En su balance anual, la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) asegura que en el año 2018 ha sido objeto de una “campaña continua con intentos de ilegalización tanto por vías políticas como mediáticas”, por lo que ha decidido modernizar su página web y sus redes sociales para “dar la batalla” cibernética. Transcurridos nueve meses, “se puede constatar la gran mejora experimentada, hasta el punto de que con un incremento de un 81%, hoy, combinando las audiencias de la web propia con otras anejas, el número de seguidores diarios alcanza un pico de hasta 70.000 personas”.
La asociación afirma que su idea es seguir difundiendo el legado de Franco con “ánimo positivo”, sin entrar en polémicas con “medios hostiles” para devolver los “ataques continuos” que recibe. “Y que conste que tendríamos argumentos más que suficientes para ello, pero en su momento optamos por la reconciliación y, salvo en casos puntuales de defensa, seguiremos haciendo oídos sordos a las maledicencias vertidas y nos limitaremos a mostrar las bondades del Régimen del 18 de julio con especial hincapié en el ámbito social y moral”, asegura la web de la FNFF.
Ahora la pregunta sigue siendo cómo una asociación que promueve idearios fascistas continúa funcionando con total impunidad. El país que nunca derrotó al fascismo se ha convertido en un auténtico santuario para este tipo de organizaciones nostálgicas de los regímenes totalitarios del siglo XX. Hasta siete fundaciones y asociaciones trabajan públicamente o en condiciones más o menos semiclandestinas en nuestro país, propagando una idea falsa de la historia y promocionando valores contrarios a la democracia.
En España no solo funciona con total normalidad la Fundación Nacional Francisco Franco, sino otras similares como la Fundación José Antonio Primo de Rivera, la Fundación Yagüe, la Fundación Pro-Infancia Queipo de Llano, la Fundación Blas Piñar, la Fundación Serrano Súñer, la Fundación Ramiro Ledesma Ramos y la Fundación Las Hijas de Millán Astray y Capitán Cortés. Esa pasividad, y hasta tolerancia, de los diferentes gobiernos de Madrid han permitido el nacimiento y desarrollo de este tipo de organizaciones.
El presidente de la FNFF, Juan Chicharro, general de División de Infantería de Marina, asegura en su informe anual que “las acciones en el ámbito jurídico” en los primeros meses del año de la asociación se limitaban a la “defensa de la verdad histórica, con especial hincapié en lo relativo al callejero de Madrid y en otras ciudades de España”. Sin embargo, fue a mediados de junio pasado cuando −a raíz del anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de que se procedería a la exhumación de los huesos del dictador−, la actividad de la FNFF “se volvió frenética, tanto en el ámbito jurídico como en el mediático y en el indirecto de acción popular”.
Chicharro pone como ejemplo la convocatoria a una misa el día 15 de julio en la Basílica del Valle de los Caídos, que “propició la masiva presencia de miles de españoles que dieron muestras de que no íbamos a ser los únicos en la defensa de la dignidad de la historia y de su verdad”. La FNFF recuerda que desde el primer momento su gabinete jurídico, en coordinación con la familia Franco, se prestó a “dar la batalla” legal y “con acertada estrategia, alegación tras alegación, escrito tras escrito, recurso tras recurso, hemos llegado a la situación presente”. Esa situación favorable, a juicio de la FNFF, es que ha conseguido que sea el propio Tribunal Supremo quien advierta al Gobierno de que no podrá proceder a la exhumación de los restos del tirano sin que sea el propio tribunal quien lo autorice, después de que la familia Franco “haya ejercido su derecho a la tutela efectiva”. Para Chicharro, es de destacar la “impecable actuación de los abogados que trabajan con y para la Fundación”.
Chicharro recuerda que asumió la presidencia de la FNFF el pasado día 1 de marzo y que, cuando ni siquiera había tomado posesión de su cargo, “se levantó una tormenta mediática como consecuencia de mi condición militar y curiosamente aún más por haber ejercido como Ayudante de Campo de S.M. el Rey Juan Carlos I durante un corto periodo, veinte años antes”. La FNFF, según su máximo responsable, adquirió entonces una “relevancia” no conocida hasta ese momento, una relevancia que se iba a incrementar meses después como consecuencia de las intenciones manifestadas por el “Gobierno sociocomunista de exhumar los restos del Caudillo del Valle de los Caídos”.
“Mi opinión es que aquel acoso mediático inicial no tuvo otra intención que vincular –equivocadamente− a la Corona con la FNFF, apuntando la izquierda su criterio respecto a la propia Monarquía. Desprestigiar a la Corona ante la opinión pública intentando mostrar vínculos con el franquismo ha sido y es objetivo permanente de aquellos que pretenden erradicar la Transición y el denominado espíritu del 78”, añade en su balance. De ahí la “relevancia mediática” que la FNFF adquirió entonces, según la organización. “Nada extraño, por otra parte, pues por mucho que hoy se tergiverse la historia, la realidad es que si España es hoy una Monarquía es simplemente porque así lo dispuso Francisco Franco”, afirma.