Así de claro, ¡No nos van a amedrentar desde Vox! Las denuncias a los periodistas o medios de comunicación que descubren sus mentiras, sus misoginias, sus intentos totalitarios, su complicidad con los poderes económicos, su sionismo, su negacionismo de la violencia machista, su tradicionalismo, su chulería, sus robots en redes sociales, su xenofobia, su esencialismo, su maldad en términos generales será denunciado sin pensar en las posibles consecuencias jurídicas de quienes se creen los más machos del corral y, de momento, sólo han demostrado chulería pero muchas bajadas de pantalones. La inoculación de odio, a la que se han apuntado últimamente Pablo Casado y sus corifeos, que hace Santiago Abascal y toda esa recua que le acompaña será denunciada porque, sí, como ha dicho Antonio Maestre les hace cómplices de lo que pueda pasar en un sentido violento.
A Maestre le han denunciado por decir una verdad, que el odio engendra odio. Como expresa, ya que son tan católicos, apostólicos y romanos, Mateo 5:22 “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio”. Esto no lo comprenden porque el sermón de la Montaña es incomprensible para todos los preconciliares que habitan en la cueva de Vox (muchos de ellos son hijos de la Asociación de Católicos Propagandistas) Para ellos el resto no son hermanos o hermanas, sino que siguen la senda del conmigo o contra mí. Incitar al odio, como hace Abascal en demasiadas ocasiones, de forma sibilina, pero odio al fin y al cabo, es perjudicial para la sociedad, por ello deben ser responsables de lo que ocurra. Lo mismo que se ha dicho en estas páginas sobre lo que hacía Albert Rivera, otro odiador profesional, se puede aplicar a los neofascistas.
Mentiras y bulos extendidos gracias a la segmentación proporcionada por los algoritmos y el Big Data, como hemos contado, son la fórmula que desde Vox utilizan para inocular odio contra las personas y los demás grupos sociales que no piensan como ellos. Decir que quieren una ley de violencia intrafamiliar, esto es, reducir el machismo estructural que somete a las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad a lo doméstico, Casado y Abascal dixit, no es luchar por las mujeres. Todo lo contrario, es seguir sometiéndolas. Por eso no les importa lanzar el bulo de que ha habido 68 muertes de niños y niñas a manos de mujeres el último año. Una falsedad ignominiosa que denunciamos sin rubor y que destila odio a todas esas mujeres que luchan por la igualdad. Porque no nos quieren iguales sino sometidos. Primero comenzarán contra la mujer para desviar el tiro y poder someter al resto de la población que no sean los poderosos.
No son populistas con propuestas iliberales, como suelen decir los pensadores de esa progresía buenista y caviar que pulula en numerosos medios de comunicación que se dicen de izquierdas. Son neofascistas porque quieren reducir el poder del Estado para crear una sociedad totalizada mediante el control de los medios de comunicación, de la negación de derechos sociales en favor de un individualismo heroico que no es sino la máscara para enterrar la lucha de clases y la lucha de las mujeres. Sí, la lucha de clases, pues la clase dominante ya ha comprobado con Donald Trump, con Vladimir Putin o con Viktor Orban que es posible conseguir una dictadura silenciosa en las sociedades occidentales. Bajo el paraguas de una especie de democracia, que no es ni la liberal-burguesa, consiguen dominar a las personas mediante numerosos mecanismos. Para ello nada mejor que recurrir a lo que, frente a una identidad más material, es capaz de movilizar: el miedo y lo étnico. Sólo así se explica que no haya ardido Hungría después de aprobarse la “Ley de Esclavitud”.
Visto que en España con Rivera y Casado no consiguen al final domeñar al resto de partidos políticos, nada mejor que blanquear incluso desde los medios “progres” a Vox y su “iluminado” Santiago Abascal. Se escandalizan por las propuestas contra la violencia de machista, porque es para escandalizarse, pero nada dicen de las propuestas económicas que llevarían a la clase trabajadora a una mayor explotación. Y ambas cuestiones son importantes, pero una sirve de excusa máscara para que puedan llegar a acuerdos y poco a poco destruir las conquistas sociales que tanto ha costado arrancar a las garras del establishment. No harán caso de lo solicitado pero desde los medios de la Caverna lanzan las explicaciones de Vox sin filtro, aduciendo una ética periodística que es más bien un servir a su amo, y llegan a decir que en Vox “aún no son maduros”. ¡Como si los neofascistas necesitaran madurar!
Y frente a aquellos medios de comunicación que señalan claramente qué son realmente y qué dicen, pues a utilizar las querellas. Además de forma individualizada para doblegar voluntades del resto de periodistas que quieran decir algo en su contra. Muy típico de los fascismos de todas épocas la extorsión y la utilización de la violencia para conseguir sus fines. Pero no sólo eso, sino que como buenos neofascistas son negacionistas de sus actos y los de sus antecesores. Por eso piden en Vox quitar las supuestas “leyes de adoctrinamiento” que obligan a estudiar la Guerra Civil tal cual fue. No hay que olvidar que Javier Ortega Smith, siguiendo la senda de los historiadores fascistas, acusaba al PSOE de haber provocado la Guerra Civil. Así, hoy quieren volver a reconocer el golpe de Estado de 1936 como una especie de cruzada, una lucha contra la anti-España. Porque ahí está la clave de bóveda de todos sus odios, establecer una anti-España (que hoy es la España moderna y avanzada) frente a la “España verdadera”, creada mediante un mecanismo de ideologización en el franquismo que asumía falsamente una muy hegeliana “unidad de destino universal”. Sólo hay que ver las estulticias que ponen en su programa electoral sobre la grandeza de España para comprobar esto.
Un programa de ingeniería social, típica de los fascismos modernos y postmodernos, sí ingeniería social que se une a la reacción con la intención de establecer una España (o el país que se elija, recuérdese el “America first” de Trump) que no ha existido jamás, salvo en las mentes de algunas personas. No es que España no haya tenido un Imperio colonial, que lo tuvo, sino que se establece un mitologema sobre lo que aquello supuso para el país. No dirán que las guerras religiosas y la suntuosidad de los monarcas provocaron que aquello no diese ninguna gloria, ni beneficio a los españoles, las riquezas se las quedaron cuatro en un proceso de acumulación que no provocaría ningún tipo de avance industrial o social. Todo lo contrario, hubimos de sufrir a la Inquisición hasta fechas muy recientes. Pero esa España imaginada es la que quieren imponer para establecer su cordón sanitario a la anti-España, que curiosamente coincide con la izquierda actual. Gracias a ese mecanismo antagónico, podrán justificar mediante la acción social o institucional la violencia contra los enemigos del país. De ahí a una verdadera lucha agonística, de erradicación del otro, sólo hay un paso. Miren con cuán odio hablan de alguien tan socioliberal como Díaz.
La lucha por la democracia, incluso la pésima liberal-burguesa, es fundamental en estos tiempos oscuros a los que se suman PP y Ciudadanos. La derecha se ha echado al monte, en una pelea no sólo contra la izquierda, sino entre ellos mismos, porque se lo están permitiendo desde el establishment. ¿Ustedes creen que si no interesase la presencia del neofascismo los medios vinculados a las grandes constructoras les blanquearían? O ¿Qué si no les interesase ya habrían avisado de establecer un acuerdo en Andalucía PSOE-Cs? Estas y otras preguntas son las que hacen que desde los medios de comunicación que no están plegados al poder económico debamos luchar contra el neofascismo. Una lucha que no será sencilla, pero que hay que darla día tras día. No nos van a amedrentar, eso seguro.