El Gobierno de Coalición propicia algo que desde hace unos años se viene rumiando entre la clase dominante española: acabar de una vez por todas con el PSOE. Desde la izquierda y la derecha se han fomentado diversas operaciones políticas para lograr ese fin. Tanto apoyo a Podemos en sus comienzos como a Ciudadanos aún hoy en su casi desaparición han estado dentro de la lógica del sistema para lograr terminar de una vez por todas con el partido más antiguo del campo político español. Ahora con la llegada del monstruo de la extrema derecha y el giro hacia posiciones ordoliberales del PP (ordo en su acepción de salvajismo) creen tener en sus manos una nueva posibilidad visto que ni Podemos, ni Ciudadanos lo han logrado. Ustedes que leen estas palabras se preguntarán, con toda la razón, ¿por qué quieren cargarse al PSOE si es un partido constitucional y que ha fundado el régimen del 78? Pues entre otras cuestiones por eso.
Cuando Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero dicen que el PSOE es el verdadero partido constitutivo del régimen del 78 no están cometiendo una boutade, bien al contrario saben perfectamente lo que dicen y por qué lo dicen. No tiene que ver con ser el único partido actual que haya sobrevivido de los que comenzaron la transición (junto a los nacionalistas PNV y ERC, más el ente evanescente del PCE que no se sabe si sigue estando), eso le confiere un sentido histórico a su acción, pero poco más. El PSOE puede estar orgulloso, entre otras cuestiones, de haber sido el verdadero pilar de la democracia española tal y como la conocemos en la actualidad. Y no tiene que ver con esa, esta vez sí, boutade de que el PSOE es el partido que más se parece a la sociedad española. Bien al contrario en la sociedad española no hay muchas personas como las que conforman gran parte de los cuadros del partido (piensen ustedes en quien les caiga peor). En general ningún partido llega a ser representativo puro de la sociedad en la que está inserto, entre otras cuestiones porque la famosa ley de hierro no siempre premia a los mejores, ni a los más éticos, ni a los más trabajadores, y España tiene muchos currantes, científicos de todo tipo, grandes médicos, excelentes personas y cada vez más mujeres en la élite de sus profesiones (¿dónde pondrían a Casado, Rivera…?). La grandeza del PSOE se debe en gran parte a los gobierno de Felipe González.
No es tanto lo que consiguió González en sus casi catorce años de gobierno en la acción de gobierno en sí. Hubo numerosos claroscuros que todos conocen. Fue una buena acción de Gobierno, más pensando de dónde se venía, pero lo importante en el caso del PSOE de aquellos años fue la construcción de una estructura mental o ideológica en la población española donde algunas cuestiones quedaron como indisputables. ¿Qué cuestiones? Todo lo que tiene que ver con las materias sociales. Por mucho que los gobiernos ordoliberales intenten privatizar los derechos sociales (pensiones, sanidad, educación…) las personas tanto de derechas como de izquierdas se revelan ante esos intentos. Lo que podemos catalogar como felipismo para lo que viene siendo el artículo. Con ello se crea un freno a las intenciones expansivas en el expolio de los españoles por parte de la clase dominante. En el PP actual la mayoría de sus dirigentes consideraban a Mariano Rajoy y a Soraya Sáenz de Santamaría como socialdemócratas. José María Aznar no pudo privatizar lo que hubiese querido por esa estructura ideológica que está en todos los españoles y menos dedicándose a montar guerras por el mundo. José Luis Rodríguez no hizo otra cosa que seguir la senda felipista y ampliar derechos esenciales y poner a la mujer y sus derechos en el centro de la política, algo que González por cuestiones coyunturales había dejado de lado. Y lo pudo hacer porque había esa mentalidad o cosmovisión de cómo debe ser España heredada del felipismo.
