El nuevo caso de terrorismo machista de Girona, en el que un hombre ha asesinado a una mujer a tiros y ha intentado matar a su hija atropellándola, eleva el número de víctimas en este año a 39 a las que habría que sumar cinco menores. Esto demuestra que las medidas que, con buena voluntad, se han querido implementar con el Pacto de Estado contra la Violencia de Género son absolutamente insuficientes. ¿Hay voluntad política para luchar cara a cara contra esta lacra para frenar la masacre? Las cifras desde que se comenzó a computar el número de asesinadas son escalofriantes, sobre todo si se ponen en perspectiva con otros tipos de terrorismo que ha vivido nuestro país. Desde el año 2.003, 963 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas. La banda terrorista ETA, en más de medio siglo de historia, tiene en su negro haber 854 personas.
Es cierto que la lucha contra el terrorismo machista es más complicada que contra organizaciones como ETA, Al-Qaeda o Daesh porque, precisamente, los asesinos de mujeres no están organizados y hace muy complicado un control sobre sus actos… salvo que haya voluntad y dotación presupuestaria para lograrlo.
España destina 5.700 millones de euros para la lucha antiterrorista y el Pacto de Estado contra la Violencia de Género tiene una dotación de 200 millones. Lo primero es totalmente justo porque está en juego la vida y la libertad para que las personas puedan vivir sin miedo. Lo que está totalmente fuera de lugar es lo destinado a prevenir que las mujeres de este país sean asesinadas por el machismo sistémico que aún se encuentra instalado en las instituciones que, precisamente, deben velar por la seguridad de las maltratadas. Esto lo hemos visto en el comportamiento de jueces que están al frente de juzgados de violencia de género o que redactan votos particulares en los que defienden a maltratadores y violadores. Lo vemos también en las Fuerzas de Seguridad del Estado que, aunque están haciendo un trabajo ingente para evitar los asesinatos, se hallan en muchas ocasiones con mandos que les obligan a retirar vigilancias o con miembros que no ven riesgo en el maltrato continuado contra la mujer.
Si no hay suficiente dotación presupuestaria que permita que las mujeres maltratadas pierdan el miedo a denunciar porque comprueben que los protocolos de protección funcionan, entonces no existe voluntad política para frenar la masacre del terrorismo machista. En estas páginas hemos publicado cómo la derecha española, la que se une a organizaciones contrarias a la igualdad y los derechos de la mujer como Hazte Oír, se opone a una ley que es garantía para alcanzar el objetivo de la igualdad real.
Si es necesaria una partida presupuestaria de varios cientos de millones para que las Fuerzas de Seguridad puedan controlar a los asesinos que tienen órdenes de alejamiento con pulseras de control telemático, se busca el dinero de donde haga falta. Si hay que ampliar las plantillas de las diferentes policías para que las mujeres no estén desamparadas, se amplían. Es así de sencillo y eso no se puede lograr con 200 míseros millones de euros. Si hay que dar competencias a los servicios sociales de los Ayuntamientos, Diputaciones o Comunidades Autónomas para que puedan actuar contra los maltratadores sin tener que escalar a otras entidades superiores, se dispone el presupuesto necesario para ello. Si hay que negociar con la banca para que pongan a disposición de las mujeres una parte de sus activos inmobiliarios para crear redes de protección o casas de acogida, se negocia. Además, esa voluntad por la banca por ponerse al servicio de la ciudadanía —porque el terrorismo machista es un problema de Estado— es la mejor oportunidad que pueden tener para demostrar que están con la mujer y su alardeado feminismo no es una impostura más. Eso es voluntad y todos los partidos deberían ser proactivos en un tema que nos afecta a todos y a todas.
Además de la falta de voluntad política, a pesar de que los movimientos del gobierno de Pedro Sánchez y Carmen Calvo están empezando a ir por el buen camino, se echa mucho de menos que a cada asesinato machista no haya una condena explícita por parte del Jefe del Estado. No sirve condenar en el discurso de Navidad. Eso no son más que palabras vacías que no van a ningún lado.
Por tanto, mientras que no exista una voluntad real por parte de la política y de la Jefatura del Estado para erradicar la masacre del terrorismo machista, España es un país en el que las mujeres están desamparadas ante el patriarcado.