Están las élites españolas e internacionales intranquilas con la posibilidad de un Gobierno de Coalición de la izquierda, de ahí que estén utilizando todos sus comodines para generar un ambiente contrario a tal posibilidad. Tuvieron la oportunidad de que no se produjera desde abril, pero sus chicos les fallaron (uno no está ya y el otro veremos) y hoy han de recurrir a momias y lacayos de todo tipo. Si cada palabra ejecutada desde cualquier baronía del PSOE es tomada como un indicio de malestar en el seno del partido (alguno no puede estar callado y, paradójicamente, impide en su propio territorio que las críticas se expresen); si el 92% de los apoyos a un gobierno de coalición de la izquierda les parece que es producto del radicalismo de las bases y su entrega total al secretario general; si todo esto no provoca ningún tipo de reacción entre las personas de izquierdas, sólo les queda sacar al embalsamado mayor del reino para que oriente espiritualmente a esas masas: José María Aznar.
Sí, la clase dominante considera a Aznar como el guía espiritual de Occidente en España. Debe ser por sus vinculaciones con el lobby judío que permite las matanzas en Palestina; debe ser por sus vínculos con el gobierno estadounidense para sofocar cualquier conato de socialdemocratización en América Latina; debe ser porque tiene una empresa que sin facturar gana más de cien mil euros al año; debe ser porque sus hijos tienen fondos de inversión que están buitreando con las casas públicas; debe ser porque en sus años de gobierno se perpetró, por su culpa, la mayor masacre contra el pueblo español; debe ser porque es la conexión europea de los grandes lobbies estadounidenses que quieren una Unión Europea rendida a los pies del Imperio; si no es por esto, no se entiende que la clase dominante española (especialmente su fracción financiera) presente a Aznar como el salvador de la patria. Menos si se considera que toda la corrupción del PP comenzó con él y hasta Mariano Rajoy, a pesar del austericidio, cae mejor.
Cuando Aznar habla no son sus pensamientos los que toman forma de palabra, sino los deseos de la clase dominante. Ayer lo hizo al lado de Nicolás Sarkozy (otro al que los franceses tampoco es que le tengan mucho aprecio) en un acto de su fundación para advertir del peligro que supone para la democracia el gobierno de coalición. “Quiero advertir a los españoles de la coalición de radicales de izquierdas” ha dicho el expresidente como si declamase desde el púlpito los versículos del Apocalipsis. La entrada de los comunistas en un gobierno supone, según su parecer, de “máximo riesgo”. ¿Por qué? Pues no lo ha explicado, salvo farfullar algo de la nación española y no sé qué del terrorismo. Pero si quiere ser un buen analista debería tener cierta visión histórica y mirar que radicales ya ha habido en el Gobierno español. Precisamente su Gobierno fue el del radicalismo de la derecha neoconservadora y entregada al poder del Imperio estadounidense. Por no hablar la cantidad de sus ministros que están condenados, o en espera de condena, por casos de corrupción. Corrupción que significa que meten la mano en la caja de la nación para vaciarla y llenar sus cajas privadas. Muy españoles pero no les importa el saqueo de la nación.
En comparación parece que es más peligroso robar que gestionar socialmente. Sarkozy, que tiene más inteligencia que Aznar y ha pasado por un Gobierno socialcomunista, ha callado. Y se ha mantenido en silencio porque sabe que Francia no despareció cuando Mitterrand y Marchais acordaron un gobierno del PSF y el PCF. Un partido comunista, este último, de los de verdad. De lucha de clases, movilizaciones, intelectuales y demás tópicos de la izquierda. Hoy PSOE y Podemos son, más bien, dos plataformas socialdemócratas, una más moderada y otra más radical, en comparación a aquellos partidos. Y en Francia no pasó nada y se hicieron políticas sociales mientras en el resto del mundo el neoliberalismo comenzaba a destruir las bases sociales de convivencia en los Estados, porque les interesaba para la mundialización financiera que estaban impulsando. Por eso calla Sarkozy lo que Aznar (con fuertes vínculos empresariales con los millonarios venezolanos) no puede. Lo curioso es que ambos dignatarios hablan del problema de escisión catalán (no quiere el francés problemas con los corsos), afirman que hay que volver a la política de diálogo sobre bases rígidas y les parece mal que se dialogue con los independentistas para encajarles en el país España. Dicen que falta liderazgo porque se está entregado (lo que es cierto) a lo que digan las encuestas, las redes o la “última asociación” y cuando alguien da el paso de no hacer caso a las masas, a los medios de comunicación y a los políticos caducos se enfadan. Esto sí que es peligroso porque indica que para esta derecha europea todo aquello que no vaya por el camino que ellos creen no es legítimo.
