Durante décadas, IBM fue esa gran empresa multinacional soñada por cualquier trabajador informático que buscaba seguridad, innovación tecnológica y un sueldazo a la americana. Hoy ese mito, como otros muchos del devaluado mercado laboral, se ha roto en mil pedazos e International Business Machines Corporation (que así se llama el gigante de las telecomunicaciones) ya no es el Olimpo de la era digital. Más bien al contrario, muchos trabajadores están siendo despedidos en todo el mundo por haber cometido un grave pecado que nada tiene que ver con el uso del software: haber cumplido demasiados años.
En efecto, en los últimos meses la polémica por los despidos de los trabajadores de IBM mayores de 40 años ha rodeado al gigante empresarial en todo el mundo. En Estados Unidos la multinacional ha tenido que hacer frente a una demanda interpuesta por el despacho de abogados Shannon Liss-Riordan en nombre de tres ex empleados de IBM que denunciaron “discriminación por su edad” tras ser despedidos. Según consta en la demanda, “en los últimos años IBM ha estado en el proceso de despedir sistemáticamente a los empleados de más edad para formar una fuerza de trabajo más joven”. Además, un informe de ProPublica revela que más de 20.000 empleados mayores de 40 años de IBM han sido puestos en la calle desde el año 2012. Propublica asegura que IBM “rompió sistemáticamente las reglas de discriminación por edad”.
Resulta evidente que en la era digital todo va muy deprisa, casi a la velocidad de la luz. El mercado ha impuesto la doctrina de la obsolescencia programada y los aparatos tecnológicos y electrodomésticos son fabricados para que cada vez duren menos y para que el consumidor compre más a menudo. Esa filosofía económica ha contaminado también las relaciones laborales, que son cada vez más efímeras. Por lo visto a los trabajadores de IBM, y a los de otras compañías multinacionales, se les marca con la temida fecha de caducidad y superada una cierta edad se les arrincona como robots usados que a menudo terminan en la chatarrería de las oficinas de empleo, a la manera de aquellas distopías terribles del novelista Philip K. Dick.
En España esta política laboral del gigante de las telecomunicaciones también ha afectado a los trabajadores “más veteranos”, lo que ha provocado la movilización de los empleados a través de sus comités de empresa, con especial incidencia en Madrid y Barcelona. Según un comunicado del comité de IBM, en los últimos meses “se han producido numerosos despidos en Madrid, tanto en IBM S.A. como en IGS, coincidentes con otros en Barcelona y Valencia”. Los trabajadores denuncian que estos despidos se producen “por sorpresa y sin respetar los plazos de preaviso” y añaden que la medida es “inadmisible” en una compañía que da beneficios y donde el trabajo “desborda a los empleados en la mayoría de departamentos”.
“¿Quiénes y cuándo serán los próximos en ser despedidos?”, se pregunta el comité de empresa, que teme que el expediente de regulación de empleo por razones de edad no haya terminado aún. “Sólo podemos parar este tipo de acciones con movilizaciones de la plantilla, manifestando nuestra disconformidad y solidaridad con nuestros compañeros”, añade. Desde la pasada primavera los comités de empresa de IBM han convocado diversas concentraciones para exigir que el grupo tecnológico rectifique en su política laboral.
Entre 2013 y 2014 se ejecutaron 105 despidos y desde el año 2015 −tras el anuncio de la compañía de prescindir de 137 empleados y rebajar un 10% el salario del resto de la plantilla “ante la concurrencia de causas de índole productiva, técnica y económica”−, el conflicto laboral en IBM-España se ha recrudecido y los sindicatos se han visto obligados a convocar sucesivas jornadas de huelga para protestar contra lo que consideran un “desmantelamiento” del grupo informático en nuestro país.
Según publica el digital Sabemos, el ERE de IBM solo fue un “subterfugio” de la compañía para evitar el cumplimiento de una sentencia del Tribunal Supremo que la obliga a crear y dotar económicamente un plan de pensiones (conocido como “Plan Tradicional”) para los empleados. Entre otras cosas, la aplicación de la sentencia obliga a IBM a abonar 20 años de planes de pensiones no retribuidos. El portal Sabemos añade que la sentencia del Supremo llegó a principios de 2015, después de décadas de litigios entre la empresa y sus trabajadores en España, que reclamaban su derecho a gozar de un plan de pensiones equivalente al de otros empleados del grupo a nivel internacional.
Finalmente el Supremo dio la razón a la plantilla, lo que supuso un coste añadido para la conocida firma de telecomunicaciones de unos 200 millones de dólares. Sin embargo, y pese al principio de acuerdo entre la dirección de la empresa y los sindicatos, desde entonces los despidos se han seguido produciendo, aunque con cuentagotas. Así, la sección sindical de LAB aseguró el pasado mes de julio que en esos días se produjeron 14 despidos injustificados en Barcelona y Madrid en IBM e IGS. “La empresa está ejecutando un goteo de despidos objetivos individuales. En Barcelona ha caído un compañero y en Madrid han sido trece. Por sorpresa y sin respetar los plazos de preaviso, la dirección les entregó la carta de despido”, añaden las citadas fuentes.
Precisamente el pasado 15 de enero representantes de los trabajadores y de la multinacional alcanzaron un acuerdo en la Audiencia Nacional antes del juicio sobre el plus de antigüedad en la plantilla, según un comunicado del comité de empresa. Las fuentes consultadas recuerdan que a partir de ahora se aplicará el convenio colectivo para la industria siderometalúrgica de la provincia de Barcelona desde agosto del 2017, regularizándose y actualizándose en el año 2018 de conformidad con las tablas de aplicación, manteniéndose para los años 2019 y 2020. Habrá que ver si los despidos por razones de edad se siguen produciendo y si a los trabajadores se les sigue considerando algo así como viejas computadoras “amortizadas” a retirar del escaparate.
Diario16 ha tratado de recabar la versión de la empresa acerca de su política laboral pero ningún responsable se ha puesto en contacto hasta ahora con nuestra redacción.