¡Vaya revuelo se ha montado por un artículo de reflexión de Ramón Espinar! En el mismo el exdirigente de Podemos ha reflexionado sobre el fracaso electoral y social que sola a la formación morada, y ha pedido que se convoque un “Vistalegre III” para debatir y cambiar las estructuras del partido, “recuperando a aquellos que se han ido”. Una reflexión que podría no haber llegado en el momento más conveniente, en una semana igual la recepción habría sido mejor, por cómo está el establishment utilizando todos los medios a su alcance para acabar con Podemos, pero una reflexión. De ahí, sin intermediar más palabra, han surgido entornos e informaciones donde se decía que Espinar se postulaba para sustituir a Pablo Iglesias y mandar lejos también a Irene Montero. ¿Dónde lo ha dicho? ¿Dónde lo ha escrito?
Las redes sociales de Podemos han ardido calificando a Espinar de traidor pidiéndole que se vaya con Íñigo Errejón si eso es lo que le apetece. Todos los descalificativos han sido guiados por la información torticeramente lanzada por los medios del establishment. Y no, Ramón Espinar no es un traidor en la misma forma en que lo fue Errejón y su burguesía bohemia. Puede haber cometido el error de dar de comer a la caverna mediática, puede no estar de acuerdo sobre cómo se está manejando la situación, puede errar en el análisis de la situación, pero no hay traición en sus intenciones. Que igual no son dirigir Podemos porque las informaciones interesadas para destruir Podemos le asocian con un grupo de dirigentes que son tan culpables como Iglesias en los malos resultados sino más. Tendría derecho Espinar a intentar ser secretario general de Podemos aunque igual lo que quiere es recuperar ciertos mecanismos democráticos, cierta pluralidad y menos cierre sistémico. No es un egocéntrico el madrileño, ni un estúpido, para no reconocer que Iglesias tiene un potencial dirigente que otros no tienen. En ninguna parte del artículo, ni en sus declaraciones televisivas ha hablado mal del secretario general.
Espinar, como expone en su artículo, quiere que Podemos siga siendo una formación de impugnación del sistema, utilizando las instituciones como medio de esa impugnación y no como un fin en sí mismas. De ahí que no esté de acuerdo con entrar en el gobierno y formar parte del bloque progresista que el establishment quiere alentando la política de bloques. Siendo como es uno de los primeros del 15-M sigue teniendo en la cabeza el “no nos representan” y el bloque de cambio, de transformación, de impugnación. No quiere a Podemos como coleta, nunca mejor dicho, del PSOE. Lo que es tan legítimo como entrar en el Gobierno, aunque el error no es tanto entrar en el gobierno como repetirlo todos los días provocando que parezca que Iglesias sólo busca cargos (así lo venden desde la caverna). Ante eso Espinar se ha rebelado en cierto modo.
Espinar podría haberse ido de Podemos cuando dimitió y seguramente Errejón, por molestar, le hubiese acogido, pero se quedó e hizo campaña de una forma modesta pero la hizo. No es una traición como la errejonista. Espinar podría haberse cabreado, con toda la razón del mundo, al ver cómo ha ejecutado las purgas en Madrid que le han pedido desde la cúpula, cambió a José Manuel López por Lorena Ruíz Huerta y a ésta por Clara Serra; al ver cómo tras dimitir se laminó a trabajadores y cargos por la sospecha de espinarismo; al ver que purgó a los anticapis y nadie le dijo gracias; al ver cómo trabajó, no queriendo, para que las listas de Madrid fueran propicias a los oficialistas; al ver cómo él que se ha dejado el alma en construir una estructura para Podemos en la Comunidad de Madrid (le hemos visto en pleno julio defendiendo a compañeros y compañeras en pueblos madrileños), no se le pidió ser candidato después de la traición siendo mediáticamente más conocido, y se puso a la pareja de Juan Manuel del Olmo, sin menosprecio de la capacidad de Isabel Serra. Porque en Podemos muchas peleas, muchos nombramientos y muchos cambios han venido provocados por coitos ligeros, rupturas sentimentales y emparejamientos (y no los de Iglesias precisamente). Podría por esto y alguna que otra cuestión estar enfadado, pero se quedó.
Hay en el ánimo de Espinar un intento de cambiar las cosas en Podemos, con Iglesias seguramente, porque hiperliderazgos hay en todos los partidos. ¿Quién rechista a Pedro Sánchez que hace y deshace a su antojo? ¿Quién decide todo en el PP sino Pablo Casado? ¿No es Albert Rivera el dictador naranja? ¿No es Errejón un caudillo al que además dotan sus acólitos de capacidad carismática casi? El politólogo madrileño más que criticar el liderazgo de Iglesias, como les pasa a los Anticapitalistas, lo que criticado es que al líder no se le puede rodear de solamente palmeros sino que debe haber pluralismo y discusión. Y, por encima de todo eso, claridad estratégica. ¿Para qué está Podemos y qué alianzas se establecen? Porque tiene razón que la cohabitación con ciertos independentistas resta ya que no es una impugnación del sistema que construya a futuro.
No era el momento, ni toda la reflexión es correcta porque hay demasiados matices a nivel regional especialmente. Una semana más tarde hubiese encajado mejor la reflexión, pero cada uno es cautivo de lo que escribe y en esta época de velocidad también de cuándo lo publica. Igual Espinar se habrá dado cuenta de que su libertad de expresión ha sido aprovechada por la caverna y aquellos que quieren destruir de verdad a Podemos. Le han utilizado como el ariete contra Iglesias al ser “uno de los suyos”. Y eso se paga en las redes y los círculos. Si tenía alguna pretensión a futuro de encabezar Podemos o situarse en altos lugares, los y las inscritas le han ajusticiado. Queda marcado como un traidor cuando posiblemente quiera más a Podemos que otros que callan, actúan por detrás y purgan a gente brillante para que no les quiten el lugar cerca del líder. No todo es perfecto en Podemos y Espinar lo ha dicho cuando menos favorable era para la formación.