Y ¿cuál es el camino a seguir? “Vivimos en un mundo muy desordenado donde todo el mundo hace lo que le da la gana. Para tratar de evitar el caos es importante mantener el pacto atlántico. ¿Pero cuánto dinero de su presupuesto está dispuesto a invertir España para mejorar la defensa europea? Como me temo la respuesta, lo mejor que podemos hacer es reconstruir la OTAN. Si se cuestiona el pacto atlántico, más pacto atlántico. Si se cuestiona la economía libre, más economía libre” ha dicho Aznar. Como pueden observar una posición belicista, frente a la advertencia de Sarkozy del desplazamiento por cuestiones demográficas del centro sistémico a Asia desde Europa, y de defensa no del mercado (siempre ha existido mercado, al menos desde que se produjo el primer intercambio) sino del capitalismo. Los ordoliberales (liberales asalvajados) siempre utilizan el eufemismo para esconder que la producción y la reproducción capitalista es parte del problema y núcleo del sistema en sí. Si el mundo está desordenado es producto, en última instancia, de los movimientos constantes de los flujos capitalistas por todos los lugares del orbe. Y, como en Europa se conoce históricamente, esto propicia cambios radicales y desigualdades enormes que son las que acaban estando detrás de esos desórdenes y protestas que escandalizan a los ordoliberales como Aznar y Sarkozy. Lo que realmente quieren, por eso el deseo de potenciar el armamentismo de la OTAN, es seguir controlando el mundo y ponerlo a sus pies económica, moral e ideológicamente, no hay que olvidar que Aznar es el hombre de Trump en Medio Oriente y Europa del Este.
“Una cosa es reconocer la diferencia y otra las sociedades multiculturales que rompen la escala de valores de los países occidentales y generan más radicalismo, más populismos de izquierda y de derechas” ha constatado Aznar. ¿Qué significan estas palabras? Ni más ni menos que Occidente debe seguir siendo el alma del mundo y que la única forma de conseguirlo es mediante los valores del cristianismo. Como buenos neocons en lo moral, no conciben otra forma que la unión entre la tradición católica y el capitalismo (con su sucedáneo ideológico el neoliberalismo) para dotar al mundo del alma que asegure el dominio a unos pocos. Sólo les gusta la diversidad si es dentro del cuadro de la moral cristiana, en cuanto se es ateo, animista o budista comienzan a torcer el gesto porque al final no son más que supremacistas. Del evangelista Bolsonaro al muy católico Pinochet, todos son válidos, por muy populistas que sean, ya que están dentro de la lógica cristiana como factor ideológico. Una moral cristiana de asumir con resignación la pobreza y la explotación (al fin y al cabo es un castigo divino) y que sirva para esconder las distintas fórmulas de dominación. Paradójicamente, lo que defienden Aznar y Sarkozy no es una pluralidad cultural europea sino la homogeneización del mundo bajo los valores estadounidenses (de ahí la necesidad de la OTAN).
No pueden admitir que haya alternativas y por eso advierten de los peligros de los movimientos antisistémicos (por ello no democráticos). Por ello, después de ver el panorama que nos ofrecen los voceros de la clase dominante, no es posible que un gobierno socialcomunista sea peor que Aznar y sus amigos. A poco que hagan en materia social ya habrán mejorado lo que pueden ofrecer los amigos de estos señores (que en España con Ciudadanos, Vox y PP, no se olvide). A poco que defiendan los valores del pluralismo y del derecho a rebelarse contra el sistema (¿Acaso no se puede luchar por acabar con el sistema capitalista a largo plazo?); del feminismo; del ecologismo sensato y de la justicia social, como ven todos ellos valores poco socialistas y comunistas (socialdemócratas nada más), ya será mejor que lo que quiere Aznar y su teleñeco Casado para los españoles. Enredan con el tema catalán sólo para que no se vea que detrás del malestar mundial que se viene reflejando en las distintas protestas hay personas que se enfrentan al capitalismo y a los regímenes liberales. Después del Aznar gobernante y del Aznar vocero del sistema (y vocero muy bien pagado como ya se contó en otra ocasión), ¿no les parece que un gobierno socialcomunista hasta es deseable?