Da igual el color del partido, o las intenciones que se tengan, todos los políticos acababan mercantilizando electoralmente a las víctimas de atentados terroristas. Algunos más que otros, pero en general ninguno se salva. Desde el primero al último, desde el jefe del Estado al último representante político municipal. Sólo se acuerdan de estas personas (da igual que sean de ETA, del yihadismo, o de otro movimiento terrorista) para lanzarlas contra los demás partidos, para hacerse fotos con ellos y ellas, para ser más populista que los demás, o simplemente porque toca. Pero en el día a día del sufrimiento real no están, ni se les espera. ¿Cuántos de esos que pegan codazos por salir en la foto saben si hay recursos suficientes para el tratamiento psicológico? Ni dos. Y, por ejemplo, son cientos las personas que hoy en día siguen sin poder entrar en el Cercanías o el Metro de Madrid por los traumas del 11-M.
Lo vivido ayer en Barcelona es un punto más de esa ignominia electoralista que los políticos utilizan para ganar dos votos o para no perderlos. Porque, contradictoriamente, se ha entrado en una dinámica en la que si hay un día de recuerdo (tipo 11-M o 17-A o Miguel Ángel Blanco) y algún político no saca el mensaje de turno es vilipendiado y señalado como vil por los demás. Una hipocresía del buenismo cuando nadie obliga a todos los políticos a recordar hechos tan lamentables. Y en Barcelona tanto unos como otros han hecho uso de ese mecanismo. Por ejemplo, ¿por qué acuden los principales dirigentes de todos los partidos estatales al homenaje? ¿No están ya representados por el presidente del Gobierno y jefe del Estado? O ¿por qué acuden presidenta del Congreso de los Diputados y presidente del Senado si el Estado estaba ya representado por el jefe del Estado? El caso es aparecer en la foto cuando interesa. Porque bien que estuvieron los políticos del PP no apareciendo por el homenaje a las víctimas del 11-M oficial (no el de la AVT cuya directiva era y es afín a su partido y no criticaba al gobierno de Aznar).
En esta ocasión unos y otros, especialmente desde la derecha parlamentaria, han aprovechado para politizar el recuerdo a las víctimas. Pese a los esfuerzos del Ayuntamiento, la politización se ha producido por parte de independentistas y por nacionalistas. Lazos amarillos y convocatoria de los CDR por parte independentista, y convocatoria de apoyo al monarca de la derecha naranja y azul. Todos han hablado de no politizar el acto y llevaban politizándolo desde hace días. Albert Rivera e Inés Arrimadas no han parado de criticar a Torra y demás miembros del gobierno catalán y hoy no ha sido la excepción. Han criticado que hubiese una pancarta contra Felipe de Borbón (como no bienvenido en Cataluña) y que hubiese lazos amarillos y una manifestación secesionista. Pero bien que han callado ante la manifestación y la llamada a dar vivas al monarca que han apoyado y fomentado estos últimos días. Política todo.
Pablo Casado se ha permitido recordar que “los españoles tomarán nota” de los que apoyan a España y al rey. Dolors Montserrat tampoco se ha callado y ha afirmado que recordaba que “Sánchez está sentado en La Moncloa gracias a los independentistas y a Torra. Hoy le pido que estemos unidos con el rey y ante el terrorismo”. Si esto es no politizar un acto en homenaje, debe ser que politizar debe ser otra cosa extraña e inexplicable. Aunque más bien es la muestra palpable de la miseria humana en política. En la izquierda han estado más comedidos en su mayoría. Ione Belarra de Podemos sólo ha expresado su pesar y su homenaje a las víctimas. Y el presidente del Gobierno ha cometido un error mayúsculo por politizar sus mensajes. Pedro Sánchez en su cuenta de Twitter ha sacado dos tuits uno en español y otro en catalán para recordar a las víctimas. El problema es que el que iba en español tenía el escudo gubernamental y la bandera de España y el segundo, en catalán, no. Después de la polémica que se ha generado lo ha modificado y también ha puesto los símbolos en el catalán aduciendo a un problema técnico. Siendo su cuenta particular, aunque sea presidente del Gobierno, igual debería no haber puesto símbolo alguno y no da a “errores técnicos”.
Aunque quienes se han llevado la palma en esta ocasión han sido los políticos independentistas. Utilizar las muertes por terrorismo de unas personas para movilizar al pueblo contra las instituciones es indigno, vil y miserable. La independencia no puede apoyarse en una bazofia humana tal. Es más, si sólo hubiese acudido Torra y tras el homenaje desaparece e, incluso, no le da la mano al monarca (aunque sigue siendo algo político) pues no hubiese pasado nada. Tiene días para sacar lazos amarillos, protestar y pedir la independencia, pero nunca se debe hacer cuando se recuerda a asesinados por terrorismo. Es poco ético y muy alejado del pensar republicano que dicen representar.
Fuera de los que allí han acudido, que sobraban la mitad más uno (al que le han puesto la pancarta), los demás políticos españoles han llenados sus redes sociales de recuerdos para las víctimas. Lo dicho, producto de ese buenismo que criminaliza al que no actúa como masa buenista política. ¿Piensan ustedes que Susana Díaz o Juanma Moreno Bonilla están consternados hoy en día por lo sucedido con la de problemas que tienen en su región? Pues no, pero deben sacar el tuit para que las masas no digan. Y luego hay otros, como Javier Lambán que aprovechan para mandar un recado: “Traslado la solidaridad de Aragón con el pueblo hermano y reivindico la normalidad que significa la presencia del Estado en Cataluña (parte importante de España) con el rey a la cabeza”. No queriendo recordarle al presidente aragonés que el Estado ya estaba presente con las instituciones catalanas y locales (que son parte del Estado), Lambán ha dejado su perla y su cortesanía. En general, la mayoría de los dirigentes políticos dan asco cuando hacen este tipo de utilización, dicen que las víctimas son de todos y todas, para al segundo siguiente apropiarse de ellas, o utilizarlas como han hecho los independentistas.