Cuando aún falta un año y nueve meses para la celebración de las elecciones en Estados Unidos, los dos partidos ya están en modo electoral. Los republicanos pensándose si apoyar la reelección de Donald Trump y los demócratas iniciando la presentación de candidatos para las primarias, entre los que destacan, principalmente, el ex congresista Beto O’Rourke, las senadoras Kamala Harris y Elizabeth Warren y, sobre todo, el senador de ideología socialista Bernie Sanders, quien ha arrancado su candidatura con una recaudación récord de más de 5 millones de dólares en menos de 24 horas.
Desde el lado de Donald Trump, con un equipo de asesores encabezados por Steve Bannon y dedicados en exclusiva al manejo del big data, ya conocen cómo trabajarse al pueblo americano para difundir desinformaciones sobre sus oponentes, al fin y al cabo así lo hicieron en 2016. Sin embargo, ahora no quieren dejar pasar el tiempo para que el candidato demócrata se potencie durante este largo periodo de primarias antes de llegar a los caucus y pretender destrozar la imagen a través de campañas de desinformación a través de las redes sociales, estrategias que ya se están aplicando de manera inmisericorde.
Los principales objetivos están siendo los cuatro políticos y políticas arriba indicadas, pero, sobre todo, la virulencia y la coordinación de estos ataques hacen sugerir varias cosas. En primer lugar, que vuelve a haber una injerencia extranjera en un proceso electoral en los Estados Unidos. En segundo término, casualmente esos movimientos en redes sociales se están produciendo contra los candidatos demócratas que mayor poder de captación de voto, es decir, contra los que son una amenaza directa contra Trump. En tercer lugar, se repiten patrones de lo ocurrido en 2016 con Hillary Clinton, lo que da a entender que se trata de la misma estrategia que tan buen resultado le dio. Finalmente, el objetivo final es dejar a los candidatos que lleguen a los caucus de Iowa totalmente desacreditados.
Lo ocurrido en redes sociales como Twitter o Facebook a medida que las candidaturas demócratas se iban afianzando sugiere que la socavación de la credibilidad es el objetivo final. Esto se está produciendo a través de la propagación de memes, hashtags, desinformación y distorsiones de sus verdaderas propuestas. Esta coordinación sólo puede entenderse dentro de una estrategia de campaña porque la naturaleza divisiva de muchos de los mensajes insinúa un gran esfuerzo económico para sembrar la discordia dentro del propio Partido Demócrata.
Steve Bannon fue la persona que llevó a Trump a la Casa Blanca gracias al manejo del big data y de las redes sociales, además de la injerencia rusa. Guy Debord alertaba del peligro de la desinformación en nuestras sociedades: «La desinformación se despliega ahora en un mundo en donde no queda sitio para verificación alguna». Ese fenómeno, hoy denominado posverdad, se une al conocimiento de las preferencias de casi toda la población. El Big Data, que sirve para informar/desinformar, está controlado por unas pocas empresas, por unas pocas personas que tienen accenso a millones de datos y de conversaciones en internet. Bannon es presidente de Breitbart News y uno de los controladores de ese Big Data mundial. Así logró colocar a Donald Trump en la Casa Blanca y parece que a Vox en Andalucía. Está también vinculado a la Lega Norte italiana, el Frente Nacional francés, Vladimir Putin, el Partido de la Libertad de Austria, o la internacional neofascista.
La propaganda a través de redes sociales y de aplicaciones de mensajería instantánea, que con frecuencia aborda los temas más delicados del discurso político, se está impulsando en una variedad de plataformas y con un enfoque más insidioso que en la elección presidencial de 2016, cuando surgieron los ataques en línea diseñados para polarizar y engañar masivamente a los votantes. Y en eso Bannon es un verdadero especialista.