Ha comenzado el Imperio estadounidense a tomarse a cachondeo al Gobierno de España. Desde que Donald Trump es presidente imperial, ya en época de M. Rajoy, comenzaron a pasarse por el forro de las barras y estrellas los acuerdos comerciales y no dudaron en perjudicar los intereses comerciales españoles en EEUU, como viene sucediendo con la aceituna negra de mesa, a la que han impuesto aranceles para así gravar su coste. El gobierno pepero nada dijo, José Manuel García Margallo tragó, pero es casi normal en un PP entregado desde los tiempos de José María Aznar al poder imperial cual vasallos. De aquellas lluvias estos lodos que le aplican al presidente Pedro Sánchez. El Imperio piensa que España es una colonia más a la que poder saquear, obligar y rendir su soberanía.
Ayer en el diario El Mundo aparecía una información que ha sido obviada por la mayoría de los medios de comunicación, algo normal cuando se trata del poder imperial contra la multitud. La noticia afirmaba que la administración Trump ha mandado un comunicado a sus embajadas para que actúen de todas las formas posibles contra aquellos países que discriminen de alguna forma los intereses de las empresas estadounidenses: “La administración Trump no se quedará cruzada de brazos y no tolerará ninguna discriminación contra las compañías con sede en EEUU”. Mike Pompeo ha querido señalar a sus funcionarios en los distintos países europeos que, pese a quien le pese, hay que ejercer como Imperio contra esos países que piensan tienen soberanía nacional. Da igual el país, debe postrarse a los intereses comerciales imperiales o habrá consecuencias para esos mismos países. Un comunicado con toda la chulería, prepotencia e idea de ser realmente el Imperio.
El Imperio piensa que España es una colonia más a la que poder saquear, obligar y rendir su soberanía
“Si un país se mueve fuera del procedimiento en curso en la OCDE e impone unilateralmente un Impuesto sobre Servicios Digitales, EEUU tomará en cuenta seriamente acciones de represalia” han comunicado a los funcionarios diplomáticos estadounidenses. ¿Piensan invadir países? No será por falta de ganas, pero a lo que se refieren es a denunciar en los tribunales del país en cuestión la puesta en marcha del impuesto o a sanciones comerciales de todo tipo. El ejecutivo de Sánchez tiene en mente la aplicación de la llamada Tasa Google como ha recordado hace unos días la ministra de Economía Nadia Calviño: “El Gobierno no descarta actuar y abordar esas tasa sobre determinados servicios digitales”. Por tanto el gobierno de Sánchez que, hasta el momento ha tragado con lo de las aceitunas pues anda Josep Borrell a otras cosas, se encuentra con una amenaza imperial en su propio territorio. Más allá de lo que acabe por decidir la OCDE, que igual es nada, y como el G-20 no decidirá tampoco sobre tasas digitales, España puede ver su soberanía amenazada. La soberanía fiscal fundamental para prestar los distintos servicios a la ciudadanía.
Gracias a los tejemanejes de ciertos países de la Unión Europea para que las empresas desvíen impuestos en los distintos países, la vía irlandesa, holandesa o luxemburguesa, España tiene la obligación como explicó en su momento Sánchez de aplicar una tasa a ciertas transacciones digitales para recuperar lo que la ingeniería financiera que es permitida en la UE quita. No hay más en la pretensión del gobierno español, pero desde el Imperio no han tardado en filtrar el comunicado a un medio de la propia cuerda para que llegue a oídos del propio presidente. España ya ha visto cómo sus intereses comerciales están siendo perjudicados y tiene la oportunidad de alzar la voz. El desprecio con que Trump viene tratando al presidente del Gobierno no es más que la muestra sobre cómo trata el Imperio a sus vasallos. Sánchez es considerado un vasallo que debe hacer todo lo que le digan desde Washington y si se rebela cual Espartaco recibirá su castigo.
De momento el gobierno Sánchez había respetado los acuerdos firmados por Rajoy respecto a la compra de armamento pero igual debería replanteárselo. Sánchez, en materia de relaciones internacionales, debe hacer menos propaganda y actuar pensando en la propia soberanía. La posibilidad de que Calviño acabe como jefa del FMI, la cueva del poder imperial capitalista, no es óbice para que España sea respetada por los países que se dicen aliados. El 4 de julio, saltándose la legislación internacional, la Royal Navy con la ayuda de los marines estadounidenses detuvieron un petrolero, con bandera panameña pero iraní, que había fondeado en aguas del estrecho de Gibraltar. Incluso la armada británica se tomó la libertad de impedir el paso de la Guardia Civil. Bien es cierto que desde la capital imperial había avisado a Borrell pero de ahí a que España permita tamaña felonía en sus propias aguas territoriales (por mucho que los británicos las reclamen) dista un mundo.
No basta con mandar una queja a Londres, no se atrevieron desde el ministerio de Exteriores a hacerlo a Washington, Sánchez debe alzar la voz. El FMI no merece una misa, ni que la soberanía española se ponga en duda por parte del Imperio. O bien actuaban tropas españolas de la armada (ya que existe un embargo a Siria de la UE podrían haberlo hecho), o bien explica en los medios con dureza que estas cosas no pueden, ni deben pasar. El Imperio está contra Sánchez y Sánchez debe responder con firmeza. Que la situación política interna está como está no empece a defender los intereses de España. Ya sea directamente al presidente imperial, ya sea por medio de la Unión Europea. Al fin y al cabo, ni EEUU, ni casi Gran Bretaña son socios y partícipes del proyecto europeo. Si tiene que imponer la tasa Google se impone, al fin y al cabo ya imponen tasas desde EEUU a nuestros productos. Quid pro quo.