La agenda internacional del presidente del Gobierno comienza este lunes con la visita oficial a Chile, Colombia, Bolivia y Costa Rica. Desde Moncloa indican que hay que recuperar los lazos con el continente americano en su zona latina y, además, apoyar a las empresas españolas que allí están instaladas. También han deslizado que tratará Pedro Sánchez y los ministros que le acompañan la posible participación de empresas patrias en el tren que cruzará Suramérica desde Brasil a Perú. La gran infraestructura comunicativa transnacional que se plantea en la zona para conectar los dos océanos y que pasará por Bolivia.
Una salida que se presenta como la recuperación de los lazos fraternos con los gobernantes de aquellos países “hermanos”, pero que también tiene su cuestión económica-mercantil. Por todo ello Sánchez acude a Latinoamérica a “hacer las Américas”. Visitar a los hermanos sí, pero también sacar un rédito económico para las pocas empresas que siguen en la zona. Una mezcla de diplomacia e imperio que trasladará a numerosos cargos gubernamentales para cubrir todas las áreas económicas posibles. Dos presidentes conservadores, uno socialdemócrata y uno de izquierdas serán los que le reciban.
Sebastián Piñera, el gran amigo de José María Aznar y con apoyo de EEUU, le recibirá en Chile. Iván Duque, el uribista que acaba de acceder al gobierno, reaccionario con ganas de acribillar la paz obtenida por el ex-presidente Santos, y que se encuentra sometido a los intereses del Imperio. Evo Morales, el presidente de los derechos indígenas y la redistribución de la riqueza propia, e impulsor del tren. Y Carlos Alvarado Quesada, el jovencísimo presidente (38 años) socialdemócrata de uno de los países con mayor desarrollo de Centroamérica. Con estos personajes dispares se reunirá Sánchez en un intento de mejorar las relaciones de España con América Latina que ha sido casi inexistente en tiempos de M. Rajoy.
En Colombia se ofrecerá a Duque para que España actúe como interlocutor y mediador con el ELN (grupo guerrillero con el que hay conversaciones para terminar el conflicto armado), aunque viendo los deseos que expresa el presidente en la sombra, Álvaro Uribe, se hace complicado. Las ganas de venganza y aniquilamiento, utilizando fondos estadounidenses para financiar la guerra y que deje unos dineros en algunos bolsillos dentro del capitalismo de amiguetes (curiosamente ayer se votó en referéndum endurecer las leyes contra la corrupción que en el país suramericano). Las buenas intenciones del presidente español, empero, quedan reflejadas y nunca se sabe por dónde podrán salir las soluciones. Pero juega en territorio enemigo. En Colombia el gobierno sólo reconoce un Imperio amigo, el del norte.
Con Evo Morales tendrá la oportunidad de analizar el megaproyecto del tren de Santos (Brasil) a Perú con 4,000 kilómetros de vía férrea que, se quiere, dote a la logística latinoamericana de una nueva vía de comunicación, tan escasas en aquellas tierras. Un proyecto que requerirá de cientos de miles de millones de dólares/euros por la orografía, pero que permitiría acabar con ciertas mafias del transporte que están haciendo el agosto en aquellas tierras. Un impulso que deberá pasar por encima del capitalismo de amiguetes, de la corrupción, los robos y el impacto medioambiental que podría generar. De todo ello hablará con Morales seguramente.
Cinco días con cuatro países visitados dan para buenas intenciones y quedar para otra ocasión porque, realmente, poco o nada podrán acordar los distintos gobiernos salvo mostrar cartas de intenciones. Un viaje publicitario hacia España aunque necesario dada la pobreza en la que estaban las relaciones internacionales del país con el gobierno de Rajoy. Una oportunidad para tiempos futuros que en el PSOE pretenden revalidar en las próximas elecciones, aunque poco más que una declaración de intenciones que nos venderán espectacularmente (como harían otros dirigentes políticos). Quiere Sánchez crearse un perfil internacional y volver a rememorar sus tiempos en Bruselas.