El Estrecho de Gibraltar va camino de convertirse en un lugar cómodo y seguro para los narcotraficantes. Un narcoterritorio. Las potentes lanchas planeadoras cargadas con cientos de fardos de hachís se pasean cada día ante los ojos impotentes de los agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, que desde sus barcazas obsoletas no pueden hacer otra cosa más que ver cómo los contrabandistas se alejan en el horizonte sin que puedan detenerlos. Esta situación se ha ido cronificando con el tiempo, mientras los sucesivos gobiernos, tanto del PP como del PSOE, han permitido que campen a sus anchas los grandes capos de la droga, que se han hecho dueños y señores de Algeciras y la comarca del Campo de Gibraltar, convirtiendo toda la zona en un pequeño narcoestado, uno de esos que a veces vemos en las películas sobre los cárteles de la droga sudamericanos. Algeciras, un territorio deprimido y muchas veces olvidado con una tasa de paro por momentos cercana al 30 por ciento, de las más altas de Europa, se ha convertido en un buen puerto y refugio para las mafias del hachís, un lugar ideal para que las multinacionales de la droga se instalen confortablemente, sin que a ningún Gobierno parezca importarle. ¿Por qué el Estado ha arrojado la toalla definitivamente en la lucha contra la droga en la frontera sur? ¿Por qué cada vez se invierte menos en agentes y en nuevas barcazas capaces de dar alcance a las velocísimas planeadoras de los narcos? ¿A quién le interesa que perdamos finalmente esta batalla para que triunfen ciertos oscuros intereses?
Ayer vimos cómo la Jefatura de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras recibía a los nuevos agentes que prestarán sus servicios de forma temporal en la demarcación. Llegaron al cuartel con el boato que la situación requiere, y conocimos las misiones que dichos agentes van a tener que llevar a cabo en las diferentes unidades territoriales de la Comandancia de Algeciras. Pues bien, una vez más tuvimos que asistir con sorpresa al hecho de que las unidades más castigadas por la lucha contra el narcotráfico son las que menos refuerzos van a recibir este año, según denuncia la Asociación Unificada de Guardia Civiles (AUGC). Es incomprensible que unidades como San Roque, Guadiaro, Tarifa y La Línea, o el Servicio Marítimo, sólo reciban uno o dos agentes a lo sumo, siendo estas las que más efectivos han tenido o tienen de baja médica por incidentes y tropiezos con los narcotraficantes. Otras demarcaciones como Castellar, Jimena de la Frontera o Torreplata no han recibido ninguna. Fuentes policiales califican esta falta de inversión como “alarmante” y ponen en duda el compromiso del Gobierno en la lucha contra el tráfico de estupefacientes a gran escala. Es como si a alguien le interesara que los malos sacaran cada vez más ventaja en esta lucha sin cuartel y perdida de antemano contra la droga. Las plantillas están cada vez más desmotivadas, las bajas por depresión arrecian, los salarios son bajísimos para unos agentes que se juegan la vida a diario en trepidantes persecuciones con las planeadoras en aguas del Estrecho de Gibraltar.
Ayer llegaron los refuerzos: unidades como San Roque, Guadiaro, Tarifa y La Línea, o el Servicio Marítimo, sólo reciben uno o dos agentes a lo sumo, según AUGC
Entre otras cosas, tampoco se entiende cómo se incrementa la jornada laboral de los ocupantes de las patrulleras a 40 horas semanales, haciendo recaer sobre los agentes la responsabilidad de suplir las carencias, aumentando así la carga de trabajo que deben soportar y el estrés sufrido ante las situaciones de riesgo a las que se enfrentan en la lucha contra unos narcos peligrosos y bien armados. “Por todo ello, desde la AUGC consideramos que los refuerzos recibidos son insuficientes para cubrir las necesidades de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras. Se tiene que cubrir al catálogo de puestos de trabajo en su totalidad de una forma definitiva, no vale que manden agentes de forma temporal, porque una vez que se marchen, los pocos efectivos que quedan tendrán que seguir enfrentándose a los narcotraficantes y deberán hacer frente al drama de la inmigración, teniendo que multiplicar sus esfuerzos como han estado haciendo hasta ahora”, se lamenta la AUGC. Con más de 30.000 afiliados en toda España y más de 1.200 en la provincia de Cádiz AUGC es la decana de las asociaciones profesionales y la mayoritaria en el Consejo de la Guardia Civil. Cuenta con representación en todo el territorio español, en cada una de las unidades y especialidades del cuerpo policial y viene liderando el movimiento asociativo desde la llegada de la democracia, cuando nació como un sindicato clandestino. Su lucha por la democratización y la desmilitarización de la institución le valió en 2010 el Premio Nacional de Derechos Humanos que concede la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE).
Desde esta asociación se sigue reclamando el aumento de unos 300 agentes uniformados para la Comandancia de Algeciras y unos 100 más para los equipos de investigación, unos efectivos “mínimos” para combatir el narcotráfico de una forma eficaz y que nunca llegan. Sin esta inversión que Madrid jamás afronta, pese a que el problema de las planeadoras va a más, el servicio de seguridad que se debe prestar al ciudadano se ve mermado, como está ocurriendo en la actualidad. Entre los agentes cunde la sospecha de que la llegada masiva de inmigrantes de este verano tiene mucho que ver con el tráfico de drogas, ya que las mafias africanas controlan no solo el contrabando de seres humanos sino también el hachís que se mueve en la zona. “Enviar pateras llenas de personas a España, incitar a que cientos de migrantes salten la valla de Ceuta, podría ser una estrategia de despiste de las mafias, ya que cuantos más agentes tengamos que destinar a la lucha contra la inmigración ilegal menos estarán vigilando el Estrecho y el paso de las planeadoras. Eso es de cajón y ellos lo saben”, aseguran fuentes policiales. Se dice que por cada patera que llega a las costas españolas entran mil kilos de hachís por otro punto en una estrategia perfectamente diseñada.
Tampoco se entiende que el Gobierno no haya considerado la zona como de especial singularidad para hacer más atractivo a los agentes este destino, ni que nadie se plantee seriamente la creación de un juzgado específico contra el narcotráfico. Misteriosos interrogantes que hacen sospechar que a alguien, allí arriba, en eso que se llama las altas esferas, no le interesa acabar con el crimen organizado. Por algo será.