Se dice que la política hace extraños compañeros de cama por las coaliciones que se producen en diversas votaciones. En el caso que afecta a España resulta que quienes están encamados son Albert Rivera, Pablo Casado, Gabriel Rufián y Carles Puigdemont. Todos en la misma cama política y cociendo en un fuego vivo un pacto oculto a ojos de la población, que es la conjunción de intereses comunes. Unos intereses que se dicen antagónicos pero que, empero, son concordantes y con hilos del poder que resultan ser los mismos al final. Además cuentan con los filoetarras o bilduetarras, como dice el dirigente naranja, como animados voyeurs del goce de Ciudadanos, PP, ERC y PDeCAT.
No se asombren. Los que acusaban a Pedro Sánchez de tener un pacto oculto para destruir España son los que verdaderamente lo tienen porque les interesa tenerlo. La diferencia entre Rivera y Puigdemont no existe. Ambos son de derechas, hijos del neoliberalismo y el capitalismo de amiguetes y nacionalistas acérrimos. Casado y Rufián también comparten nacionalismo, hablar cuando deberían callar y soltar espumarajos por la boca. Y todos, da igual si naranjas, azules, amarillos o republicanos, quieren que la situación no cambie en nada. España les importa lo justo. Lo justo para que algunos hagan negocio, pero la población en sí no es su preocupación. Quieren que siga la división, el odio, el enfrentamiento y el colapso de la democracia porque les interesa. Ni son demócratas, ni ya aparentan serlo.
El pacto es seguir con la bronca para seguir sacando réditos personales cada uno de los partidos. Andalucía, haciendo un mal análisis, les ha hecho ver que con división y mala baba ganan sin necesidad de promesas electorales, sin proyecto para España o Cataluña, sólo insuflando odio unos contra otros. De un lado berrean que España está siendo rota, del otro que están siendo oprimidos. Ambos discursos son falsos. Ni España se rompe por los secesionistas, ni Cataluña está siendo oprimida por España. Si algo está rompiendo España es la incapacidad de la clase política. Y si Cataluña está oprimida es por culpa del 3% de Pujol.
El derecho de autodeterminación, tan liberal él, no ha sido respetado por aquellos que decían defenderlo. Las votaciones que se han producido en Cataluña sólo han sido charlotadas de meninges menores porque nunca tuvieron garantías, ni pretendían realmente la independencia sino tapar la ruina social que habían generado los gobiernos de la derecha catalana con el apoyo de los republicanos. Del otro lado, por mucho que se dicen liberales, no defienden el derecho de autodeterminación debido a una falsa unidad de destino común, tan fascista ella. Nacionalistas, eso sí, ambos con todos los peligros de derivar hacia el debate político lo identitario histórico o racial. En ambos casos son naciones sin pueblo, por muchas manifestaciones que hagan, pero con una élite política y económica que van del brazo.
Los nacionalistas españoles consiguen con el conflicto tener un arma con la cual nutrir sus devaluadas bolsas electorales. Buscan el voto para establecerse en el poder y mantener la tensión conflictiva. No para unir España, que eso es algo que les importa bien poco, sino para poder hacer negocios con total impunidad en favor del establishment que les ha puesto donde están. Se tapan los casos de corrupción del PP, un partido podrido hasta las entrañas que debería haber sido disuelto, bien por la Justicia, bien por los propios militantes. Pero parece ser que la ética la guardan para los demás. Rivera obtiene un día más de estar en el machito para beneficio de sus jefes de la fracción financiera.
Los nacionalistas catalanes, por su parte, consiguen engañar al pueblo catalán al que llevan años robando y en condiciones miserables de saqueo. Que las farmacias no tuviesen medicamentos no era culpa de los españoles sino de políticos incapaces. Políticos que está arruinando a la clase trabajadora y a los pequeños comerciantes con sus medidas. Todo el dinero entregado a la causa independentista se ha quitado de la boca de madres solteras, de hombres sin trabajo y con más de 55 años, de dependientes, del precariado… Ni ERC se salva porque viene siendo cómplice de estas políticas de la muerte para población. Maldita esa nación que mata de hambre a su población en favor de los deseos individuales de su clase política y empresarial.
Y, claro, el pacto oculto al final del camino es que ganen los que siempre ganan, la clase dominante. ¿Ustedes creen que si perjudicase a los intereses del Ibex-35 iban a dejar a Rivera y Casado actuar como lo hacen? ¿Piensan ustedes que si la burguesía catalana fuese a perder su poder económico y social iban a estar ERC y PDeCAT pidiendo la independencia? Las empresas que salieron de Cataluña son las que tenían sus intereses en el otro lado. El resto han permanecido donde estaban. El tejido económico de la burguesía catalana de toda la vida sigue estando donde estaba. El perjuicio de todo esto se lo llevan los de siempre, los de abajo, la clase trabajadora. Por eso no se avergüenzan de votar juntos contra los PGE, ni otras cosas. El PNV sabe bien lo que se le viene. Aitor Esteban dejó claro que con estos no van a ningún lado porque los siguientes en sufrirlos serán ellos. Y ahora que tienen paz en Euskadi no quieren más problemas.
Ambas partes son lo mismo en el fondo, la nación antes que el pueblo. La bandera antes que los derechos sociales. Son personas envueltas en banderas y sin racionalidad, da igual la bandera. El pacto oculto es que sigan mandando los de siempre, los que no son el pueblo.