No les basta con controlar los medios de producción y reproducción social casi en su mayoría constituyendo un monopolio obsceno para lograr la sumisión al orden dado y que no existan desviaciones intolerables. No les basta con plegar al Gobierno para sanear sus cuentas cuando es necesario. No les sirve seguir con el proceso de acumulación por desposesión de lo público. No les basta y tienen que acudir a los monstruos de la Historia para acabar de someter a la ciudadanía. En España y en el resto del mundo, especialmente Occidente, la clase dominante ha decidido quedarse con todo al coste que sea. Y en España ese coste, vía Ibex-35 como fracción financiera dominante, puede llegar a tener unas consecuencias sociales que no se pueden planificar, ni acertar a describir en toda su magnitud. Lo que sí es cierto es que una vez liberados los “perros de la guerra”, los monstruos del pasado, lo más detestable de la Historia humana, se tiene constancia de que nada bueno llegará.
Algunos comentaristas, dentro de su buenismo y con un optimismo increíble, esperan que todo comience a moderarse, a tomar una vía racional y deliberativa que sería lógica, sin constatar que los elementos irracionales, una vez liberados, penetran profundamente en todas esas personas que, al albur de los tiempos de la sociedad del espectáculo, se encuentran desarmadas para reaccionar frente a ciertas pulsiones que son cargadas de fake news, datos falsos, mentiras y políticos ignorantes pero con una capacidad de inoculación de odio que parecía haber quedado olvidada. Porque una cuestión es mostrar pasión por las propias ideas y defenderlas incluso con un punto de vehemencia, pero dentro del respeto a las demás personas, y otra es directamente volver a los tiempos bárbaros en los que sólo cabía el antagonismo. En lo bárbaro sólo cabe la lucha agonística de destrucción del otro. Gracias al Ibex-35 esos monstruos y esas armas de inoculación de lucha antagónica sin piedad están ya en el sistema político y social. Sí, el establishment español es culpable de todo lo que pueda llegar a pasar política y socialmente porque son esas personas, que conforman la clase dominante, quienes apoyan a los monstruos y sus hijos bastardos.
¿Piensan ustedes que si a Florentino Pérez no le interesase que se hable de Vox dejaría a Eduardo Inda, su lacayo mediático, publicar lo que publica? ¿Piensan que el Grupo Planeta permitiría a Francisco Marhuenda hacer de vocero de las locuras del PP actual? ¿Piensan que Ana Botín permitiría a El País blanquear las ocurrencias del odio de Albert Rivera y darles apariencia de respetabilidad? Y qué decir de El Independiente, El Español y demás medios de la derecha, sumándoles radios y televisiones. No es que dependan de los ingresos por publicidad de las grandes compañías, sino que están controlados por fondos de inversión o Sicavs de las mismas personas que están sentadas en los grandes consejos de administración financieros y empresariales. Por no hablar de las deudas de todos esos medios con la clase financiera mundial. Que un grupo neofascista sea blanqueado y publicitado constantemente en esos medios de comunicación, en El Mundo más lógico por estar controlado por grupos financieros y editoriales italianos, no es algo gratuito y producto de alguna contingencia. El control de las redes sociales, al contrario que sucede en otros países, no es tan determinante en España, aún la prensa común (por muy digital que sea) tiene su importancia. Por tanto los neofascistas no tendrían tan amplio espectro de captación de voluntades mediante los procesos irracionales de mentiras, mitologemas falsos, sin la presencia en esos medios de comunicación que aún tienen cierta autoridad o prestigio.
Cuando surgió Podemos, que no era más que la representación del cansancio social y la rebeldía de las personas contra el saqueo, el austericidio y el público poder de los poderosos, Josep Oliu, presidente del Banco de Sabadell, pidió la creación de un Podemos de derechas. De ahí surgió el apoyo desmedido, que aún hoy día tras día, sigue teniendo Ciudadanos. Albert Rivera puede pasearse y pavonearse como salvapatrias gracias al apoyo de la clase dominante española. Les entró el miedo a perder sus privilegios de clase y reaccionaron. Tras el levantamiento de una gran parte de Cataluña y la decisión del presidente del Gobierno, pese a las presiones del Ibex-35, de permanecer toda la legislatura y gobernar con cierta mirada social; a lo que habría que añadir que sus apuestas de las derechas no lograban sumar más que la izquierda y aliados, se sacaron de la manga el partido neofascista. Fíjense que Pedro Sánchez se reunió durante sus primeras dos semanas con los peces gordos del establishment español, y alguno mundial (George Soros), y justo a la vuelta de verano comenzó todo el proceso de blanqueamiento y publicitación del neofascismo. Una secuencia que, pese a que puedan decir que es meramente una coincidencia temporal, es la clara respuesta de la clase dominante contra cualquier intento de salirse del carril que han marcado los poderosos. A ello, súmenle que les han dado rienda suelta a las tres derechas para decir lo que quieran sin importar los costes.
