El PSOE de Pedro Sánchez tiene en su programa electoral y entre sus intenciones próximas, cuando se haga cargo del Gobierno (salvo que la cabezonería lo impida), subir los impuestos a la clase media. Si tomamos como parámetro la cantidad de ingresos, la queja de Albert Rivera es completamente real. Si tomamos como parámetro para determinar la clase el consumo la cuestión se complica pues hay muchas personas que consumen los mismos productos que las de clase media. Pero la clase social no se puede determinar, al menos si se piensa desde una posición de izquierdas, en base a parámetro como ingresos, consumo o actividad realizada. La posición de clase viene determinada por la situación de las personas respecto a los medios de producción.
Se quejan las huestes socialdemócratas que Rivera está mintiendo pues sólo se van a subir los impuestos a aquellas personas que ganan más de 100.000 euros aproximadamente. Y decimos aproximadamente porque en los presupuestos que no salieron adelante había cierta subida para ingresos un poco menores a esos. Desde la simpleza analítica de los ingresos parecería que sólo se suben los impuestos a los ricos, siendo el resto de personas clase media. Y la verdad es que subjetivamente así lo piensan muchos y muchas. Como no se manchan las manos, como no cogen un pico y una pala, como no están en sectores industriales, todos se piensan de clase media. Lamentamos decirles que para su desgracia son clase trabajadora objetivamente y Rivera seguramente tenga razón.
A finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX advertía Hegel que existían tres tipos de clases, la clase alta (aristócratas y burgueses), una clase baja o proletariado (compuesto por trabajadores fabriles, aparceros, empleados de oficina y tenderos diversos). La clase media para el pensador alemán sería aquella compuesta por los empleados del Estado y alguna profesión liberal. El marxismo negó la existencia de una clase media casi hasta hace unas décadas. El liberalismo, como medio de meter una cuña en la clase trabajadora y aumentar la producción, comenzó a hablar del auge de la clase media, los trabajadores de cuello blanco que consumían muchas mercancías. Así esta mentalidad de clase media o pequeño burguesa se ha extendido entre la población, independientemente de sus ingresos. Puedes trabajar en precario pero crees que eres clase media y te gastas una fortuna en el último modelo de smartphone.
La clase media hoy en día está conformada objetivamente por, siguiendo a Hegel, gran parte de los empleados públicos, alguna que otra profesión liberal y los directivos menores de las grandes empresas financieras. Son clase media porque respecto a los medios de producción son parte fundamental del engranaje de los mismos, aunque no los controlan. Y decimos controlan y no poseen porque hoy en día son los altos directivos de las grandes empresas y fondos de inversión quienes deciden el destino de los medios de producción. Ni los dueños en sí son ya capaces de controlar sus propios medios de producción. Es el control de los medios el que marca el dominio en esta época. Fíjense que, incluso, empresarios de PYMES, que son claramente los dueños de sus medios de producción, están controlados por fondos, bancos y otras empresas. Siendo dueños de los medios no son capaces de controlarlos.
La clase media objetiva es clave en ese desarrollo de la relaciones de producción que aseguran el dominio de una clase sobre las otras. Altos funcionarios que juegan a dos bandas, que permiten a la clase dominante que siga dominando, que se entregan al poder de los controladores de los medios de producción, o que enseñan en las Universidades un pensamiento no crítico. Directivos menores (que ganan esos cien mil euros al año) que ejecutan los mandatos de los de arriba sometiendo a los de abajo sin piedad. Profesiones liberales como abogados, economistas, escritores o sociólogos trabajan en favor de que la relaciones de producción sigan dando el dominio de clase al establishment.
Son los esbirros bien pagados de la clase dominante, la cual consigue gracias a ellos dominar de diversas formas. Mediante la sociedad del espectáculo; mediante la subyugación por la vía del emprendimiento; mediante las campañas publicitarias que venden todos los fetiches que las personas utilizan para crear una conciencia (falsa) de clase; mediante películas y series de televisión que idiotizan a la población; o mediante partidos políticos que callan ante el poder de unos pocos. Permiten todas estas profesiones, que si son clase media por su posición en las relaciones de producción, generar una ilusión entre la clase trabajadora de que son más de lo que realmente son.
Es curioso que después de la tremenda crisis económica que ha sufrido España, que ha precarizado a multitud de personas, con crueldad a las mayores de 40 años, siga la población sin percatarse de que su clase social objetiva es la clase trabajadora. Una decisión tomada por un grupo de hombres y mujeres en California o New York puede suponer dejarle sin sustento por una década o más. Ahora puede estar comprando grandes cantidades de fetiches inútiles; puede estar conduciendo el coche más chic del barrio; puede estar tomando el gin-tonic con más estupideces dentro en la terraza más fashion; puede estar viviendo, a cuenta de endeudarse continuamente, una vida de lujo aparente, pero mañana como un soplo de viento acabará sin nada. Y todo porque su relación con los medios de producción es la que es, de sometimiento a la clase dominante.
Tiene razón Rivera cuando dice que le van a subir los impuestos a la clase media, los que están equivocados son aquellos que aspiracional y subjetivamente se piensan como clase media y no dejan de ser unos currelas, sin pisar una fábrica, pero currelas. Son meras partes de estructuras de generación de riquezas para otros a los que se les entrega la parte alícuota suficiente para que consuman y mantengan cierto flujo de caja en el sistema. Les dejan pensarse como clase media para que no tomen conciencia de su verdadera situación dentro de las relaciones de producción, incluso les ponen partidos muy modernos y con dirigentes con buena imagen y nulo cerebro para engatusarles en la rueda de la fantasmagoría que es la democracia liberal. ¡A disfrutar la clase media!
Post Scriptum. Cuando apliquen la subida al diésel y metan la mochila austríaca como ha planeado el gobierno, es de esperar que la clase media aspiracional se enfade también.