En un simple editorial que parecía encaminado a criticar a los dirigentes de la derecha por no tener calidad de estadistas y ser meros agitadores (“Estadistas vs. agitadores” se llama el editorial), el PSOE mediante su órgano de difusión de las actividades de Pedro Sánchez y su equipo, El Socialista, ¿acaba pidiendo a Pablo Iglesias que modifique sus principios para poder formar gobierno?
“En medio de este clima, es una buena noticia el primer paso dado por PSOE y Unidas Podemos para avanzar hacia un Gobierno de colaboración que impulse una agenda social, en línea con el mandato de los electores. Esa fórmula progresista tiene en la experiencia del último año su mejor base. No obstante, ni socialistas ni morados deben perder de vista que sus fuerzas, incluso unidas, no alcanzan la mayoría absoluta. Bien harían, por tanto, en priorizar en su pacto las propuestas que puedan atraer a otras formaciones en lugar de anteponer los intereses particulares que dificulten la suma de voluntades” es el último párrafo incluido en el editorial y que marca el camino para Iglesias. “Atraer a otras formaciones” como mero mecanismo eufemístico de abandonar todas aquellas propuestas que incomoden al establishment. Que la correlación de fuerzas es la que es, nadie lo discute, pero desean que Podemos pierda sus principios fundacionales, como viene haciendo el PSOE cuando cumple 140 años de historia.
¿Para qué renunciar a las propuestas que inciden más en la estructura del sistema? Para acercarse al PNV debe ser porque en buena medida Compromís (1 voto), el PRC (1 voto) y ERC (14+1 votos) no rechazan los postulados más ásperos al establishment de la formación morada. ¿Quieren que Iglesias se haga socialdemócrata como ellos y ellas para que no se incomode a los poderosos? ¿Por qué si Sánchez dijo ser de izquierdas? La respuesta la dan en el propio editorial: “[Se necesitan] cuatro años de grandes acuerdos para afrontar los desafíos pendientes en materias como la digitalización de la economía, la transición ecológica, la lucha contra la desigualdad y el fortalecimiento de la convivencia y el proyecto europeo”. No quieren en el PSOE un programa, aunque sea de mínimos, de fuerte carga ideológica porque tienen claro que con Podemos sólo las cuestiones sociales que no sean excesivas.
¿No se lo creen? Lean esta parte del editorial de El Socialista tras criticar a Rivera y Casado de agitadores que poco hacen por España: “Sólo se podrán pactar soluciones duraderas si los partidos se abren a dialogar y negociar, y el bloqueo no beneficia a nadie: ni a los votantes de las formaciones que renuncian a hacer valer sus escaños, ni a la necesaria estabilidad política”. ¿Quieren una legislatura, por tanto, donde las grandes reformas se van a pactar con la derecha, esa misma a la que critican por blanquear a la ultraderecha cobarde? Entre ellas el Estatuto de los Trabajadores, la consolidación de las pensiones, la reforma educativa y demás grandes intenciones que quieren en Moncloa para encumbrar al Olimpo de los grandes hombres de la Historia a Sánchez. Desde esa perspectiva, normal que quieran que Iglesias abandone sus pretensiones de izquierda para moderarse, para hacerse un socialdemócrata postmoderno que abandone cualquier intento de transformación del capitalismo español. En otras palabras quieren un Pedro Sánchez con coleta y vaqueros.
“Un editorial para gobernarlos a todos” es lo último de la factoría de grandes pensadores de la calle Ferraz. Un editorial para reforzar al sanchismo y a la vez nutrir del discurso necesario para acribillar en las redes a la dirigencia de Podemos. A Juan Carlos Monedero le soltarán ese argumento cuando clame contra el PSOE y no sería extraño que Adriana Lastra lo acabe utilizando como leitmotiv personal. Moderar a Iglesias para que desaparezca o poderle culpar de unas nuevas elecciones, sin tener en cuenta que le piden que renuncie a sus principios. Normal en quienes carecen de ellos realmente, salvo dos o tres conceptos cogidos con el hilo de coser de Susana Díaz, la cúpula socialista es populista del sistema. Gatopardismo puro y duro con rostro social.