En los mentideros de la burguesía madrileña no se habla de otra cosa. Aterrados como están por el acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias deslizan a aquellos que lo quieran escuchar que ya va siendo hora de dar un golpe de Estado para quitar a los bolcheviques y al “sociata ese” del poder.
Está muy bien la voluntad popular pero sólo cuando se ajusta a los deseos e intereses de la burguesía. De ahí que, tras la comida que mantuvieron en Horcher Felipe González y José María Aznar junto a tres directores de medios de comunicación, se haya puesto en movimiento la maquinaria necesaria para perpetrar el golpe. Los medios de la derecha sacarán constantemente a los viejos felipistas para deslegitimar al dirigente máximo del PSOE; el PP moverá sus piezas pidiendo a los diputados castellano-manchegos y andaluces que se sumen a un nuevo tamayazo; Vox apretará con el tema identitario; y todo ello se expondrá a la luz del día mediante artículos muy florentinos con los articulistas predilectos del amarillismo.
El fin último, que es apoyado por la borbonada (ahí tienen a la tía del jefe del Estado alzando la voz de peligro), es que, como ha sucedido en Bolivia o en Venezuela, Pablo Casado se autonombre como presidente plenipotenciario. En la fiesta, la burguesía catalana también ha prestado su apoyo y no hay más que escuchar a Carles Puigdemont negar el pan y la sal al gobierno de coalición, pero siempre y cuando no sea Josep Borrell (a quien habrían tanteado las cancillerías europeas) el plenipotenciario. Un golpe que contaría, como no podría ser menos, con el apoyo del jefe del Imperio estadounidense e, incluso, Vladimir Putin.
Si han llegado hasta este párrafo y no se han acordado de la madre de quien escribe es que el alto nivel de noticias falsas que circulan estos días por España les ha alcanzado de lleno y han conseguido desde la clase dominante su objetivo: que usted carezca de criterio selectivo en la asunción de las noticias. Si estaban riéndose hay suerte porque no se tragan cualquier cosa que se publica. Como se avanzó hace unos días, tras la firma del acuerdo la clase dominante movería a sus escritores preferidos a fin de acabar con un gobierno de izquierdas a cualquier precio. Emponzoñar hasta el máximo la situación y llenar de dudas a la ciudadanía mediante todo tipo de falsedades.
La clase dominante, esa misma que en su patriotismo suele llevarse el dinero de España porque nos quiere pobres, ha iniciado una batalla contra el PSOE y Unidas Podemos para la cual va a emplear todos los mecanismos a su alcance. Manipulaciones como decir que los críticos de Podemos (tres personas) están contra el acuerdo de Gobierno o situar como próximo presidente del Gobierno a Emiliano García-Page cuando la mayoría de los diputados y diputadas del PSOE son sanchistas (con sólo hacer cuentas no salen por ningún lado salvo que la extrema derecha se sumase), aunque ya sabemos que Eduardo Inda siempre ha sido de obedecer a su jefe.
Han pasado tantos años sin una batalla medianamente ideológica en España que un Gobierno entre dos formas de concebir la socialdemocracia (esos son PSOE y Podemos) parece el summum del rojerío. Si leyesen incluso a Alberto Garzón se darían cuenta de los propósitos y el camino a tomar. Pero en la clase dominante, que incluye a toda la derecha mediática, tiene claro un concepto que se olvidó en la izquierda (y sigue olvidado): la lucha de clases. En la derecha tienen claro que se deben proteger y blindar los intereses de la clase dominante a toda costa, mientras que se debe entretener con fetiches e identidad españolista (o catalana, o vasca, o gallega) a las masas. Una forma de dominación que siempre han tenido presente los poderosos pero que había perdido su sentido para la inmensa mayoría. Ahora con un gobierno de coalición, con todos sus debes si quieren, de unas izquierdas que no van a proclamar soviets pero sí repartir mejor lo impositivo vuelven a la lucha de clases para mantener sus privilegios. Donde la izquierda ve Justicia social, la derecha ve peligrar sus privilegios y sus dineros de ahí que lancen una batalla más de la lucha de clases.
Y como el control de los medios de comunicación es completamente suyo, nada mejor que difundir bulos que mellen la conciencia de las personas y así desviarles de la lucha de clases, de la realidad objetiva, de lo material que acaba siendo lo que es determinante en última instancia. Hace unos días Juan Carlos Girauta publicó en twitter un mensaje, que borró al darse cuenta de la verdad que estaba diciendo, donde daba las gracias a Ana Patricia Botín por la campaña contra Ciudadanos. Recordaba de esta forma el poder que tiene la clase dominante para controlar la vida política de unos y otros. Es evidente que hay una autonomía relativa del mundo político; ese intersticio por donde los partidos de izquierdas cuelan las políticas que van dirigidas al bien común; pero cuando desde arriba deciden que algo no puede ser, tienen más probabilidades de lograr sus propósitos. Más si cabe si, como se ha contado al comienzo, las personas están más relajadas mentalmente. No por otra cosa se sugirió aquí enfrentar a esa clase dominante con los intelectuales que se sitúan a la izquierda (y no son tan pequeño-burgueses como para evitar bajar al barro), pero si tienen conciencia de la lucha que se está llevando a cabo en lo mediático y lo teórico.
En estos días de quebranto informativo y de acoso patente de la clase dominante, créanse poco lo que lean, más si esas informaciones son de medios de la derecha; de programas televisivos de la política espectáculo y/o la caspa; o de personas que no les generen confianza. Esto no es nuevo y lo vienen utilizando desde 1932 en la prensa de derechas. Por primera vez en España, como dice el editor de Diario 16 Manuel Domínguez Moreno, “el pueblo puede tener un gobierno que base su actividad en la justicia social y en devolver al pueblo lo que las élites les ha arrebatado durante años”. Y eso no les gusta y les molesta mucho, tanto como para llegar a un golpe de Estado si hiciese falta (ya lo hicieron). No es el caso actual, pero internarán llevar la situación social de España en este mes que queda para la primera sesión de investidura hasta el límite, ahora sólo hacen falta los tontos útiles que difundan sus ideas, que no luchen contra esas manipulaciones y/o que entren en el juego de la clase dominante. González y Aznar son parte de esa clase burguesa que no quiere perder sus privilegios, su derecho de pernada económica, pero no son los que mandan. Estos, como Casado o Abascal, no son más que edecanes del sistema. Cualquiera que se considere de izquierdas ha de tener en cuenta la lucha de clases que se está planteando y analizar toda la información que se distribuye con la intención de engañar y enfrentar a unos con otros. De momento no ha colado… pero lo volverán a intentar.
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