Un viaje en el Metro de Madrid para conmemorar algo que no es conmemorable. Que no tiene ninguna fecha concreta y precisa para conmemorar sino sólo intentar dar un lavado de imagen a un monarca cada vez más cuestionado por la sociedad. La ocasión inventada para hacer Corte ha sido la inauguración de una exposición sobre el centenario del Metro madrileño que cumple esa efemérides ¡¡¡dentro de un año!!! En efecto el Metro de Madrid lo inauguró el bisabuelo del actual inquilino de la Zarzuela Alfonso de Borbón el 17 de octubre de 1919. Ayer, por tanto, se celebraban los 99 años. Lo que indica que, con suerte, Felipe de Borbón volverá a utilizar el Metro en un año con motivo del centenario.
Una inauguración que ha contado con autoridades comunitarias y estatales, porque cuando se hace profesión de cortesanía hay que hacerla bien, como el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, y la ministra de Industria, Reyes Maroto. Por cierto, esta última la que mejor se ha manejado con la inservible y polémica tarjeta que se inventaron en el PP y que es un sacacuartos y una estafa. Borbón, pese a que nos lo venden como muy preparado, tampoco es que haya sabido acertar con pasar la tarjeta en el círculo verde de apertura. Cosas de ir a todos lados en coche oficial desde que se es un crío. Un magno evento que han querido enlazar todos los cortesanos que allí se han reunido con la inauguración por parte del bisabuelo, ese mismo al que España dio la espalda después de consentir una dictadura y la represión contra la clase trabajadora. Y es que los Borbones pueden haber sido muy campechanos, pero eso de juntarse con la plebe como que no.
De hecho el vagón de Metro ha sido seleccionado especialmente para la ocasión así como las personas que viajarían en el mismo. Porque cualquiera que haga el recorrido Sol-Chamartín sabe que por las mañanas esos vagones van bastante más llenos y el intercambio de línea también. Unos vagones que normalmente van llenos de trabajadores y trabajadoras que se desplazan para cumplir con horarios infernales en trabajos paupérrimos. Una clase trabajadora con la que no se junta el Borbón. Como tampoco coge, aunque hubiese sido para la foto, la escoba en Mallorca. Todo en la monarquía española es fachada y mentira. Eso sí, el papá bien que se cubrió el riñón con comisiones como ya se ha contado en estas mismas páginas, cuando surgieron las conversaciones de la ex-amante Corinna. Para eso han estado hábiles, pero para juntarse con la clase trabajadora que genera la riqueza de la que cobran todas esas personas improductivas que habitan en la Zarzuela no.
Un nuevo lavado de imagen de un monarca que ha tomado parte por una posición política, preferiblemente el PP, y que se sabe en el punto de mira de una sociedad que ya no aguanta que alguien por el mero hecho de consanguineidad ejerza la representación de personas que no le han elegido, que ejerza el poder militar, que ejerza el poder Ejecutivo (aunque compartido, pero no olviden que es el monarca quien sanciona las leyes), que viva “a cuerpo de rey” mientras la ciudadanía se encuentra explotada y con dificultades a fin de mes, el que tiene suerte de llegar. A los 99 años se conmemora y a los 100 también, así tenemos dos visitillas del monarca y muchas fotos. Así, intentan vendernos una cercanía de la monarquía heredada del franquismo que no es tal. Pero cortesanos entre los miembros de la clase política los hay a millares. Capaces de darse codazos por salir al lado del Borbón. Pero nunca verán a una proletaria, salvo que haya sido excelsamente escogida para la ocasión. Un rey de una élite económica y empresarial que se hace fotos en el Metro para despistar.