¿Cómo es posible que el día 18 de mayo Emilio Saracho hubiese dicho en el Consejo del Popular: «El Presidente comenta la perspectiva de solicitar un ELA al Banco de España, resaltando que se lleva trabajando en las premisas necesarias para poder solicitarlo, especialmente mediante la puesta a su disposición de los colaterales que podrían utilizarse. Comenta las conversaciones habidas con la CNMV sobre las obligaciones de tener que comunicar a los mercados haber necesitado acudir a un ELA. Destaca que el momento de pedir un ELA no ha llegado, ni se prevé que llegue puesto que el Banco tiene actualmente liquidez suficiente»? Increíble, si no hubiese un plan diabólico detrás.
¿Cómo es posible que el 29 de mayo Saracho hubiese afirmado en la reunión del Consejo de Administración, justo una semana antes: «A su juicio, la carta recibida es un paso más en la misma dirección que la anteriormente remitida por doña Daniele Nouy, presidenta del Consejo de supervisión del Banco Central Europeo. Se trata de una medida cautelar derivada de las dificultades prácticas de aplicación del mecanismo de resolución, dado que no se ha utilizado hasta ahora y que en este caso se trata de un Banco solvente y con liquidez. Cualquier actuación sin la colaboración del Banco sería muy negativa, por lo que la postura debe de ser la de máxima colaboración. La obligación del Banco es que si llega el momento en que sea inevitable la activación del mecanismo de resolución, ésta no se haga de una manera improvisada, para lo que es imprescindible la colaboración del Banco»?
¿Cómo puede hablar Saracho con esa frivolidad de la resolución del Banco, de un banco solvente y con liquidez? Saracho cae en continuas contradicciones y su inacción prolongada sobre la liquidez y las filtraciones intencionadas a los medios de comunicación ponen de manifiesto un comportamiento negligente en el manejo de la comunicación que resultó letal para el Banco y para la fuga de depósitos.
Pero es más sorprendente, si cabe, lo que menciona Saracho en la parte final de su carta a Nouy, recordemos que enviada por mail el día 5 de junio, horas antes de declarar el Banco inviable. Le dice, que el Banco seguía en contacto con cuatro potenciales “oferentes” que inicialmente habían mostrado interés, de los cuales dos seguían en el proceso y un tercero había requerido volver a disponer de información a través del VDR (“virtual data room”). Decía también que ese día les había enviado cartas a todos ellos una carta con “estructuras” que podían facilitar cerrar una operación; también que, a lo largo de aquella semana, que acabaría el día 11 de junio, habría más contactos con los candidatos…
También menciona que el Banco sigue en el proceso de valorar sus activos inmobiliarios, pero que tal revaluación llevaría tiempo, por lo menos hasta el cierre del primer semestre -30 de junio-, y sólo cuando los estados financieros estuviesen auditados –eso posponía la solución hasta finales de julio-. También le dice a Nouy que el resultado de la evaluación tendrá en cuenta el resultado de la Inspección que el BCE estaba practicando…
Otra vez encontramos a Saracho escenificando el desastre, la necesidad de una revaluación de los activos inmobiliarios la crea él mismo, los activos inmobiliarios estaban correctamente tasados, pero necesitaba retasarlos porque decía que era necesario deshacerse de ellos rápidamente: una forma de crear pánico mediante la creación de un agujero que sólo persigue beneficiar a un tercero.
Dice también que tiene planes de ampliar capital, si la venta del Banco no sale adelante, incluyendo la venta de porfolios de inmuebles adjudicados.
Acaba con un párrafo muy relevante en el que indica a Nouy que va a convocar el Consejo a no más tardar el viernes 9 de junio, para informarle en los avances en materia de liquidez, de operaciones corporativas de venta o de reforzamiento de capital y tomar las decisiones correspondientes, incluidas las potenciales consideraciones sobre la probabilidad de quiebra del Banco, que le transmitiría inmediatamente.
Parece que Saracho había llevado al Banco a una situación de insostenibilidad a través de la pérdida de liquidez, pero dejando entrever que había problemas subyacentes de difícil cuantificación; pese a que esa cuantificación se iba a hacer sobre supuestos de liquidación rápida de los activos; siempre a costa de los accionistas actuales y en beneficio de quienes se quedasen el Banco.