La secretaria de comunicación del Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso, íntima de Pablo Casado, parece vivir en una realidad paralela donde no cabe más verdad que la suya y todos los que no opinan ni parecido son extremistas. Al menos por las declaraciones que ha realizado en la televisión así lo demuestran. Para la popular Vox es un partido democrático y constitucionalista con el que se puede llegar a acuerdos. De hecho la única diferencia que observa entre ambas formaciones es que unos sí apoyan las Comunidades Autónomas y los otros no. El resto, unos odiosos que son la Anti-España, o unos cuñados sumamente molestos y con tendencias izquierdistas como Ciudadanos. Aunque con estos últimos también se puede negociar porque son muy españoles.
Pedro Sánchez para esta dirigente política es un partido extremo y Podemos extremo extremista: “Podemos es radicalmente extremo, el sanchismo que está cenando con Otegui (que no el PSOE) es extremo y pactar con independentistas es extremo”. Y el extremo de la barra no se acaba nunca, le ha faltado decir. Lo dicho, la anti-España de siempre vuelve al partido de la reacción como es el PP. Cuando no tienen ninguna capacidad técnica que demostrar (sus gobiernos son los que más deuda generan al Estado por incapacidad y corrupción), se lanzan al monte recuperando viejas tradiciones y personajes como Ramiro Ledesma o Víctor Pradera. Sin más argumentario que la identidad y el odio, se han puesto a competir con Cs y Vox a ver quién es capaz de salirse más del tiesto y decir la tontería más grande. Decir de Pedro Sánchez, un social-liberal de toda la vida (de hecho era la derecha del triunvirato de aquellas primarias con Madina y Pérez Tapias), que es un extremista es vivir en una realidad paralela o bien estaba con algún compañero del PP y se ha picado para ver si era capaz de soltar una así: un “¡Aguántame el cubata!”. Si hubiese sido lo único que ha dicho podría tratarse de un calentón, pero es que la entrevista ha seguido por esos mismos derroteros de inoculación de odio a todo lo que no se ajuste a su pensamiento.
“Vox no es extremo, aunque tiene postulados que no comparto” ha dicho concretamente para afirmar que, respetando a los votantes, tienden la mano a la formación de Santiago Abascal. La mano, el pie y lo que haga falta con tal de luchar contra la anti-España. Lo normal en democracia para Díaz Ayuso es apoyar y apoyarse en un partido neofascista. Pero es un argumento falso, no falsable como le gustaría a ese liberal de verdad que fue Karl R. Popper, pues a los votantes del PSOE y de Podemos, y no digamos de los comunistas de IU, no les respetan. Valen más los 400.000 votantes de Vox que el millón del PSOE. Porque unos son de los nuestros y los otros son unos rojos extremistas. Y ya se sabe, en la famiglia todo queda en casa. Tampoco es Vox un partido constitucional en tanto en cuanto no respeta los valores derivados de la carta magna, ni la letra, es más bien un partido antisistema. Eso sí, no son lo mismo que el PP afirma la comunicadora popular para preservar su voto, porque como sigan así blanqueando a Vox igual los que acaban mendigando votos son ellos y ellas.
Está cansada, la pobre, de ese discurso de izquierdas dice “que si eres de izquierdas proteges más a la mujer, que si eres de derechas”. Y el argumento es que entre esos 400.000 votos de Vox hay mujeres. Y hay trabajadores que votan al PP por aquello de la identidad y no por ello el partido conservador protege a los trabajadores. De hecho estos últimos años los ha machacado, criminalizándolos además por no ser emprendedores. No es un argumento por tanto que siga una lógica y tenga fundamentación plausible. De hecho muchísimos pensadores investigaron después de la II Guerra Mundial el porqué de la pasividad de los judíos mientras les llevaban a las cámaras de gas. Hay que hilar más fino y no hablar de estigmas sino de realidades, porque en las Casa de la Mujer de muchos ayuntamientos dirigidos por el PP se hace macramé y no son de pueblos perdidos de la España vacía. O en la Comunidad de Madrid, de la que ella cobra, no se gastan todos los fondos destinados a la violencia machista. Hay muchas mujeres comprometidas con la defensa de la mujer en el PP, pero no están en el siglo pasado, ni en el XIX. No es que el PP y Vox estén “entre Nueva Zelanda y Marte” sino que sus propuestas están entre 1933 y 1981.
Todos extremistas menos el PP que es el centro… del Universo desplazando incluso a dios, porque es un flojo al elegir a Francisco I como Papa deben pensar. Eso sí, son poco originales al tomar la estrategia de Albert Rivera de atacar al sanchismo pero dejando fuera al PSOE como institución. Las baronías del PSOE hablan no porque les saquen del sanchismo PP y Cs, o porque les hagan la pelota, sino porque están a su juego personal de ganar precisamente al PP y a Vox. Han visto que la tontería de Susana Díaz no ha servido y se lanzan a defender lo suyo, no lo del PSOE de Pedro Sánchez. Claro que era algo que llevan haciendo incluso antes de que fuese presidente del Gobierno, salvo que antes no hacía tanta gracia a la prensa cavernaria y a la reacción. Pero mal deben andar en el Partido Popular de Casado cuando le copian la estrategia comunicativa a Albert Rivera, que no es que sea un dechado de virtudes. Mal van cuando blanquean a un partido que va a acabar por fagocitarles electoralmente en buena parte de las zonas urbanas. Mal van o es que están haciendo méritos para pasarse a Vox y sentirse como en casa realmente. Mal van cuando prefieren destruir la democracia que tomar conciencia y estudiar un poco.