En ningún momento el PSOE puso en peligro las bases materiales del sistema capitalista, bien es cierto, pero tendió una alianza sui generis con la clase dominante para poder ir tejiendo sociedad. No se molestaban los unos a los otros, consiguiendo el PSOE una verdadera autonomía relativa de los aspectos económicos. Lo mismo le pasó al felipista Rajoy pero eso ya no se lo quieren consentir a Pedro Sánchez. Tras darse cuenta de que Podemos, al fin y al cabo, no es más que un felipismo radicalizado o lo que es lo mismo, una acentuación de esa estructura ideológica de los españoles; a lo que hay que añadir que se les hundió el proyecto de un PSOE de derechas con Ciudadanos, la batalla contra el factible Gobierno de Coalición se ha tornado inexcusable para la clase dominante. Un gobierno PSOE-Podemos, que además dialogue con una parte del independentismo catalán (que tiene una importancia esencial en toda esta lucha), provocaría que esa cosmovisión que tienen todos los españoles se acentuase y se perpetuase al menos para otra generación más. Evidentemente el enemigo cuenta con tontos útiles en el terreno del PSOE como los barones o la ministra Nadia Calviño. Unos por insistir en una Gran Coalición que subsumiría al PSOE en el orden ordoliberal que se está planteando a nivel mundial (las revueltas en numerosos países europeos y no europeos son parte de esas intenciones de privatizar todo) y la otra por ser el miembro de la Troika en el Gobierno proponiendo cosas como la mochila austríaca o no derogar las lesivas reformas del PP. Y todo ello planteado bajo una falseada disputa identitaria. A la clase dominante le interesa que el tema catalán siga presente para que no se vea la miseria y tener así un método de movilización para que sus huestes (PP y Vox) puedan conseguir que mientras la bandera cubre la vista se puedan introducir los cambios necesarios para acabar con la estructura montada por el felipismo y privatizar la sanidad y las pensiones que son la joya que desean conquistar. ¿No se han dado cuenta que todos los medios de comunicación de la derecha o bien dicen que el sistema de pensiones es insostenible o que hay precios muy buenos en el sanidad privada (esconden que si tiene cáncer o algo complicado no te lo cubre)? Y ahí siguen los barones socialistas envueltos en la bandera y con una miopía enorme.
No se ataca a Sánchez por ser él mismo sino porque se quiere destruir todo lo que él representa. Ni va a vender España por parcelas, ni seguramente sea consciente de este juego, pero la cosmovisión de la ciudadanía española es socialdemócrata y eso quiere ser destruido por la clase dominante para imponer sus políticas privatizadoras y desigualitarias. Las cuestiones de las demandas de reconocimiento les dan igual porque no afectan al núcleo duro de la estructura económica. Incluso utilizan la aporofobia escondida de xenofobia para ir criminalizando la pobreza en general. Si eres pobre es por tu culpa nunca porque el sistema capitalista esté en pleno proceso de transformación hacia un ideal donde han sacado a los monstruos fascistas o parafascistas a fin de domeñar a la población y dividir a la única clase que puede combatir, la clase trabajadora. El Gobierno de Coalición, con su pilar básico del sistema constitucional del régimen del 78 como es el PSOE, desde luego no va a caminar de ese lado. Como ha reconocido ayer mismo Iglesias igual no es momento de avanzar más en la radicalización de los postulados constitucionales, pero sí hay que defender todos esos derechos constitucionales que Casado y Abascal quieren destruir. Y para ello necesitan que no exista el PSOE porque es el elemento simbólico de toda esa estructura mental que la clase dominante no ha conseguido derruir aun.
¿Por qué quieren derruir al PSOE si es el partido del régimen del 78? Porque ese mismo régimen está en disputa por parte de la clase dominante. Ya han hecho caer por la fuerza de las armas o de la utilización identitaria gobiernos en América y Europa del Este, ahora están practicando en España gracias al conflicto catalán. De ahí que desde la caverna mediática, incluyendo la catalana que está al servicio de la burguesía del 3%, se ataque sin piedad la apertura de diálogo dentro de la Constitución con ERC. Es que la clase dominante ya no quiere ese marco constitucional. Piensen que Casado, Díaz Ayuso, Abascal, Moreno Bonilla, Espinosa de los Monteros o García Egea surgen todos del mismo campo neocon y ordoliberal en lo económico, son lo mismo con los rasgos franquistas más o menos acentuados. Quieren una sociedad sometida a una estricta moral católica (por tanto el feminismo es tan enemigo con el PSOE), que viva de la caridad (añadiéndole en autosentimiento de culpa) y que en materia económica sea una libertad total del dominio de la clase capitalista. No quieren esta constitución que ha generado un Estado fuerte (fortaleza que viene de su aspecto federalizante y plural) porque ellos quieren un Estado donde la autonomía de la política y los movimientos sociales sea inexistente. Un Estado policía para someter las revueltas (calificadas de terroristas siempre) y despojar a las personas hasta de su propio ser libre. Pero mientras el PSOE aguante de pie (a ver si se enteran los barones adocenados) no podrán deconstruir España y a los españoles. Paradójicamente, uno de los partidos que se potenciaron para destruirlo, Podemos, puede ser el elemento que lo salve y con ello la cosmovisión del nacionalismo español (ese que el felipismo construyó frente al rancio nacional-catolicismo) de la que son parte radical, pero parte. Y eso habrá que agradecérselo en algún momento también. Queda claro que no es una lucha cualquiera la que se presenta, sino la madre de todas las luchas de los últimos decenios, de ahí que las memeces de ciertos supuestos felipistas asombran porque muestran hasta qué punto están impregnados de la ideología dominante o es que son simplemente unos estólidos.