Que el sistema económico capitalista penaliza y discrimina a las mujeres, condenándolas incluso a percibir menos salario que los hombres a igualdad de condiciones, es un hecho recogido en numerosos estudios y análisis especializados. Las mujeres tienen que soportar la brecha salarial cuando están en activo, pero es que además el sistema sigue siendo machista con ellas cuando llega la hora de la jubilación. En nuestro país, ni siquiera la vejez es capaz de igualar en derechos a pensionistas de uno y otro sexo. Urgen por tanto medidas correctoras que ningún gobierno ha acometido en 40 años de democracia.
Según el informe Análisis de las pensiones desde la perspectiva de género, elaborado este año por el sindicato UGT, la desigualdad entre hombres y mujeres se manifiesta también en el cobro de las pensiones. Esta brecha, que se define como la diferencia entre la retribución media percibida por las mujeres en concepto de pensión y la percibida por los hombres, era en el año 2015 del 37,92 por ciento. Nuestro sistema de pensiones contributivas de la Seguridad Social presenta una gran disparidad respecto al género, “y las mujeres soportan importantes diferencias con los hombres, no solo en cuanto al número de las que reciben prestaciones económicas, sino también en cuanto al tipo y a la cuantía media de sus pensiones”.
Según el análisis elaborado por UGT, la “aparente neutralidad en el cálculo de las pensiones”, basado en las cotizaciones que ellos y ellas realizan a lo largo de la vida laboral, perjudica a las mujeres por tener carreras de cotización más cortas, con interrupciones constantes provocadas por salidas periódicas del mercado laboral y por ser las principales receptoras de la contratación a tiempo parcial. Tal como queda recogido en el informe, la fórmula de cálculo resulta claramente discriminatoria respecto a la utilizada para el empleo a tiempo completo. Ello ha generado “una brecha en las pensiones que reciben mujeres y hombres que resulta inaceptable”.
Un jubilado varón en nuestro país viene a cobrar una media de 1.254 euros mientras que ellas perciben 805 euros. La diferencia es evidente: casi 450 euros al mes de diferencia. “Las mujeres han cotizado menos porque se han dedicado al cuidado de hijos y mayores”, afirma con resignación Andrea Uña, una pensionista resignada a la discriminación salarial que se desahoga en un programa de televisión. Reme Máñez, otra pensionista, asegura que trabajó en una empresa que sólo promocionaba al sexo masculino. “La pensión de los hombres siempre es más alta porque se jubilan con una base superior”.
Pero esta situación no es exclusiva de nuestro país, según el informe de UGT. En la Unión Europea, la brecha de género en materia de pensiones asciende al 38,3% para el grupo de edad de 65 años y más. Por ello el Parlamento Europeo adoptó en junio del pasado año una resolución sobre la necesidad de una estrategia de la Unión “para eliminar y prevenir la brecha de género en materia de pensiones, en cuya exposición de motivos se reconoce que la brecha de género en las pensiones no es más que un reflejo de la gran cantidad de desigualdades que experimentan las mujeres a lo largo de la vida y en su carrera profesional”.
Varias razones explican esta lamentable discriminación: la brecha salarial, provocada en particular por los fenómenos de discriminación y segregación y por las interrupciones de la carrera profesional; las circunstancias sociales, conyugales o familiares de quienes acceden a una pensión, siendo la situación de las viudas la de mayor vulnerabilidad; y las tareas de cuidado, que recaen de forma casi exclusiva sobre las mujeres y que las llevan a interrumpir reiteradamente sus carreras de cotización y se ven obligadas con más frecuencia a recurrir al trabajo a tiempo parcial.
Todos estos elementos unidos repercuten negativamente sobre las pensiones de las mujeres, por lo que resulta necesario combatir estos factores, según los analistas de UGT. “Dicha resolución de la UE recuerda la función primordial que desempeñan los interlocutores sociales en las cuestiones relativas al salario mínimo, respetando asimismo el principio de subsidiariedad; y resalta la relevancia del papel de los sindicatos y de la negociación colectiva a fin de garantizar que las personas mayores tengan acceso a unas pensiones públicas acordes con los principios de solidaridad intergeneracional e igualdad de género”.
En ese sentido, desde UGT “consideramos esencial dar a conocer la situación actual de nuestro sistema de Seguridad Social en cuanto a los diferentes tipos de pensiones que reciben mujeres y hombres, en función de las contingencias, el régimen, las comunidades autónomas y la cuantía de la pensión, con el fin de analizar las diferentes brechas de género en nuestro actual sistema de pensiones y exigir que se adopten las medidas oportunas para corregirlas”.