No tenía otra semana en la que ir a blanquear a la dictadura alauita el jefe del Estado Felipe de Borbón. Justo en la semana en que comienza el Juicio del Procés y se votaban los PGE, un momento que podría ser decisivo para el devenir del país, decide irse Felipe de Borbón a abrazarse con su íntimo y muy amigo Mohamed Alaui en Marruecos. Una agenda hecha hace tiempo sí pero muy bien encajada para que el jefe del Estado haga mutis por el foro cuando la inestabilidad institucional en España es cuando menos delicada. Como ya tuvo su discurso a lo 23-F, parece que el señor Borbón no necesita hacer más y sí servir a los intereses de la clase dominante que le protege como se hace con los buenos comerciales.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha podido ejercer hoy su derecho a convocar elecciones. No tanto porque ayer por la noche no estuviese todo planificado y pensado, sino porque el jefe del Estado no estaba hoy en España. Una vez más se marcha a Marruecos, donde va casi todos los años, de viaje y deja empantanada la situación en su país. Él que dice representar a una institución (la monarquía) divina, taumatúrgica, milenaria y, a veces sólo a veces, constitucional no está cuando se le necesita. Cierto que hay teléfonos y mensajería electrónica, pero el decreto y charla con el presidente del Gobierno, representante de la soberanía popular al fin y al cabo, no se ha podido producir porque estaba dándose abrazos y el gran festín con su amigo del alma.
Ha ido a Marruecos a hacer negocios para la clase dominante, esperemos que sin comisión como el padre, no para los españoles. Como han recordado en Izquierda Unida, los únicos que se atreven a esto, “mientras España y otras potencias europeas trabajan para cerrar acuerdos millonarios con Marruecos que benefician a unas pocas empresas privadas, la población sufre precariedad, pobreza y la total ausencia de derechos civiles y políticos”. Porque se les llena la boca cuando hablan de la dictadura venezolana, pero se callan respecto a la dictadura alaui. La cual, además, y esto va para los muy mucho patriotas, está ejerciendo una represión terrible sobre el Sáhara Occidental. El cual, según la legislación internacional, las resoluciones de la ONU y el tratado firmado cuando Franco fenecía y Juan Carlos de Borbón ejercía la jefatura dictatorial, España es “legalmente potencia administradora del Sáhara Occidental”. Da igual, a Felipe de Borbón le interesa llevarse bien con su amigo y lo que le pase a la población y a los saharauis, que son súbditos suyos legalmente, le importa poco.
“Un jefe de Estado al que nadie ha votado no puede determinar nuestra política exterior en función de los intereses económicos de unos pocos” dicen en IU. No sólo eso sino que debería estar en España en un momento crítico. Cuando menos en la presentación de la exposición por parte del Estado de la acusación contra los políticos catalanes independentistas. Eso como mínimo y más sabiéndolo desde hace tiempo. Pero le da igual realmente lo que pase a nivel político mientras su corona y los privilegios de su familia no peligren. Ya volverá y podrá Sánchez convocar elecciones. Antes que eso, antes de dar cierta tranquilidad al sistema, él está con su amigo. Sabe que el sistema autoritario que quieren imponer la derecha nacionalista (que es toda por lo que se ve) y los neofascistas no le cuestiona a él. Igual piensa que mejor que los “rojos” no se acerquen al Gobierno, no vaya a ser que Sánchez dude entre él mismo y la monarquía.