Sólo a los pirómanos se les ocurre echar gasolina al fuego para avivarlo. Eso mismo están haciendo desde Ciudadanos. Una vez visto que comienzan las peleas y disputas entre los distintos partidos secesionistas, incluso con amenazas entre ellos, y con ello el fuego catalán baja su intensidad, piden a personas afines acudir a la plaza de Sant Jaume el sábado para, paradójicamente, lanzar un mensaje de “no-violencia”. Ayer Inés Arrimadas, como bien dice Antón Losada, tuvo su foto de Juana de Arco sacando la bandera de España en el Parlament y ofreciendo un patético espectáculo de odio y visceralidad. Pero eso no les vale, quieren hacer de Barcelona su Belfast particular, sin importar que haya incluso muertos.
Ahora que los caminos se bifurcan, en Ciudadanos quieren seguir sembrando el odio para provocar violencia. Parecen querer buscar un muerto a toda costa, porque en ninguna cabeza cabe que en el centro de Barcelona, en un lugar propicio para que los ataquen y dejen sin salida, se convoque a personas a una encerrona. Pero no de los Comités para la Defensa de la República (CDR), sino de Ciudadanos. Y lo hacen mediante la Plataforma España Ciudadana para que no les señalen como culpables de lo que pudiese ocurrir.
Albert Rivera habla y actúa de forma antagónica casi. En los cafés que toma en los programas de casquería política de Susanna Griso y Ana Rosa Quintana, muestra querer la concordia, el amor fraterno, o como dice en la convocatoria “condenar la violencia y defender la convivencia, los derechos constitucionales y la democracia”. Pero, como pasó con la concentración de Jusapol (asociación controlada por Ciudadanos), quieren provocar a los secesionistas para que haya violencia. Quieren ser mártires. Necesitan ser mártires. Necesitan poder vender que son víctimas y por eso buscan una y otra vez generar violencia. Por muy lícito que sea defender sus ideas, hay que tener cabeza y no meter a personas en una posible ratonera.
Rivera y Arrimadas, al contrario que Casado que pese a palabras gruesas mantiene cierta prudencia, necesitan sangre en sus rostros para no hundirse como partido. En todas las encuestas se muestras claras tendencias de bajada continuada del voto, tanto por la derecha como por la izquierda, y eso les ha puesto nerviosos. Lo curioso es que se permiten afirmar sin rubor que deben conseguir voto hacia su izquierda, pero se comportan como un partido ultra. Critican al nacionalismo con más nacionalismo porque saben que en la confrontación anímica derivada de ello, lo simbólico importa más que lo material. Como le ha recordado Miquel Iceta a Arrimadas, en un zasca político de los que escuecen, en vez de sacar banderas y hacer discursos incendiarios, debería hablar de los problemas de la gente. Pero no porque ellos quieren sangre y violencia para mantenerse. De ahí que convoquen en la plaza de Sant Jaume a generar más violencia. La delegación del gobierno debería impedirlo por prudencia al menos.