Deben irle fatal las encuestas a Albert Rivera (las internas porque las externas ya sabemos que le hunden) para haber cambiado el tono tras su entrevista con el presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez. Tanto como para aparecer como el único político leal con el gobierno del Estado de las derechas. Con su toque cuñadista, propio de su personalidad, el dirigente de Ciudadanos es el único que se ha puesto al “servicio del gobierno de España” para manejar la situación que se viene produciendo en Cataluña desde que se conoció la sentencia de los sediciosos. Las otras derechas, sin embargo, han sacado lo peor de cada casa y se han dedicado a distribuir el rancio nacionalismo heredero del franquismo.
Los neofascistas de Santiago Abascal por la mañana pidieron a la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados que comenzase a gestionar una reunión para solicitar el estado de excepción. ¡Casi nada! Debe ser que los “viejos tiempos” de la dictadura, ahora que el dictador va a salir el mausoleo, los quieren traer de nuevo a la actualidad de alguna forma. En realidad, la única manera que estas personas entienden que es la suspensión de las libertades ciudadanas y la prisión o algo peor. Echar ese órdago de deslealtad con el Gobierno, que al fin y al cabo es quien tiene en su mano los resortes de los aparatos represivos del Estado, ha provocado que Pablo Casado haya dejado la mordaza en casa. Mirando, como mira siempre a la extrema derecha, la moderación que había mostrado ha dejado paso a su verdadero ser. Por eso ha querido subir la apuesta y convertirse en el personaje desleal con el gobierno de España.
El presidente del PP no ha podido resistirse a parecer él quien preside el Consejo de ministros y, en vez de apoyar al Gobierno en las acciones que deban tomarse, ha comenzado pidiendo que se aplique la Ley de Seguridad Nacional, el 155 y lo que haga falta con tal de acabar con Quim Torra (le ha faltado decir). Le ha exigido al presidente del Gobierno que se posicione con los “constitucionalistas”, ese constructo inventado por las derechas para ocultar su rancio nacionalismo burgués, y que quite el mando de los Mossos. ¿En qué momento los Mossos han dejado de actuar de forma coordinada y ajustada a la ley con la Policía Nacional? En ninguno pero Casado no se fija ni en lo que dice, ni en lo que ocurre realmente. Pero no sólo eso, sino que le ha exigido a Sánchez que haga actuar a la Fiscalía para encarcelar a Torra, a todos los CDR y a los del Tsunami Democratic. ¡Casi nada! Casado queriendo encerrar a todo el catalán que se encuentren por el camino y que vaya con una estelada o algo por el estilo.
Esto no ha sido lo peor, sino que en un momento delicado para el Estado español, Casado se ha decantado por el electoralismo barato y desleal. “Salgo de la reunión con la preocupación de que la imprevisión ha sobrepasado a Sánchez. Tiene que ir siempre un paso por delante de los que arremeten contra la legalidad, la seguridad y la convivencia” ha dicho en Moncloa tras su reunión con el presidente. Igual no recuerda que a su partido, cuando estaba en el Gobierno, les sacaron urnas por todos sitios y les chulearon bastante más que con desórdenes. Pero eso no es lo peor, la carencia de memoria en Casado es normal, sino que no ha sabido comportarse ni tener lealtad y patriotismo. Enseguida ha dado paso al electoralismo: “Traslado un mensaje de tranquilidad a los catalanes preocupados por esta inaceptable escalada de violencia institucionalizada. Haremos lo necesario para defender sus derechos y libertades. El PP está preparado para garantizar la seguridad, prosperidad y convivencia en Cataluña”. Tampoco recuerda que todo el problema catalán se ha producido con el PP gobernando, pero utilizar una reunión de Estado para intentar ganar seis votos es infame y desleal, no con Sánchez, sino con todas las personas españolas.
Por todo esto sorprende la actitud de Rivera. Desde el dolor, comprensible, por su tierra natal, y señalando que apoyaría siempre al gobierno si “se mueve, si hace cosas”, que es lo normal, ha querido dar imagen de presidenciable y de lo que debe hacer un político que se califica de patriota. Como ha dicho en su intervención, “más allá de carencia de afinidades con Sánchez, es el presidente en funciones de mi país, España, y hay que apoyarle en estas circunstancias” o “ahora lo que importa es España, sus ciudadanos y la seguridad”. Ha sabido controlar el bicho que todas y todos en Ciudadanos tienen. Imaginamos a Juan Carlos Girauta mordiéndose los labios hasta sangrar, pero a diferencia de Casado no lo han sacado a pasear. Lo más radical del presidente de Ciudadanos, más allá de garantizar con todas las fuerzas posibles la seguridad en Cataluña, ha sido pedir la aplicación del artículo 155 y cesar a Torra. Una opinión expresada desde el apoyo total al Gobierno, que no es lo mismo que andar con exigencias. “¿Cuánto nos cuesta a los españoles que ayer se viera a Barcelona ardiendo? La clase media trabajadora española va a ser quien pague la factura del separatismo”, no es una declaración contra el gobierno sino su visión de la realidad que pueden compartir muchas personas españolas de todo el espectro político. Eso sí, mirando por el euro como buen burgués. Es más, le ha enmendado la plana a Casado al afirmar que “la Ley de Seguridad Nacional es insuficiente porque deja a Torra al frente de Cataluña”. Esta no la supo ver el conservador.
Rivera siendo más leal que Casado es una sorpresa. Más allá de que ha metido sus mantras electorales también (¿quién no lo hace?), ha tenido al menos un comportamiento de lealtad con respecto a Sánchez, algo que las otras dos derechas no han tenido. Sobre Pablo Iglesias decir que sigue en lo suyo. En los presos políticos, los referéndums y demás cuestiones que dejan a la clase trabajadora, como comentamos hace bien poco, en manos de la clase burguesa. Ganando dos votos en Cataluña pero perdiendo miles de ellos en el resto de España como suele ser habitual en el jefe morado. Mientras pide diálogo, que ya lo han dicho desde el PSOE en cientos de ocasiones, pero diálogo respetando las leyes, habla de presos políticos y cae obnubilado ante el nacionalismo como todos los falsos marxistas o izquierdistas. Y da igual el sentido de ese nacionalismo, ya que al final no deja de ser un invento burgués. El infantilismo postmoderno de la bohemia burguesa es lo que trae consigo. Cuestión bien distinta es que les haya gustado o no el tono de moderación y espera de Sánchez, pero de primeras unos han sido leales y otros no.