Menuda semanita ha tenido el presidente del PP, Pablo Casado, a quien todo el mundo ya conoce como «FraCasado». No sólo fuera de su partido sino también dentro. Tanto como para que, una simple reunión entre viejos amigos de batallas como Juan Luis Cebrián y Soraya Sáenz de Santamaría, haya sido vista en la formación ultraconservadora como un intento de algo más. No son pocas las voces discrepantes con su actuar y los discursos que suelta. Fuera de plano, que diría un cineasta, con una ignorancia supina y mientras el neofascismo comiéndole los votantes. Voces críticas que están a la espera de los movimientos de Ibex-35 para posicionarse de una u otra forma.
La semana comenzó con un guantazo enorme en los morros de Casado proveniente de la Unión Europea. Institución que, en un alarde de diplomacia, ha preferido el diálogo con el ejecutivo venezolano antes de lanzarse a cumplir las órdenes del Imperio. Pedro Sánchez resistió todo lo que pudo las llamadas de Donald Trump para que se plegase a la voluntad imperial, mientras que «FraCasado» y su colega de pillerías americanas Albert Rivera rápidamente se saltaron la soberanía española (¡Viva el vino!) para postrarse a los deseos de EEUU. Poco les importa España, como explicamos hace unos días, con lo que podría estar jugándose en beneficio de ciertas empresas (por aquello de que la política internacional no es antagónica sino que es policrática), porque ellos tiene una serie de oscuros intereses que no explican a la población para actuar tal y como están actuando. La salida negociada y común de la Unión Europea, que dota de sentido a la misma, le estalló en la cara al señor de la reacción.
La cobardía inmanente a su persona, la que le obliga a mentir constantemente, bien sea por una mentira construida para tal efecto, bien sea por una paralogía (normalmente mediante entimemas para esconder una de las partes del silogismo), se mediatiza y le hace descubrir sus flaquezas que son muchas. No quiere posicionarse sobre un tema como el taxi, pero acaba haciendo el discurso completo de apoyo a los ricos que están detrás de la competencia desleal. Acaba apoyando, él que se dice liberal, la competencia desleal. Esa misma que, puede pensar, le hacen a él los neofascistas. Los cuales, por cierto, con sólo estar callados van atrayendo voto a su postura. Esa cobardía es la que le hace ocultar a la candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pues tiene miedo a que hable más y se note que está ahí no por mérito o capacidad, sino por ser amiga suya.
Por si fuera poco las encuestas electorales muestran que cada día que pasa al PP le va peor. Tras lanzarse a un discurso reaccionario, no cuñadista, sino tradicionalista, carpetovetónico y alejado del liberalismo, la ciudadanía (ese concepto que él no entiende) le abandona hacia otros lares, o la abstención. Ya no creen en el PP como partido, y mucho menos cuando está recuperando al aguirrismo y el aznarismo que son la madre y padre de la corrupción pepera que ha costado miles de millones de euros (calculan que cerca de 20.000 millones), la destrucción de la sanidad y la pobreza de millones de personas en España. No hay nada nuevo y sí muy peligroso en sus acciones como presidente del PP, pero se ha criado en esas ubres y es normal que vuelva a ellas cuando queda demostrado que es una persona ignara. Y no es sólo el CIS, son el resto de encuestas (incluso las de medios amigos y entidades que siguen aplicando los cálculos de voto oculto que han quedado desfasados) las que dicen que sí que es FraCasado.
Tampoco está para tirar cohetes cuando esta semana se ha conocido que la jueza que instruye el caso Máster, aunque no le acabe imputando, ha afirmado con contundencia que ese título se lo regalaron “a modo de prebenda por su relevancia política”. O lo que es lo mismo, sólo se regalaban los títulos a las personas de cierta relevancia política como él, Carmen Montón, o Cristina Cifuentes, sin presencia y “sin mérito académico alguno”. Por ello el rectorado de la URJC ha decidido ver cómo pueden retirar el título a todas esas personas que están enfangando una institución como la Universidad por sus deseos de aparentar ser más, cuando en realidad son menos. Son unos jetas que se aprovecharon de su posición para lograr lo que a otras personas les cuesta grandes sacrificios y horas de estudio. Así que no le imputarán, por los chanchullos del Tribunal Supremo, pero igual ya no puede decir que tiene un Máster (como el de Haravacard), algo que se ponía en duda con sólo escucharle hablar.
En varias ocasiones hemos dicho que «FraCasado» muestra su ignorancia con temeridad y desparpajo. Se sabe protegido hasta ahora por el establishment, especialmente su parte mediática, y no le importa mostrar que es un ignorante que, además, se las quiere dar de culto y gran conocedor de la Historia, la filosofía y el derecho. Por eso, unos cuantos profesores de derecho le han sacado los colores al demostrar que tampoco sabe algo de derecho. Y de la vida tampoco, porque afirmó querer quitar las faltas en las ocupaciones de casas cuando él mismo votó quitarlas en 2015. Él con su dedito, el mismo que utiliza para cuestiones de aseo personal, pulsó el sí para cambiar la legislación. Es tan corto que ni se acuerda de lo que vota, ni de lo que hace en el parlamento. Claro que igual va allí a hacerse la foto y decir dos o tres boutades. Para que luego se extrañe que no le voten. Y, evidentemente, los “apuntes del Máster” que han prometido mandarle para que se entere de algo, debería ser casi cuestión de Estado. Si hace falta se manda en motorista pero que le llegue para poder leer algo este fin de semana y deje de dar un lamentable espectáculo.
Una semana para olvidar que se suman a los grandes momentos para la sátira y el esperpento político que nos viene brindando desde que es presidente del PP. Desde el golpe de Estado que piensa dar en Cataluña, a los insultos que profirió a los andaluces, pasando por su desconocimiento de lo que es una República, el olvido intencionado de la “Operación Diálogo” de Rajoy, o la construcción de su Universo Paralelo donde todo fue creado por obra y gracia del PP. La verdad es que día tras día demuestra que le sí que le regalaron los estudios, que el PP ahora parece más el Club de la Comedia que un partido político, pero eso sí con los neofascistas se junta sin problemas pues son como hermanos. Una semana de “gloria” para quien no es más que un niñato de la política producto de los aparatos de mediocres que suelen generar, salvo excepciones, y que gustan de componer un lenguaje para parecer más cultos o leídos, cuando la realidad es que estamos vivos de milagro con gente como «FraCasado».