El Partido Popular de Isabel Díaz Ayuso y Ciudadanos de Ignacio Aguado han hecho la gracia del día. Son políticos con un nivel intelectual tan bajo y pobre que sólo quedan para el chascarrillo y lo epifenoménico, todo lo que sirve para distraer a las masas y llevarlas a ese lugar que temían los antiguos pero que encanta a los modernos. No han tenido mejor idea que llegar a un acuerdo que suma 155 medidas. Sí, el mismo número que el artículo constitucional que sirve para intervenir una Comunidad Autónoma y que fue utilizado en el caso de Cataluña tras la DUI. Podían haber acordado 150 medidas, que es un número más redondo para comunicar, pero no, han tenido que hacer la gracia y señalar que Madrid parece mejor que Cataluña o alguna idea rara de esas que suelen tener los nacionalistas españoles.
No es más que una muestra más del centralismo de derechas de toda la vida, ese mismo que nunca ha creído en federalismos o repartos del poder, entre otras cosas porque puede que esos otros poderes del Estado caigan en manos que no son las suyas. Y como es bien sabido, en la derecha patrimonializan todo lo que se refiera al poder político (el económico y el social ya lo tienen) y ahora están en una guerra por hacerse, además, con el poder moral que queda fuera del control sistémico. 155 propuestas de programa de Gobierno para señalar que Madrid es mejor que Cataluña porque puede gobernar la derecha nacionalista, o simplemente para hacer ver que son tan mendaces que utilizan la soberanía regional para instigar contra otras soberanías. ¿A las madrileñas y madrileños les importa lo del 155 y lo que viene pasando en Cataluña o les preocupa más la privatización de la Sanidad, Educación y el alto coste de la vida con un salarios miserables? Evidentemente lo segundo. Pero Díaz Ayuso y Aguado son así de simples.
No sólo hacen la gracia contra Cataluña sino que se permiten el lujo de presentar un programa de Gobierno que es realmente un programa de oposición a Pedro Sánchez. Da igual la parte del escrito que ustedes lean, acaba siempre con un “exigiremos al gobierno central” que haga tal o cual acción. Un programa donde no defienden los intereses de la ciudadanía madrileña frente al poder central del Estado sino que utilizan la soberanía que ésta ha cedido para hacer oposición al PSOE. Están engañando a los votantes, porque sólo consideran eso a los ciudadanos y ciudadanas, porque toda su acción de gobierno va a estar centrada en la política estatal, una competencia que no poseen. Igual debería Sánchez, ahora que tiene la mayoría en el Senado, aplicar el 155 en la Comunidad de Madrid. Pero esto no es lo último, sino que estos dos chisgarabises se atreven a exigir al presidente del Gobierno de España, no de un ente menor, que aplique ya el 155 a Cataluña. ¿La motivación? Hacer el lilas porque no tienen alguna más allá de intentar, como hacían los nazis o la Falange, enrarecer el ambiente y alterar el normal funcionamiento de la vida política. Bronca para quitar el poder a quien no debe tenerlo porque creen que es de su patrimonio.
Como no tienen políticas que llevar a cabo en sí, sólo seguir los consejos que les lleguen de la patronal madrileña y de algunos poderosos constructores que todos tienen en mente, han decidido que también van a por los gais. Justo después de la bronca que montó Ciudadanos en el Orgullo, ahora reniegan de la ley contra el odio al colectivo LGTBi que ellos mismos alardeaban en tiempos de Cristina Cifuentes de haber legislado. Todo por dar cabida, sin meterlos dentro que parece que a la formación naranja le da asco, a Vox. Para rascar los 12 votos que les faltan y no acudir a nuevas elecciones. Rocío Monasterio que otra cosa no, pero no se corta, ya les ha dicho que el programa de Gobierno es muy bonito y que les parece muy bien, pero que si quieren sus votos a firmar un acuerdo entre las tres partes. Es más han exigido que Albert Rivera se siente con Santiago Abascal mirándole a los ojitos y con Pablo Casado para que respeten a quienes les darán sus votos.
155 medidas de Gobierno para señalar a Cataluña, a Sánchez y a todos los que no piensan igual que ellos y ellas. Especialmente en el caso de Ciudadanos que son bastante doctrinarios. Tienen una cúpula cuya simiente política es completamente totalitaria. Sin mostrarlo porque se dicen liberales pero el poso que muestran y la forma de señalar al que discrepa con ellos (Juan Carlos Girauta llamando matón al ministro) recuerda mucho a los insultos de los falangistas pre-golpe de Estado. Con una diferencia, aquellos eran bastante más cultos e ilustrados que Aguado y la troupe naranja. Al creerse protegidos completamente por el poder mediático de la clase dominante se atreven ya a todo. Pero que recuerden que la clase dominante, por su propia dialéctica, no hace prisioneros y no recicla: lo que no le sirve, es expulsado.