En la comparecencia de los últimos presidentes del Banco Popular ante la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera en nuestro país, se mostraron dos tipos de gestión de un mismo ente o sociedad que, vistos los resultados del trabajo realizado, tanto por Ron como por Saracho, todo indica que se han intercambiado temporalmente dichos sistemas de gestión y, estando descontextualizados, han hecho que hayan aplicado unos sistemas de gestión desplazados de su espacio-tiempo. Fruto de esta extrapolación de los modelos de Saracho tuvimos el resultado de una ineficacia y la nula consecución de resultados positivos que dejó el camino expedito para la actuación de la Junta Única de Resolución, una actuación de la JUR que se realizó desde la precipitación, la descoordinación y más con el anhelo de realizar un buen trabajo que con la objetividad que del trabajo bien realizado, lo que demuestra que fue nulo en dicha objetividad, burlando por su ausencia toda aquella documentación que acredita aquellas calificaciones que la JUR realiza ensalzando su trabajo.
En las nuevas normativas contables y regulatorias, se pone el acento en las previsiones microprudenciales y macroprudenciales. Por ello, la normativa NIIF 9 no solo imputa las pérdidas a su ejecución sino a su previsión que vayan a realizarse.
Estos procedimientos de gestión se denominan proactivos, incidiendo en el prever, anticipar y planear cambios y crisis. El fruto de dicha gestión tiene como resultado la prudencia y la previsión.
Por otro lado, tenemos un segundo procedimiento utilizado en estos últimos años, gestión reactiva, en donde se reacciona a los cambios o crisis luego de que estos sucedan.
Mientras en la gestión privada se incide en una gestión proactiva y prudencial, en la gestión pública comenzamos a ir viendo algunas medidas, aunque su línea de actuación todavía se ciñe a la gestión reactiva.
Fruto de esa gestión proactiva y prudencial son los organismos de supervisión y regulación que realizan su trabajo sin ningún tipo de vínculo o interconexión en realizar un trabajo en coordinación. Y esa descoordinación es lo que muchas veces hace inoperativa e ineficaz el esfuerzo de una gestión proactiva y prudencial.
Y ciñéndonos a los dos expresidentes del Banco Popular, Angel Ron y Emilio Saracho, vemos como la gestión del primero es una gestión reactiva y prudente, marcada por las conclusiones, los trabajos tanto de la auditora (PwC) como de los organismos supervisores, que no son capaces de dar una valoración de la situación financiera donde se encontraba el Banco Popular, y especialmente en su situación de ratios regulatorios. Por esa parte, Angel Ron podría haber cometido un exceso de confianza con dichos organismos, al no darle pautas o indicadores para cumplir los ratios o coeficientes regulatorios. Cosa que puede estar pasando con el Santander en donde dichos ratios o coeficientes regulatorios se han mejorado con la incorporación del Banco Popular.
La gestión de Emilio Saracho ha sido una gestión actual, se la conoce bien, incluso con los esquemas conceptuales anglosajones para poder plantearla y hacer convencer al oyente que tiene delante: una gestión proactiva y muy imprudente.
Uno de los principios fundamentales sobre los que se basa la gestión proactiva es reconocer los fallos y debilidades en la gestión ordinaria y extraordinaria para poder repercutir las deficiencias lo mínimo posible en el funcionamiento de la empresa.
Emilio Saracho, en los 108 días que estuvo como presidente del Banco Popular, sólo quiso reconocer y verificar la situación del Banco Popular y la única medida cierta que sabemos que tomó tuvo su fruto el último día de mayo al lograr 2.279 millones de liquidez aportada por diversos conceptos con lo que el coeficiente LCR (liquidez), con Wizink, llegó al 79,4 %, sabiendo que regulatoriamente se le exigía el 80 % en el año 2017.
Si una gestión proactiva tiene que ir acompañada de iniciativas propias, es en esto donde se constata que tenía muchas propuestas, como las propuestas por Deutsche Bank, Barcklays y, según afirmó en la Comisión, de Credit Suïsse, y algunas más que no conocemos todavía. Otras propuestas fueron la venta de activos inmobiliarios para hacer una valoración del precio que estaría dispuesto a pagar el mercado por el total del paquete inmobiliario o la venta de activos no estratégicos, como WiZink y Totalbank. Ninguna de las que tenía encima de la mesa fueron materializadas por la inacción de Saracho.
Por tanto, una gestión proactiva, pero con inacción a tomar decisiones hizo que la gestión de Saracho fuera negligente e imprudente. Si se le hiciera referencia a todo aquello que da pie a calificar su gestión, es porque en el Congreso, ante la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera solo presentó gráficos de Tono Santos, mientras que toda la documentación que podría haber aportado del Banco Popular brilló por su ausencia.