Tensión entre los componentes del Gobierno andaluz. Caras serias. Miradas de reojo. Pero no piensen que van a romper. No. Antes que nada están los cargos, las prebendas, las comidas fastuosas (ya han gastado el presupuesto del año) y ni el “caso Moreno Bonilla” acabará con esta unión por el poder y vivir a cuerpo de señorito andaluz. De ahí que hayan exigido que cuando se dirijan a ellas y ellos sea utilizando “señor/a” o “don/doña”. A ver si los funcionarios y demás plebeyos se han creído que no han de lamer la bota del opresor. Pero que no exista posibilidad de desunión a día de hoy, no empece para que hagan sus cábalas en una y otra formación.
Dolores Moreno Bonilla, hermana del presidente, obtuvo una plaza pública en un concurso que tiene toda la pinta de estar amañado. Principalmente porque la otra candidata finalista le sacaba casi 13 puntos de ventaja (y trece puntos son indicativos de mucha mayor idoneidad, pues lo normal es que se consigan las plazas por décimas o medios puntos) y quedó excluida por un informe que no contiene prueba alguna. Una especie de “me han dicho”, “parecer ser” o “me han contado que” más propio de la frivolidad de Tele5 que de un concurso público. Todo apunta a que por ser hermana de quien es, le han habilitado la plaza por las buenas. El presidente Juan Manuel Moreno Bonilla, como cuando destruyó el sistema estatal de Dependencia, dice no saber, que todo ha sido legal, que son cosas de su hermana. Le ha faltado clamar, como cierto vicepresidente, “¡Mi henmanaaaa!”, dando a entender que existe una persecución hacia su persona.
Juan Marín, por su parte, se ha hecho el despistado. Ni ha apoyado a Moreno Bonilla como si fuese su hermano, ni ha querido dar pábulo a las críticas de la oposición. Al fin y al cabo, en Ciudadanos también colocan a familiares en cargos públicos. Aunque en este caso sin mediar concurso alguno, sino por el más clásico “dedazo” dentro de ese entramado que estaba destruyendo Andalucía cuando gobernaba el PSOE. Como advertimos hace meses, en cuanto llegaron al gobierno, no sólo no han acabado con el entramado de la Junta sino que han colocado a familiares y amigos en todos los cargos liberados por la derrota de Susana Díaz. Salvo dos o tres agencias que podían molestar, al ser núcleos claramente socialistas, el resto ni tocar una silla porque ya tenían una posadera pensada para sentarse. Salvo que se abra una puerta política para ellos, callará.
El dirigente de Ciudadanos tampoco le ha jurado amor a Moreno Bonilla como hubiese sido el deseo de éste. A la petición de unirse en Andalucía Suma, la parte regional de esa España Suma que quiere poner en marcha Pablo Casado, Marín le ha dicho que “nanai” al presidente pepero. Que ellos con corruptos no se juntan así como así. Que una cosa es que mire para otro lado por el “caso Moreno Bonilla” y otra ir de la mano, que seguramente hasta le sude. A Marín no le importa ir a comer con el presidente el mejor marisco que encuentren, en la provincia que desee, pero de ahí a pacer juntos políticamente hay un trecho que no piensa recorrer. No hay que olvidar que con Díaz también hacía manitas, pero en cuanto pudo le dejó tirada y se unió al PP. En Ciudadanos son así. Incapaces de mantener su palabra como buenos cuñados y reservándose siempre una posibilidad de divorcio, eso sí, echando en cara todo lo que pueda.
Orgulloso de asistir a la #FeriaDeMálaga como Presidente de la @AndaluciaJunta, ya era hora de que el presidente del Gobierno andaluz lo hiciera. La #FeriaMLG es alegría, tradición, cultura, economía, en definitiva, representa lo que es Málaga y lo que es #Andalucía. pic.twitter.com/Yx8sNuMLxK
— Juanma Moreno (@JuanMa_Moreno) August 16, 2019
Frente a este rechazo el presidente Moreno Bonilla tenía que darse un baño mediático que intentó en la Feria de Málaga. Y sólo se le ocurrió decir que ÉL había sido el primer presidente de la Junta en acudir a la citada feria. En minutos le han recordado que Manuel Chaves o Susana Díaz han acudido en diversas ocasiones antes que él. El problema es que no se sabe bien si lo ha dicho tras haberse tomado unos cuantos quintos, o porque es así de simple. Igual pensaba que siendo él malagueño era la primera vez que iba como presidente y se trabucó al escribir. O simplemente porque, tras el caso de corrupción por enchufismo que sobrevuela su cabeza, quería provocar una cortina de humo. “¡Mejor que me insulten por parecer tonto que por corrupto!” puede haber pensado. O lo ha pensado Elías Bendodo que suele ser más hábil para estas cuestiones.
Queda así el pobre Moreno Bonilla cornudo y apaleado. Cornudo porque Marín tiene en mente engañarle en cuanto huela un posible cambio de tendencia, porque aspira a ser él quien mande de verdad (incluso con el juez Serrano cogido del brazo si hiciese falta), porque lleva pegando saltos de un lado a otro en la política para no volver a trabajar. Y apaleado porque ha quedado como una persona estúpida (lo de la Feria de Málaga) y como inductor a la corrupción (el concurso de la hermana). Todo esto recordando que tan sólo llevan en el Gobierno de la Junta desde febrero y no dos o tres años. Pero a Moreno Bonilla no le importa realmente porque si hace falta se riega de millones a la prensa y se pone cara de tonto cuando le pregunten. El hijo de Javier Arenas es un superviviente de la política y un caso de corrupción no le va a impedir seguir en el momio. Para todo lo demás llámenle Juanma, salvo que sean funcionarios que todavía hay clases. Y Moreno Bonilla es de la clase señorito andaluz metido en política.