En un texto ya clásico, el sociólogo Göran Therborn (¿Cómo domina la clase dominante? Siglo XXI) advertía de las formas en que la clase dominante dominaba, incluso en sistemas muy volcados hacia el posicionamiento socialdemócrata. Decía, entre muchas más cuestiones interesantes y actuales, que la reproducción social tenía una serie de formas (mecanismos de reproducción) mediante los cuales se consigue esa dominación en las sociedades divididas en clases: la coacción económica; la violencia; y la excomunión ideológica. La coacción económica, sin necesidad de intervención de la Troika o la UE, es patente en declaraciones desde la patronal o el Ibex-35 diciendo que con Sánchez (o quien no sea de su cuerda, aunque en el presente es el socialdemócrata) la economía va a ir a peor, que sus propuestas en materia laboral desincentivarán la creación de empleo (cuando esconden que ya casi no pueden generar más empleo que no sea precario y cercano a la esclavitud/emprendimiento). Estas mismas cuestiones las reproducen continuamente desde el PP, Cs o los neofascistas. No dicen, eso sí, que en aquellos lugares donde gobiernan las derechas la deuda del Estado (la deuda pública) es mayor porque no se permite el saqueo del establishment.
La excomunión ideológica toma diversas formas. No ser ortodoxo del capitalismo financiero y persistir en unas políticas socialdemócratas que se dicen fueron derrotadas, cuando la derrota fue la crisis de 2007-2008, por ejemplo, es una de esas formas. Pero esto, por mucho que se repita, esa repetición circular de la ideología dominante para hacer pasar por apodíctico su discurso, que diría Louis Althusser, no cala en las personas. Por eso recurren al nacionalismo y lo religioso/ético. Como se ha comentado en otras ocasiones, las derechas (reaccionaria, extrema y neofascista) han situado a una España frente a una Anti-España para excomulgar a quienes no les permiten dominar. Curiosamente esa España, quitándole todo el ropaje casposo, falaz y reaccionario, coincide en sus principios con los deseos de la clase dominante. Cuando Rivera o Casado hablan contra el sanchismo están excomulgando por anti-españolidad a una parte del PSOE sabiendo lo que hacen perfectamente. Por un lado intentar dividir, como Javier Lambán entra al trapo les da cuerda, y por otro no acabar con el PSOE pues piensan que hay gente que seguiría los deseos de la clase dominante con un toque social, no vaya a ser que se dejase todo el espectro izquierda a Podemos. Y como son tan listos, justo a la primera persona que se han cargado es a la más anti-sanchista, Susana Díaz. Pero esto es más producto de ceguera que de racionalidad.
Lo religioso/ético es hablar de invasión de inmigrantes (falso), de violencia doméstica o intrafamiliar (¡Que rápido han salido los obispos a hablar de supremacismo feminista!), de ética de acción (regeneracionismo político) y así con un sinfín de conceptualizaciones o ítems que contienen un alto componente emotivo e irracional para muchas personas, ya lo advertimos, desprovistas de mecanismos de protección. Al final es intentar que la España de derechas, con valores de derechas, con explotación de derechas y su falso individualismo y meritocracia (¿Creen que alguno de los dirigentes políticos de la derecha actual serían algo en la vida privada por sí mismos? Pues eso), sea la hegemónica. Esa España que siempre ha sido socialdemócrata o demócrata-cristiana, en términos muy amplios, una sociedad con sentido social, ya no la quieren en el establishment porque imposibilita sus fines principales. Se han prometido dominar España y acabar con cualquier atisbo de contenido social. Quieren todo para ellos y sus colaboradores necesarios. Y les han salido unos chicos, muy ignorante e incultos, pero prestos a decir y hacer cualquier cosa por complacer a sus amos.
Cualquier cosa que pase, por el nivel de envilecimiento social y político que están provocando (desear la muerte de Pedro Sánchez), será culpa suya y la sociedad deberá hacérselo pagar. Cada vez que muera una mujer porque se han quitado servicios, caerá en la culpa de Ana Patricia Botín. Cada niño que pase hambre será culpa de Josep Oliu. Cada muerto en carretera por no poder mantenerla será de Florentino Pérez. Cada agresión a personas que defiendan los derechos sociales, económicos y políticos deberá ser pagado por todos los que se reúnen en la CEOE. Toda la culpa será sólo suya por sacar a los monstruos y darles alimento. Bueno y de sus lacayos Rivera, Casado y Abascal. Si en el camino hacia la dominación al establishment y sus mamporreros políticos no les preocupa dejar víctimas, por acción u omisión, serán culpables. Y ya se verá cuál podría ser el castigo, porque ideas hay unas cuantas (nacionalizaciones, prisión, etcétera). La democracia, aunque sea la bastarda liberal, y la convivencia social están siendo puestas en cuestión por la clase dominante y sus agentes políticos y mediáticos. No hay que olvidarlo.