Los mitos que Vox está propagando acerca de la inmigración como culpable de todos los males de la sociedad española no se corresponden con la realidad. Podría decirse que su programa electoral es un fake, una estafa, simple humo. De aplicarse a rajatabla las medidas que propone el partido verdoso, es decir el cierre de fronteras a los migrantes, la primera consecuencia sería que la economía española entraría en una crisis profunda. En primer lugar, todos los informes de los organismos internacionales expertos en la cuestión migratoria, como el FMI, la OCDE o la ONU, dan por hecho que el flujo de personas a Occidente es la única solución para evitar el envejecimiento paulatino de la población en los países ricos. Efectivamente, las bajas tasas de natalidad son el mayor problema demográfico al que se enfrentan las sociedades avanzadas. Sin inmigración, países como España –donde el número de nacimientos al año se acerca a la tasa 0 y la esperanza de vida de alarga–, se convertirían a corto plazo en países de viejos.
En segundo término, el sistema de seguridad social no podría sostenerse en el horizonte de 2050 si no siguieran llegando inmigrantes. De hecho, las pensiones que dependen directamente de las cotizaciones de los trabajadores nacionales y extranjeros corren serio peligro y la única manera de garantizarlas es seguir manteniendo el actual nivel de aportaciones. Un dato facilitado por el propio Gobierno español resulta revelador en este punto: nuestro país necesitaría 5 millones de trabajadores inmigrantes para seguir manteniendo el sistema de Seguridad Social tal como lo conocemos hoy.
Además, gracias a los impuestos que también pagan los llegados otros países se pueden mantener servicios públicos esenciales como la Sanidad y la Educación. Por eso, porque contribuye como cualquier otro español, un migrante tiene el mismo derecho a ser atendido en un hospital. Aquí Vox juega a una demagogia no solo peligrosa desde el punto de vista ideológico, por alimentar el discurso del odio, sino también en lo económico, ya que el propio Santiago Abascal es perfectamente consciente de que sus ideas se asientan en la mentira y la falsedad: el Estado de Bienestar se desplomaría sin remedio si se cortara el flujo migratorio como propone el líder de Vox.
Pero es que además la llegada de extranjeros (por lo general mano de obra barata y precaria) contribuye al crecimiento económico del país, y eso lo reconocen todos los economistas. La historia está plagada de ejemplos que demuestran que grandes países se construyeron gracias a la contribución de los inmigrantes. Ese fue el caso de Estados Unidos, que entre finales del siglo XIX y principios del XX recibió sucesivas oleadas de extranjeros. Fueron los irlandeses, italianos, alemanes, polacos y ciudadanos de decenas de nacionalidades distintas que huyeron del hambre y la pobreza en Europa quienes hicieron posible el milagro económico norteamericano. Ellos, los otros, los forasteros, situaron a Estados Unidos como primera potencia del planeta con su trabajo y su esfuerzo. Nosotros los españoles, sin ir más lejos, tuvimos que emigrar a otros países en diversas etapas de la historia y a partir de 1996, al alcanzar España el estatus de país avanzado, empezamos a recibir a cientos de miles de inmigrantes. El boom de la construcción, ese que nos situó aunque ficticiamente a la vanguardia junto a los países del G-20, no podría explicarse sin la aportación de miles de inmigrantes africanos, rumanos y latinoamericanos que fueron contratados como mano de obra barata en este sector.
Cuando Abascal insinúa que los migrantes vienen a quitarle el trabajo a los españoles está mintiendo conscientemente, ya que las cifras que barajan organismos oficiales como el Instituto Nacional de Estadística o el Ministerio de Trabajo demuestran que los trabajos de inferior categoría, como el campo o la ya citada construcción, son desechados por los españoles, que ya no desean los empleos más duros, mal remunerados y poco gratificantes. Y aquí surge la pregunta: si los españoles descartan trabajar en faenas rurales, ¿quién recogerá las cosechas?, ¿quién llevará los alimentos a nuestras casas?
Y otro falso mito que emplea Abascal hasta la saciedad: los extranjeros reciben más de España de lo que aportan. Tampoco es cierto. Según Expansión, que cita un informe de La Caixa, se trata de una falsa creencia. “La Oficina Económica del Gobierno presentó en 2006 un amplio estudio sobre la contribución económica de la población extranjera. Las cifras no podían ser más favorables. Los inmigrantes habían sido directamente responsables de la mitad del fuerte crecimiento del PIB español entre 2000 y 2005 (con un 3,6% de crecimiento medio anual) y su aportación a las arcas del Estado era francamente positiva: absorbían el 5,4% del gasto público, 18.600 millones, y aportaban el 6,6% de los ingresos totales, con 23.400 millones. El saldo neto de su contribución era de casi 4.800 millones (la mitad del superávit de entonces del conjunto del sector público). Y, según el informe de Moncloa, no había posibilidad alguna de que esta posición se revertiera hasta al menos 2012”.
Ninguna de estas evidencias apoyadas en datos oficiales servirá a Abascal, el tozudo y fanatizado Abascal, para reconsiderar su discurso por momentos xenófobo. Y no lo hará porque sencillamente falsear la realidad, manipularla en función de una ideología ultranacionalista, da votos. Eso es lo único que a él le interesa ahora. Llegar a las instituciones como sea, aunque sea a costa de estafar a los españoles con una inmensa, peligrosa e injusta mentira.