En marzo de 2004, José Luis Rodríguez Zapatero accedió al poder de manera inesperada. Miguel Sebastián fue nombrado director de la Oficina Económica del Gobierno. Pronto se supo que Francisco González no era del gusto del nuevo gobierno, hecho que llegaron a hacer público con declaraciones públicas en este sentido. El presidente de BBVA se defendía diciendo que ponerle en cuestión podría desestabilizar la entidad, algo que es cuestionable pensando en lo que había ocurrido con el banco sólo un par de años antes y de lo que hablaremos próximamente.
Según se supo, Miguel Sebastián con Carlos Arenillas, vicepresidente de la CNMV, planearon dar un golpe para desalojar a González del BBVA. Como recordó Manuel Conthe, el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores en aquel momento, se produjo una triangulación entre el gobierno, CNMV y el Grupo Prisa para atacar a Francisco González. «A nosotros nos llegó a través de un periodista de la cadena SER un dossier que decía que la CNMV investigaba irregulares en la venta de la sociedad FG Valores Bursátiles a Merrill Lynch en los años 90, cuando nosotros no investigamos nada, fue una manipulación total y absoluta por parte de una triangulación perturbadora entre la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, la Cadena SER y el vicepresidente de la CNMV».
El periodista era Javier Ruiz, jefe de Economía de la SER que, años más tarde, reconocería que el dossier que relataba presuntas irregularidades en las operaciones de venta de FG Inversiones Bursátiles en 1996, había sido elaborado en Moncloa por la Oficina Económica del Gobierno.
Para ejecutar el plan de toma de control del BBVA se necesitaba financiación. Sacyr, una constructora en crecimiento, pero sin el tamaño suficiente para diversificar los negocios que exigen el volumen de capital que un banco como BBVA demandaba, fue la elegida para capitanear el plan. Su presidente, un ingeniero llamado Luis del Rivero, listo y osado a la vez, lanzó el órdago.
Sacyr y Banco Santander estaban conectados de antaño, cuando el Santander eligió a Sacyr para vender la inmobiliaria. Además, eran socios en la Empresa Nacional de Autopistas (ENA) que fue privatizada por la SEPI en 2003. Santander, además, había sido accionista de Sacyr hasta semanas antes del anuncio de la operación. El papel del banco cántabro era potencialmente decisivo porque, ¿quién podría financiar a Sacyr una operación de esa dimensión?
Además, en el grupo hostil a Francisco González se encontraba Juan Abelló que, en cuanto resultó descubierto por BBVA, se retiró. No obstante, Sacyr anunció su intención de comprar un 5% de BBVA, un porcentaje relativamente pequeño pero suficiente para ser el primer accionista del banco y, de este modo, le permitía entrar en su Consejo de Administración. Finalmente, no consiguió que nadie le acompañase en la ventura. A finales de noviembre de 2004, Sacyr comunicó a la CNMV su intención de tomar un porcentaje en el capital del banco y posteriormente informó de la compra del 3,1%, vía derivados.
Francisco González se defendió con uñas y dientes. Por las filtraciones de las grabaciones de Villarejo conocemos alguno de sus presuntos métodos. Por cierto, en estos documentos gráficos se escucha a la entonces vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, decir a un enviado de Emilio botín que el presidente del Santander no tenía que preocuparse por el asunto de las cesiones de crédito que estaban siendo instruidas en la Audiencia Nacional y que derivaron, finalmente, en la Doctrina Botín de la que fue ponente el juez Gómez Bermúdez, quien ahora trabaja en un bufete de abogados donde tiene entre sus clientes a la entidad cántabra.
Ante la imposibilidad de tomar el control del banco, Luis del Rivero intentó vender los derivados a los competidores de BBVA. Como nadie quiso entrar en la refriega, el 15 de febrero de 2005, Sacyr decidió desistir de su asalto al BBVA y vendió las opciones de compra con las que logró una plusvalía de unos 150 millones de euros.