Fuentes cercanas al difunto Emilio Botín Sanz de Sautuola García de los Ríos, expresidente del Santander y padre de la actual presidenta, Ana Patricia Botín, cuentan que a la única persona que don Emilio temía y respetaba era a don Luis Valls Taberner, presidente del Banco Popular.
Luis Valls Taberner formó parte de la directiva del Popular desde 1957, ocupando el cargo de presidente desde 1.972 hasta 2.004, fecha en la que pasó a ser presidente de su Junta de Accionistas hasta su fallecimiento en 2006. Luis Valls Taberner convirtió el Popular en el banco más rentable y eficiente de Europa.
El Popular formaba parte de “los siete grandes” bancos españoles de la época (Central, Banesto, Hispano, Bilbao, Vizcaya, Popular y Santander) cuyos presidentes, más el del Banco Exterior y el presidente de la AEB, se reunían a comer mensualmente hasta que el proceso de fusiones (Central-Hispano; Bilbao-Vizcaya) fue haciendo desaparecer algunas entidades junto al incumplimiento de “pactos entre caballeros”. Emilio Botín no se incorporó a estas comidas hasta enero de 1987, tras ser nombrado presidente del Santander el 19 de noviembre de 1.986.
Luis Valls Taberner fue siempre uno de los banqueros más destacados y respetados al dirigir el banco más rentable de Europa y el segundo del mundo, siendo testigo del proceso de transformación del sector con las fusiones de las que siempre consiguió mantenerse al margen pese a ser uno de los más pequeños de los “siete grandes”.
Muchas diferencias había entre la gestión del Popular por Luis Valls Taberner y su hermano Javier y el manejo del Santander por los Botín. Luis Valls Taberner con sólo 31 años tomó el control del Popular y desmanteló un consejo en el que había personas que llevaban mucho tiempo y algunos se valían de su cargo para realizar actividades en su propio beneficio.
No ocurría lo mismo en el Santander, que se maneja como si de una “empresa familiar” se tratara, y en el que las operaciones de los Botín en beneficio propio a costa del banco y los líos judiciales (cesiones de crédito, los 2.000 millones de euros ocultos en las cuentas del HSBC de Ginebra, sociedades en paraísos fiscales, relaciones con Madoff que serán publicadas en la próxima revista Diario16 en papel, etc.) están a la orden del día en los medios contestatarios con la familia Botín. Sin ir más lejos en este medio hemos publicado recientemente el presunto nepotismo que se produce en el Santander con una pléyade de personas cercanas, consejeros imputados en causas penales y el trato de favor que recibe de los supervisores e instituciones del Estado.
Las mismas fuentes cuentan que fue el temido Luis Valls Taberner el que le dijo a Emilio Botín que su hija no podía ser presidenta del Santander, razón por la que decidió decantarse por su hijo Javier Botín.
El 9-9-2014 falleció Emilio Botín, y de la noche a la mañana su hija Ana Patricia ocupó la presidencia, en un proceso que hasta el propio Financial Times criticó calificando de preocupante su nombramiento y manifestando que las dinastías familiares pertenecen a la historia de la banca europea, no a su futuro.
Sin embargo, el respetado periódico económico de la City londinense no se quedó ahí en sus críticas al nombramiento de Ana Patricia Botín al frente del Santander: criticó su demasiado ambiciosa incursión en la banca de inversión y la disminución de ganancias del Santander UK durante sus cuatro años de mandato. Además, ponía de manifiesto que la familia Botín no tiene una participación significativa en el Santander, que actualmente no alcanza el 1% o que Ana Patricia Botín no pasó el debido proceso de selección que debería realizar un presidente de una empresa cotizada en bolsa. En definitiva, el Financial Times criticó duramente la falta de planificación de la sucesión por parte del consejo y de transparencia y la inexistencia de búsqueda, selección y propuesta de candidatos alternativos.
Parece que el difunto Luis Valls Taberner y el Financial Times coincidían en la improcedencia del nombramiento de Ana Patricia Botín como presidenta del Santander. Desconocemos si esa negativa provenía de los “fracasos” en su carrera. Estos “traspiés” son poco conocidos por el público en general por la ocultación de los medios, pero son conocidos en el Santander y en el sector financiero. Pongamos algunos ejemplos:
- La compra del Peregrine Securities Singapore acarreó unas pérdidas que se cifran entre 300 y 480 millones de euros.
- La consultora de nuevas tecnologías Coverlink o Razona, en la que se produjo un enfrentamiento con los socios fundadores bilbaínos, y acabó adquirida por Indra que acudió al rescate de Ana Patricia gracias a Javier Monzón, al que después ha pagado los favores prestados nombrándole vicepresidente no ejecutivo de Prisa y al que nombrará presidente no ejecutivo de Openbank.
- Suala Capital Advisers, fondo de capital riesgo, en el que tropezó tanto con la compra de Paconsa, empresa de transportes, que llevó al concurso de acreedores con un agujero de 185 millones de euros, como con Levantina, empresa líder en el sector de la explotación de piedra natural (mármol, granito, pizarra, etc.), que tuvo que ser rescatada para no presentar concurso de acreedores por BNP Paribas que se la quedó de mano de Ramiro Mato García-Ansorena, que, curiosamente, ha sido nombrado vocal del consejo de administración del Santander en la pasada junta de 23-3-2018.
- En los años al frente de Banesto, Ana Patricia Botín obtuvo un crecimiento de resultados de poco más de un paupérrimo 1% anual; y sin olvidar las sanciones por mal asesoramiento a sus clientes impuestas en 2014 a Santander UK por importe de 14,7 millones de euros, una de las más elevadas impuestas por la Financial Conduct Authority (FCA) en el sector de la banca minorista de aquel país.
Poco después del nombramiento de Ana Patricia Botín al frente del Santander, cuentan fuentes del propio banco, comenzó a diseñarse la operación diabólica del Popular, que nuestro compañero Esteban Cano viene contándoles desde hace meses, con las consecuencias de la ruina de 305.000 accionistas.
Lo que sí parece evidente es que, desde la muerte de Emilio Botín, se han desatado las batallas internas familiares como consecuencia de los peligros judiciales derivados de la adquisición del Popular y el continuado descenso del valor de la acción desde los más de 7€, a los que cotizaba en septiembre de 2014 cuando accedió a la presidencia, a los actuales 4,7€, con las consecuentes pérdidas millonarias para todos sus hermanos. De hecho, la actual presidenta ha establecido un mínimo del 3% como participación significativa para acceder a un puesto como consejero dominical en el consejo de administración del Santander, quedando en manos de Ana Patricia el puesto en el consejo de su hermano Javier, pues las acciones que él representa de la sindicación de acciones y la fundación Botín no alcanzan al 1%.
De todo esto cabe preguntarse si la orden de Ana Patricia Botín de hacerse con el Popular tuvo una doble motivación: en primer lugar, paliar la situación de quiebra del Santander y, en segundo término, vengarse de Luis Valls Taberner por haberla vetado de cara a su padre para ser la presidenta del banco cántabro.