Diario 16.
Los medios afines a la ex-vicepresidenta del Gobierno, que ya no son tantos, a izquierda y derecha insisten en la posible imputación de Pablo Casado por sus estudios poco claros. Da igual que haya presentado todos los papeles a la prensa y a quien se lo ha solicitado, seguro que le imputan, como pasa con Esperanza Aguirre (y así llevamos dos años). La coalición antisorayista, que es casi todo el PP porque los votos a candidaturas no concuerdan con los votos a compromisarios, va avanzando poco a poco dentro del partido. Más cuando la propia candidata vencedora de la primera vuelta va a remolque de lo que hace y dice Casado, demostrando su completa incapacidad para dirigir nada que no sea mediante tretas. Hay que reconocerle a Aguirre la verdad que ha dicho, “no conocemos la ideología de Soraya”, aunque le ha faltado decir “bueno, sí tener el poder por el poder”. Eso se transmite al interior del PP y al exterior, y cada vez son más los que ven en Casado la oportunidad de devolver al conservadurismo su punch político.
Quieren los sorayistas asemejar a Casado con el aznarismo, como si la ex-vicepresidenta sólo hubiese pasado por allí, denostando la única página de esplendor (para los votantes y militantes del PP) que ha tenido el partido creado de las fraguas del franquismo. Da igual derrumbar todo el pasado si es en favor del poder. De un poder para nombrar, porque no se olvide que eso también se juega. Y claro se entiende que Javier Arenas esté acongojado por si le dan la patada. O su senescal Juan Manuel Moreno Bonilla, que tiene una cara de perdedor ante Susana Díaz cada vez más clara. Eso supondría que igual Casado decidiría dar un giro al PP andaluz y esos dos personajes saldrían de escena. Por eso protestan y dicen que Casado es lo peor que le podría pasar al PP porque sería volver atrás. A un pasado donde una vez el PP ganó al PSOE en su feudo, por cierto.
Los medios afines a Soraya van a insistir durante todos estos días contra Casado que cada día va teniendo, pierda o gane, cara de vencedor del 19° Congreso. Bien porque gane por mayoría de compromisarios, bien porque les saque hasta los higadillos al sorayismo, ya ha ganado. Los barones de Sáenz de Santamaría presionan en aquellas Comunidades donde tienen poder para que no se escape ni un solo voto, pero no cuentan en que los pueden perder donde no hay una estructura bien asentada como Valencia. Pero toda esa presión, desde el aparato y los medios, va dirigida a desprestigiar al candidato que está manejando los tiempos. Le rompió los esquemas a la ex-vicepresidenta al decir que el sistema es de doble vuelta así que pa’lante, o que quería un debate.
Para el primer caso Soraya demostró ser una completa inculta. Afirmó que “está en el ADN del PP que gobierne la lista más votada”. Y claro ¿cuál es su lista? A no que se vota a una sola persona y sin lista. Además, el sistema de doble vuelta existe en muchísimos lugares tan democráticos como Francia. Por tanto, doble error por no aceptar los resultados ella y por no ser demócrata. Se pensaba la “chiquitilla” que con ganar por la mínima se le iba a entregar el PP y, claro, no contaba con que ella es Sauron para el resto de la militancia que no le votó. Incluso lo será para aquellos que votaron bajo presión del aparato en Andalucía, como nos han manifestado a este periódico. A lo que se añade el seguidismo para el debate a dos que van a tener. Porque no sólo comenzó diciendo que “era para debatir sobre como confluir”, sino que Casado le ganó por la mano al apostar por el mismo.
Tiene cara de derrotada. Luego las artes de apparatchik pueden deparar que gane, pero ante la opinión pública va perdiendo, si es que lo tuvo alguna vez, prestigio y lo que se necesita para ganar elecciones. Casado, haciendo poco y diciendo casi menos, se está ganando el papel de relevo y de posible vencedor frente a Rivera y Sánchez. Si se fijan los lectores, esas encuestas diarias sobre la preferencia de los votantes por Sáenz de Santamaría van desapareciendo de ciertos medios afines a la ex-vicepresidenta. Algunas se hacen pero se dejan de publicitar porque Casado va subiendo. Y eso le puede a Soraya. Ella quiere el poder por el gusto de mandar y eso ha calado, sin necesidad de que lo diga Aguirre o Aznar. Día a día va para abajo, por ello no sería de extrañar que alguna historia (sea cierta o falsa) acabe saliendo contra Casado, porque ya saben para el sorayismo “Casado es ETA”.