Veníamos advirtiendo que las mentiras constantes de Pablo Casado no estaban calando entre las personas de derechas. Esa hipérbole mitomaníaca en que se ha convertido el verbo del presidente del PP ha tenido una réplica ciudadana provocando un “ascenso” de 137 a 66. Hablamos de ascenso, si lo recuerdan, por aquello que dijo que pensaba subir el salario mínimo de los 900 euros que había fijado el gobierno a los 850 euros que habían fijado patronal y sindicatos. En esa realidad paralela donde habita Casado se sube cuando se baja. Debe ser por eso que ahora entiende casi como una victoria perder más de la mitad de los diputados.
No dimite Casado después de tamaño fracaso electoral por varios motivos. El primero, cree que la culpa es de los demás que no le han entendido, que el bienestar de los españoles (a los que se les quita ese bienestar privatizándolo o robándolo) sólo se consigue con el PP. El segundo, y casi más evidente, porque no tiene donde caerse muerto. Con sus currículum, trufado de mentiras, y su nula capacidad demostrada en pocos meses, tendría difícil encontrar un trabajo que le suponga el casi cuarto de millón de euros que le paga el PP. Con suerte tendría un trabajo de 900 euros, dando las gracias a Pedro Sánchez por haber puesto ese SMI. Y ahora que hablamos de salario que le paga el PP ¿han pensado en Génova cómo van a mantener el ritmo de gastos y salarios con la mitad de los ingresos? Y el tercero porque los que quieren su cabeza están esperando al 26 de Mayo.
Ha espantado a todo votante moderado por un miedo infundado hacia los neofascistas. Al final no tenían tantos caballos, ni eran tantos cristianos en la batalla. Más daño les ha hecho Ciudadanos con el que no ha querido confrontar y ha acabado pagando. Pensando en Abascal quien le ha hecho el roto ha sido Albert Rivera. Pensando que tenía casi todo hecho para ser presidente del Gobierno, ahora resulta que ha sacado casi peor resultado que Manuel Fraga en 1982. Lo que ya es decir. No es que en sí Casado sea más moderado y haya estado impostando un radicalismo de derechas, el problema es el contrario, que es un radical con muy poca capacidad intelectual y nadie le ha sabido moderar. Por ahí el dirigente de Ciudadanos le ha dado una lección siendo radical en los temas importantes para los votantes de derechas y no en los que no lo eran.
Y lo peor está por llegar en las próximas elecciones autonómicas donde sus electos para representar el partido tienen un perfil similar. Sólo hay que ver que en Madrid han quedado como tercer partido e Isabel Díaz Ayuso dice las mismas mentiras más unas cuantas boutades de cosecha propia. Si el radicalismo no les ha servido a nivel estatal tampoco lo hará a nivel autonómico y local, donde va a ser segundón de Ciudadanos en las ciudades importantes. Fra-Casado hace gala de su mote como nadie podía llegar a imaginar.