Según salía el féretro del dictador en la fría soledad del mausoleo en que se encontraba, a muchas personas de bien seguro les vinieron a la cabeza familiares represaliados, desaparecidos (en cunetas o ¡vaya usted a saber dónde!) o a los que las fuerzas represivas de la dictadura fascista visitaban en casa de vez en cuando por la sola razón de ser rojo, darle una paliza, destrozarle lo poco que tuviese en la casa y así activar el miedo. Esa gran cantidad de personas anónimas que merecen todo el reconocimiento por haber luchado contra el fascismo al completo (nótese que Hitler y Mussolini probaron en España armamento y tácticas que luego utilizarían en la II Guerra Mundial). Pero hoy es tiempo de otros reconocimientos, a otras personas que se jugaron el tipo, pasaron bastante tiempo en prisión o recibieron palizas por luchar contra la dictadura desde dentro. Algunos, mejor dicho, muchísimos anónimos merecen ese loor y prez que se otorga a las personas distinguidas. Ellos y ellas tienen ese mismo reconocimiento que las que aparecerán en estas breves líneas.
Escuchando a parte de la clase política actual decir las cosas que dicen en un día de alegría seguramente hubiese provocado en estas personas rabia e indignación. Ellas y ellos se dejaron el alma y, en algunos casos, la vida por luchar contra fascistas y aparatos represivos de verdad. Si hay una organización que lucho de veras fue el Partido Comunista de España, o el Partido como se conocía sin más. El resto o eran grupúsculos, aventureros o habían sufrido una represión tan tremenda que casi ni quedaban militantes en la propia España, como le sucedió al PSOE. El PCE sostuvo, con más o menos errores de apreciación (ese empecinamiento en la Huelga General Pacífica que derribaría la dictadura sin tener la capacidad de analizar realmente las estructuras sólidas de la misma), la lucha clandestina en toda España. El Partido logró captar adeptos mediante un trabajo soterrado, con numerosas caídas y delaciones. Especialmente, a partir de 1956 (esa generación del 56 era prácticamente comunista al completo) el PCE estaba situado en casi todos los lugares estratégicos. Centros de producción, universidad, administración pública…
Antes de esa fecha, tanto los socialistas en Asturias, como los comunistas con su invasión del valle de Arán, habían estado practicando una lucha armada que se vio como inútil frente al poderío y equipamiento de las fuerzas dictatoriales. Si a eso se le suma que las potencias occidentales aceptaron la dictadura fascista, el capital no es demócrata por naturaleza, no se dejen engañar, el cambio de táctica se trasladó hacia la penetración en las estructuras donde había esos intersticios que permitían comenzar la lucha por ahí. Gente como Simón Sánchez Montero, Jorge Semprún (alias Federico Sánchez), o Marcelino Camacho en la organización de las Comisiones Obreras (los sindicatos verticales permitieron ese intrusismo que sería vital en las huelgas de comienzo de los años 1970s) se la jugaron de verdad y seguro se habrían alegrado de lo sucedido el otro día. Estas personas, junto a muchos otros, fueron los que lograron captar esa intelligentzia universitaria y profesional que cubrió buena parte de la universidad española. Pequeño burgueses captados para la lucha de clases. Desde hijos de falangistas como Javier Pradera, hasta judíos como Enrique Múgica. Otros se acercarían, aunque sin militar en sí, por su cuenta como Rafael Sánchez Ferlosio (hijo del, nada más y nada menos, número tres de falange Rafael Sánchez Mazas). Muchos militantes comunistas estuvieron en la lucha soterrada contra la dictadura y ayudaron a generar una conciencia que permitió una transición medianamente pacífica (la estructura dictatorial mató desde 1976 a cerca de 300 personas).
Desde luego en Cataluña y dentro del PSUC hay que recordar especialmente a Francisco Fernández Buey, Josep Fontana y Manuel Sacristán entre las personas de la universidad. Gerardo Iglesias, quien sería secretario general del PCE tras Santiago Carrillo, pasó largas temporadas en la cárcel por las revueltas mineras promovidas por PCE y UGT. Escritores como Manuel Vázquez Montalbán, actores como Francisco Rabal, o artistas diversos que apoyaron ya en aquellos años y que algunos pagaron con largas condenas como Marcos Ana. Por no olvidar a asesinados por el régimen como Julián Grimau.
En el bando socialista, de esa generación de 1956 sólo estaba Luis Gómez Llorente y poco más en Madrid (curiosamente Miguel Boyer y Mariano Rubio). Sólo en Euskadi y Asturias, gracias al trabajo de UGT había algo. Nicolás Redondo, Ramón Rubial, Tomás Centeno (que murió torturado) y Antonio Amat los más destacados. El grupúsculo andaluz surgiría a finales de los años 1960s. Enrique Tierno Galván o el FELIPE fueron más importantes en ese ámbito no comunista a nivel sector educativo. Los Manuel Mella, Manuel Pastor (que escribía sobre el bonapartismo en aquella época) o Ramón Cotarelo salieron de estos lares. También hubo falangistas que salieron huyendo del franquismo y se enfrentaron a él como Dionisio Ridruejo. Los curas obreros se la jugaron sin duda, como hicieron miles de personas que sotto voce pasaban Mundo obrero o El socialista. Muchas personas que se la jugaron de verdad por traer a España una democracia. Que tragaron sapos y culebras con esa esperanza. Loor y prez a todas esas buenas gentes.