Parece que la distopía hecha realidad se acerca a pasos agigantados. Estas vacaciones, como las cosas se tuerzan un poco, podrían ser la últimas que disfruten en España millones de personas. Lo distópico nuclear es lo más improbable pero estando detrás de las armas nucleares alguien como Donald Trump no se debería dormir con tranquilidad. A los generales estadounidenses se les tiene una fe, frente al presidente, pero no es que sean de fiar mucho más por sus actuaciones en las últimas 5 o 6 décadas. Frente a un tigre con colmillos nucleares y poderío económico como China, una potencia que realmente puede quebrar la mamandurria financiera sobre la que se asienta el capitalismo globalizado en cuanto se lo proponga un poco. Pero pensar en esta situación distópica de lucha nuclear no es tan previsible como otras cuestiones que sí vienen rondando la cabeza de la clase dominante.
Desde hace muchísimo tiempo ningún trabajador puede disfrutar de un mes de vacaciones continuado. Salvo quienes aún trabajan en la industria y tienen un cierre de la fábrica, que tampoco son demasiadas, el resto de la clase trabajadora a penas disfruta de quince días seguidos de descanso. Una medida con la cual no se consigue desconectar del todo, que es lo buscado por el bloque en el poder para seguir en la biopolítica real (no la inventada a derecha e izquierda). La clase trabajadora ha de descansar lo justo para gastar y consumir pero no más allá de la desconexión total que recarga las pilas. Esta no es buena porque permite tomar conciencia de las cosas que suceden alrededor e, incluso, leer algo más profundo que una novela histórica (donde se reinvente la historia para que los buenos del sistema sigan siendo los buenos).
Son numerosos los estudios que nos van presentando en los medios de comunicación con cierta periodicidad en los cuales se acusa a la propia clase trabajadora occidental como poco productiva. En España son clásicos los estudios sobre la materia induciendo a que estamos ante un país de vagos. Jamás se dirá que los procesos productivos son malos o ineficaces, la culpa siempre recae en la masa trabajadora que, además según los mismos estudios supone un coste productivo. Quien genera la riqueza en realidad, la clase trabajadora, siempre está en una posición negativa frente a la clase extractora. Total porque puso un dinero en un principio pero que sin trabajadores sería incapaz de generar riqueza alguna. Tampoco se hacen estudios sobre el porqué de las millones de horas extras, impagadas por supuesto, que no generan mayor rendimiento/riqueza. Eso sí, los autoexplotados para que el dinero se lo lleven los demás (eso que llaman emprendedores, sin conocer ni el origen y significado de la palabra en economía, algo que les llevaría a John Stuart Mill y la imperial Compañía de la India, o a Joseph A. Schumpeter) son hoy en día el modelo a seguir. Y estos emprendedores son aquellos que verbigracia ni tienen vacaciones al uso. Trabajan 365 días al año prácticamente.
Se genera un caldo de cultivo con estos estudios, frente a los cuales ni sindicatos, ni partidos de izquierdas tienen la valentía de ofrecer alternativas (las oenegés viven del dinero público y no se arriesgarán a señalar cuestiones materiales más allá de lo que tenga una clara carga moral para ellas), mediante el cual las personas van asumiendo que las vacaciones largas no son buenas o no son moralmente deseables ya que no se genera riqueza. Cargando toda la culpa en el trabajador (¡qué decir de esas peticiones de la patronal para que no se den bajas por enfermedad!) se le adoctrina en el trabajo como única función en la vida. Se le despoja de su persona en sí y se le niega la capacidad de ser libre como tal. Adoctrinamiento mediante el cual poco a poco la persona asume los deseos de quienes controlan el sistema. Trabajar cuanto más mejor y con menos vacaciones hasta que dejen de existir las mismas.
Y el camino que nos señalan desde la clase dominante para la clase trabajadora occidental es sencillo, si se quiere competir contra los otros países no puede haber vacaciones, ni altos salarios. Proposición completamente falsable (a ver si los neoliberales piensan que no conocemos a Popper) porque en Occidente casi no se trabajan las mismas industrias que allende las fronteras. Desde hace muchos años las centrales siderúrgicas, por ejemplo, siguen en Europa y EEUU pero las fábricas están distribuidas por toda Asia. Incluso los coreanos del sur ya deslocalizan sus fábricas en Vietnam. Lo que queda en Occidente son las industrias de cercanía y el I+D+i. Pero se mete en la cabeza de la clase trabajadora que la globalización obliga y hay que apretarse el cinturón, dejar de tener vacaciones o trabajar más de lo saludable porque es inmoral y poco patriótico. De ahí que quieran realmente un entramado de falsos autónomos para que ni descansen si hace falta (véase Glovo, Uber, etcétera).
Por ello, lo mejor es que disfruten este año de sus vacaciones no vaya a ser que no haya forma de que la izquierda forme gobierno y gane el trifachito acabando con las vacaciones. Sólo hay que ver cómo critican al presidente en funciones que se vaya unos días de asueto, mientras ellos eso sí bien que descansan y vacacionan. Lo curioso es que esto se haya criticado por parte de personas que se dicen de izquierdas y se supone defienden los derechos laborales (ellos también vacacionan mientras tuitean), porque no hacen más que insistir en el mantra oficial de la clase dominante, hay que trabajar y trabajar hasta que se muera unido al ordenador, la fresa o el tractor. Eso sí, mientras tanto nos venden que se puede ser libre comprando fetiches a millones por esas cadenas de distribución mundiales. Quitarán las vacaciones y nadie habrá para protestar, bien porque ya estará todo el mundo abducido, bien porque habremos muerto trabajando. Y cuando lleguen los robots de verdad veremos incluso si nos dejan vivir.